Batalla de Ideas

4 noviembre, 2015

10 claves para entender el avance del Pro

Por Diego Rach. Las elecciones del pasado 25 de Octubre dejaron estupefactos a propios y ajenos. Los números fallaron del lado de la técnica y del lado de las esperanzas. ¿Milagro y resurrección, último tirón de cola de la campaña o detallado accionar de una política de años?

Por Diego Rach. Las elecciones del pasado 25 de Octubre dejaron estupefactos a propios y ajenos. Los números fallaron del lado de la técnica y del lado de las esperanzas. ¿Milagro y resurrección, último tirón de cola de la campaña o detallado accionar de una política de años?

Sin más preludios y sin ánimos de exhaustividad, es necesario enumerar una serie de razones que explican este convulsivo escenario político.

1- La importancia de ser Carrió: quien antes que nadie leyó muy bien el escenario político, auspició la articulación de la oposición en FAUNEN y luego la implosionó. Carrió destruyó al progresismo como opción de oposición (recordemos que el socialista Hermes Binner salió segundo en la contienda de 2011). Luego fue lo suficientemente astuta para rearticular esa fragmentación en Cambiemos, sobre todo convenciendo a la columna radical de Ernesto Sanz a sumarse a un armado que les prometiese sostenerse en el poder. Cambiemos no es lo mismo que el Pro y de hecho lo ha potenciado, permitiéndole asumir un discurso más centrista.

2- Desnacionalización del sistema electoral: el Pro ha avanzado lentamente cosechando triunfos en los municipios que permiten cazar votos y penetrar en las instituciones, de manera fragmentaria pero ampliando la capacidad de formar una estructura territorial hacia el futuro. El Pro carece de estructura propia a nivel nacional y cubrió parcialmente esa vacante a costa de un acuerdo con la UCR que habilitó su despliegue en todo el país.

El enorme peligro que representa un posible gobierno del Pro es la penetración en todas las instituciones del Estado y por lo tanto, el manejo presupuestario y la reorientación de las racionalidades institucionales en un sentido estrictamente tecnocrático, como ya han anunciado respecto a algunas carteras ministeriales.

3- El manejo de la volatilidad del voto: el frente Cambiemos recaudó votos que en las PASO pertenecieron a todos los partidos. Mientras que Scioli sólo sostuvo su caudal, Macri recaudó votos del delasotismo, de Progresistas y de nuevos votantes. Remarcar esto no implica una cuestión técnica, sino que indica cómo la casta política argentina está orientándose explícita o implícitamente alrededor del macrismo. También muestra que no hay un giro conservador de la población, sino del sistema político.

4- Desgaste poroso de los medios de comunicación: hay que tener presente que el juego de descalificación de los medios no es algo fuera de lo común, sino cotidiano. Golpes blandos como el episodio de la muerte de Nisman o las relaciones con la efedrina de Aníbal Fernández, son acontecimientos que impactan porque se ha construido un piso previo. Tiene que haber un enorme clima de sensibilidad para que acusaciones de ese calibre tengan impacto real.

5- La interna del FPV: las internas del kirchnerismo y el peronismo en el país tienen mucho que ver con su resultado. Resulta más evidente en la elección en Provincia de Buenos Aires, pero tiene que ver con el armado nacional de gobernadores y los armados locales de intendentes. La designación de Scioli y Aníbal Fernández están en el centro del conflicto. Macri hace tiempo se dio cuenta de las fisuras del peronismo y de la volatilidad del voto, de ahí que llame a todo el espectro antikirchnerista a votar a su favor (incluso a votantes de Scioli y Del Caño).

6- La estrategia de marketing del Pro: en 2011, el slogan “Fuerza Cristina” reveló que la apelación al componente afectivo del liderazgo era una clave del éxito y probablemente el Pro tomó nota de eso. Es cierto que hay toda una complejidad (“el globo tiene profundidad” dijo alguna vez Durán Barba) y una flexibilidad en esa estrategia. La “revolución de la alegría” es la contracara tanto de la política de confrontación como de la apelación a los símbolos patrióticos. La fiesta del búnker no es sino una apología de la pizza y el champán.

7- El Pro es hijo del 2001: sus políticos se presentan como la novedad de la política. Su juventud y su origen outsider les permiten adoptar una postura particular frente a los viejos políticos. Estos últimos ocuparon cargos de gobierno en gestiones muy criticadas, pero los nuevos políticos del Pro no se sienten responsables por el cataclismo de 2001.

Esto les permite no sólo presentarse como la transparencia frente a la ciudadanía, sino legitimarse frente a la vieja clase política sumida en históricas complicidades, ganar espacios en los armados de listas y convertirse en la cara del partido. No crecen sin el apoyo de la vieja clase política, pero los casos de Michetti y sobre todo de Vidal muestran cómo avanzan a pesar de los dirigentes históricos.

8- El trabajo solidario es el semillero político del PRO: los voluntariados, el trabajo social en comedores, en escuelas, en ONGs es el primer paso. Es interesante que cuando tienen oportunidad de entrar al mundo político, encuentran en estas experiencias previas su propio pasado político. Allí se encuentra el perfil social del PRO, esa sensibilidad no es falsa, pero está concebida como una lógica caritativa de “dar lo que la gente necesita”, el “ser solidario”, el “escuchar a los demás”, pero nunca empoderar, organizar, ni mucho menos politizar.

Es un prejuicio creer que sólo las clases acaudaladas votan al Pro, hay grandes sectores populares que lo hacen porque encuentran algo allí: la transparencia, la escucha, la jovialidad, la novedad, la alternativa, la promesa o la esperanza. Sea auténtica o simulada.

9- La construcción del interlocutor válido: por un lado el kirchnerismo ha construido a Macri como la oposición legítima, es decir, decidió polarizar con el modelo macrista. Esto tuvo como función no solo indicar el enemigo y concentrar las fuerzas en él, sino fundamentalmente deslegitimar a Massa como interlocutor válido. El massismo fue la primera gran interna que el kirchnerismo no estaba dispuesto a legitimar. La formación del Frente Renovador es el resultado de esa expulsión.

10- La fortaleza de las clases dominantes: si bien se pueden reconocer conquistas sociales, el gobierno no ha tocado los intereses concentrados del país, de hecho les ha dado lugar para que se reproduzcan y ha articulado en su discurso dichas políticas como conquistas de su gobierno (la inclusión no sólo ha sido de los sectores más pobres, sino también de los acaudalados).

El proyecto socioeconómico del kirchnerismo se limitó a construir una ciudadanía del consumo. El problema de esto último es que las dinámicas sociológicas que orientan el ascenso social no necesariamente se traducen en formaciones de conciencia, ni mucho menos en lealtades políticas. Por lo tanto, el límite fue la formación de un nuevo sentido común. Esto es toda una lección para el campo popular, puesto que la tarea revolucionaria implica -como lo indicara Gramsci- la formación de un nuevo bloque histórico. De otra forma, el peligro del “vienen por todo” puede reaparecer, tal como indica este presente sumido en el precipicio.

@tre393

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