26 octubre, 2015
¿Y ahora?
Por Ulises Bosia. Semana a semana esta columna se apoyó en la hipótesis de que Macri no tenía posibilidades reales de llegar a la presidencia de la Nación. En esta larga madrugada, la realidad se ocupó de pegarnos un verdadero cross a la mandíbula. Van entonces estas primeras reflexiones, sin ambiciones ni certezas.

Por Ulises Bosia. Semana a semana esta columna se apoyó en la hipótesis de que Macri no tenía posibilidades reales de llegar a la presidencia de la Nación. En esta larga madrugada, la realidad se ocupó de pegarnos un verdadero cross a la mandíbula. Van entonces estas primeras reflexiones, sin ambiciones ni certezas, y sin poder tener todavía un análisis pormenorizado de los números.
Probablemente los resultados de estas elecciones sólo pueden ser comparados con los de 1983, cuando se derrumbó el carácter imbatible del peronismo. En este caso la sorpresa es mayúscula, porque ninguna encuesta lo predijo, ningún dirigente lo anunció y ningún analista previó este escenario. ¿Cómo comprender esta distancia entre los discursos sobre la realidad y la realidad misma? ¿Quiere decir que se amplió también la distancia entre la política y la sociedad? ¿Cómo la procesará el Frente para la Victoria en este escaso mes en que deberá rearmarse para enfrentar el ballotage?
El mensaje de las urnas, indudablemente -y a diferencia de los que venía expresándose este año-, marca un deseo popular de cambio. Nítidamente se expresa en el crecimiento notable de Macri -en las PASO consiguió 24% (todo Cambiemos 30%) y ahora 34%-, pero sobre todo en la llamativa disminución de votos de Scioli -de 38,6% en las PASO a 36,5%-, que deberá reclamar una explicación.
Pero también en las provincias. Si desde comienzos de año hasta ahora solamente Tierra del Fuego y Mendoza habían cambiado el signo de sus oficialismos, el domingo fue el turno de Chubut, Jujuy y la provincia de Buenos Aires, habiendo esta última alterado de forma determinante el resultado global de la elección.
Las elecciones confirmaron una fuerte tendencia derechista que ya quedaba delineada en las principales candidaturas, pero ahora puede decirse que no se trata solamente de un fenómeno político, sino de una tendencia general en la sociedad.
El Frente para la Victoria
Scioli elaboró hasta ahora una estrategia en dos tiempos. De cara a las PASO se propuso afianzarse como candidato de la continuidad y progresivamente ir mostrándose cada vez más independiente. Sin embargo, a juzgar por sus palabras en el Luna Park, y por la tendencia a la polarización de cualquier ballotage, su primer reflejo ante la nueva situación fue, al menos discursivamente, intensificar la confrontación con el macrismo.
De todas maneras será el primer ballotage presidencial en la historia argentina, por lo que no contamos con antecedentes. ¿Será ese el camino a tomar? ¿No sería totalmente contradictorio con intentar atraer al electorado clave de Massa? La tendencia a la polarización puede dificultar la necesidad de crecimiento de Scioli. Para evitarlo podría buscar formas que no se muevan alrededor del eje kirchnerismo/antikirchnerismo -¿quizás sí del peronismo/antiperonismo?-. ¿Cuál será entonces el rol de Cristina en el próximo mes de campaña?
Finalmente, con estos resultados el debate sobre la elección de Scioli como sucesor de Cristina volverá a replantearse. Scioli fue elegido, a pesar de las diferencias y los resquemores, por ser la carta ganadora. Pero una vez demostrado que no garantizó el triunfo, volverán a surgir las dudas. ¿Era mejor para el “kirchnerismo puro” el riesgo de ser derrotados detrás de un candidato ajeno que jugarse a construir un candidato propio y en el peor de los casos retirarse con las armas en la mano?
Cambiemos
Es la primera vez en la argentina en que un partido explícitamente de centro derecha como el PRO logra resultados electorales de esta magnitud, lo que marca en el terreno nacional un cambio cualitativo del sistema político. A lo largo de nuestra historia, en cambio, la derecha debió apelar a los golpes militares para hacerse del gobierno, logrando por la vía electoral solamente resultados mediocres. Desde el pensamiento progresista o de izquierdas, ya es insostenible continuar con la práctica de subestimarla.
Este año Macri debió tomar decisiones difíciles, y con el diario del lunes, lo hizo con éxito. En primer lugar, respaldó a Horacio Rodríguez Larreta frente a Gabriela Michetti para la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y le salió bien. En segundo lugar, eligió a María Eugenia Vidal como candidata a la gobernación de la provincia de Buenos Aires antes de negociar con algún candidato más taquillero de otro espacio político, a pesar de su falta de conocimiento público, y logró un éxito impensado. Más adelante se negó a unirse con Sergio Massa, y fue duramente criticado por los medios de comunicación opositores, pero siguió adelante. Y le salió bien. Finalmente cambió su estrategia a mitad de la campaña: empezó a decir que en realidad defendía algunas de las conquistas sociales de la década kirchnerista y buscó un acercamiento discursivo con el peronismo. Ambas cosas parecieron forzadas y hasta ridículas, sin embargo, a la luz de los resultados, parecen haberle resultado útiles para superar el techo de votos que había logrado en las PASO.
Ahora será el momento de amplificar su mensaje de cambio, confiado en la potencia de unos resultados que lo dejan a la puerta de la presidencia de la Nación.
Unidos por una nueva alternativa (UNA)
Para Sergio Massa y José Manuel De la Sota los resultados son muy valiosos. Lograron con éxito llegar al final sin caer presa de la polarización y el voto útil. Ahora harán jugar sus votos, que cotizarán en bolsa. Lógicamente, ningún candidato tiene la capacidad de direccionar completamente a sus votantes, pero a la hora de las negociaciones igualmente lo harán pesar.
¿Terminarán priorizando su pertenencia común a la familia peronista? ¿O se inclinarán por profundizar su mensaje de cambio?
La situación está abierta, como nunca desde 2003, y los caminos de cada sector son difíciles de prever. Si ya era visible un giro conservador, ahora la posibilidad de un retroceso político de mayores dimensiones está planteada, de repercusiones nacionales y continentales.
@ulibosia
Foto: Nicolás Stulberg
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