22 octubre, 2015
Gerd Müller, el goleador invisible
Hay quienes juran haberlo visto filtrarse en el área por donde nadie podía ni siquiera imaginar un temeroso haz de luz. Pocos les creen. Gerd Müller en el perímetro de la sentencia era invisible. Eduardo Galeano lo imaginó como a un lobo feroz, que disfrazado de abuelita, lanzaba su mordiscón letal sin alertar, incluso, a la ingeniería menos mecánica de la historia: la Holanda de Rinus Michel.
Hay quienes juran haberlo visto filtrarse en el área por donde nadie podía ni siquiera imaginar un temeroso haz de luz. Pocos les creen. Gerd Müller en el perímetro de la sentencia era invisible. Eduardo Galeano lo imaginó como a un lobo feroz, que disfrazado de abuelita, lanzaba su mordiscón letal sin alertar, incluso, a la ingeniería menos mecánica de la historia: la Holanda de Rinus Michel.
Gerd Muller ya se sacó el camisón de la abuela y muestra los colmillos pero todos siguen a Rainer Bonhof que llega al fondo y saca el centro atrás. Amagó ir al primer palo, se fue al segundo. Había seguido la carrera de su compañero pero en el área frenó la marcha. Sabía, como pocos, que allí la presa no piensa y que un segundo es la eternidad. Con la derecha dejó al balón manso, y girando sobre su pierna izquierda, sacó un derechazo bajo que Jan Jongbloed, de buzo amarillo y con la 8 en la espalda, ni siquiera atinó a evitar.
“El bombardero”, como lo habían apodado por su basta artillería goleadora, no solo superaba a su homenajeado Just Fontaine como máximo goleador en la historia de los mundiales (el “13” negro sobre fondo blanco en la espalda remitía a la cantidad de goles que el francés había convertido en el mundial de 1958 disputado en Suecia) sino que, y sin saberlo, cooperaba a eternizar una verdad que hoy por estos tiempos se muestra devastada: no siempre gana el mejor.
Sus primeros goles fueron para el TSV 1861 de Nordeling, un equipo que disputaba el campeonato regional de Baviera. Su entrenador no vio en su metro 76 centímetros ni en sus 72 kilos un futuro auspicioso y le recomendó buscar suerte en otra actividad. Trabajó en una fábrica textil pero su lugar de placer era el área. En 1964 llegó al Bayern Munich que por ese entonces militaba en la Regionalliga Sud. Allí formó equipo con Franz Beckenbauer y Sepp Maier. Un año después ascendían a la Bundesliga.
Durante los 15 años que vistió la camiseta del equipo de Munich convirtió 582 goles, las apariciones fantasmagóricas y la repentización en zona de definición posibilitaron la obtención de cuatro Bundesligas y cuatro Copas de Alemania. A nivel internacional, una Recopa Europea y tres Copa de Campeones consecutivas entre 1974 y 1976.
En 1974, frente al Atlético de Madrid del “Toto” Lorenzo, fueron necesarios dos partidos. El primero terminó igualado en uno y a los dos días se disputó la revancha. Mismo estadio, Heysel. Misma ciudad, Bruselas. Distinto resultado: 4 a 0 con dos de Muller. En 1975, en el Parque de los Príncipes, Francia, el Leeds United también lo sufrió.
Marcó 66 goles en 74 partidos internacionales disputados por el equipo del sur de Alemania. Recién en Corea – Japón 2002, Ronaldo superó su marca de 14 goles en Mundiales y en 2014, Miroslav Klose, lo superó como máximo goleador de la selección alemana. Defendiendo los colores de su país, marcó 68 goles en 62 partidos. Obtuvo la Eurocopa de 1972 y el Mundial de 1974.
En México 1970 convirtió diez goles y fue balón de oro de la copa. Fue el goleador de la Eurocopa 1972 con cuatro tantos. Fue siete veces el máximo goleador de la Bundesliga, cuatro veces el máximo goleador de la Liga de Campeones. Hubo que esperar 40 años para que un tal Lionel Messi superé un récord que ostentaba este retacón delantero alemán: convertir 85 goles en una temporada.
En 1979 llegó al Fort Lauderdale Strikers donde convirtió 40 goles en 80 partidos. En 1982 decidió dejar de jugar. Creyó haber perdido la capacidad de improvisación, de estar presente pero con disimulo, la rapidez para sacar remates secos, certeros. El alcohol lo ayudó, a su manera, a olvidar cada segundo jugado dentro de un área 18.
La factura llegó luego de que el Bayern Munich le brindó la posibilidad de manejar divisiones inferiores. Durante una pretemporada en Trento, Italia, y después de 12 horas, la policía lo encontró totalmente desorientado luego de abandonar la concentración para tomarse un tren a Munich. Lo salieron a buscar los propios jugadores.
Hace una semana y a través de un comunicado, el Bayern Munich anunció que Gerd Muller sufre Alzheimer y que desde febrero está siendo tratado para palear los embates de un enfermedad que ataca al sistema nervioso y se expresa, entre otras cosas, en perder la memoria, sufrir desorientación temporal y espacial. Justo a él que había hecho un arte de desorientar a los defensores, de hacerlos olvidar de su presencia.
El 3 de noviembre cumplirá 70 años. Quizás no sepa ni quién es. Habrá que recordar que fue un goleador implacable, que por presión gubernamental y luego de decir que Sí, claudicó de formar parte de las filas del Barcelona. Caído el pase, el equipo catalán selló la contratación de Johan Cruyff. El líder del equipo naranja que en la final convirtió sin dejarle tocar la pelota al rival, promulgó en Cataluña una forma de jugar que en la última década regaló la más bella expresión de lo que es jugar al fútbol.
Muller, que con un zarpazo le había arrebatado la posibilidad de ser campeona a la imaginación, al juego librado a lo colectivo, decidió quedarse en Alemania, faltaba un año para la cita mundialista. Algunos dicen que durante ese tiempo fue probándose distintos trajes de abuelita. Lo perdieron de vista. Y fue gol, una vez más.
Federico Coguzza – @Ellanzallama
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