El miércoles se queda corto: The big shave

En Notas – Periodismo Popular entendemos que, en los tiempos que corren, no siempre se dispone de dos horas para ver una buena película. La realidad es que no hace falta tanto tiempo para ver qué historias tienen para contar realizadores de todo el mundo y por eso te acercamos, semana a semana, los mejores cortometrajes al alcance de un click. Hoy: The big shave, de Martin Scorsese.

Muchas veces, varios de nosotros, nos hemos quedado hipnotizados viendo viejos videos de los grandes deportistas devenidos en héroes cuando eran jóvenes. Quién no se quedó mirando con la boca abierta una vieja grabación de las primeras gambetas de Messi o de cada uno de los primeros caños que el Diego le efectuaba a, básicamente, cualquier cosa que se le pusiera adelante. Pues bien, lo mismo nos puede pasar con las primeras puestas de cámara de nuestros grandes directores.

Un hombre se para frente al espejo de su baño. Fraccionado en muchas tomas, el ambiente se presenta como limpio. Pulcro. Blanco. Demasiado blanco. Agarra un pomo, aprieta su extremo y se pasa por la cara la crema que usará para facilitar el afeitado. Agarra una navaja y procede con el mecanismo que dejará su rostro pristino. La afeitadora barre con la espuma una y otra vez. El movimiento se repite mecánicamente. Una cortadura aparece en la mejilla del hombre. Otra más. Y otra.

Si bien no es el primer cortometraje del director de Buenos Muchachos, Taxi Driver y El Lobo del Wall Street, estamos en condiciones de decir que aquí puede encontrarse el germen de lo que más tarde sería el estilo patente de este tipo de realizadores: la sangre del hombre blanco manchará toda superficie virginal con la que se encuentre. The Big Shave es un cortometraje marcado a fuego por la época en la que se realizó: en 1967 sonaban más fuerte que nunca los balazos disparados en Vietnam allí en la progresista ciudad de Nueva York donde este director ítaloamericano se crió y estudió.

Ayudada por una cadencial música casi de ascensor, la trama del corto avanza con reminiscencias de la literatura neofantástica latinoamericana de ese momento. En un ambiente por demás realista como lo es un baño a primera hora de la mañana, los interminables chorros de sangre surgen de una manera tan natural (y tan agudamente roja) que pareciera sangrar directamente de la diégesis de nuestra calma realidad.

Es imposible no encontrar en estos primeros rollos de cinta paridos por el maestro Scorsese los borbotones de sangre que años más tarde se dispararían del cuello del taxista Travis o los que muy probablemente encontremos en los puños de Joe Pesci en… cualquier película con Joe Pesci. Sin dudas el pibe este Scorsese dará que hablar.

Iván Soler – @vansoler