Cultura

12 octubre, 2015

Eclipse en el Luna Park

“Mi amiga del parque” nos presenta a una Julieta Zylberberg que llora desde la primer escena para entrar en un proceso de negociación volátil que determina un camino de aprendizaje. La maternidad, anuncia Ana Katz desde Parque Rodó -y también desde el afiche que presenta la película- es una decisión. Las actuaciones de las actrices no nos confunden nunca y las 3 ganan por igual.

Ver una película es difícil. Antes de llegar, ya sabés quiénes actúan, qué es lo que dirigió antes la persona que lo hace y cómo siguió el sendero de su casting para llegar a presentarnos lo que estamos por ver, por ejemplo, la última de Ana Katz, Mi amiga del parque. Con Daniel Hendler como el amor ausente, Julieta Zylberberg como la mirada que nos invita a que la miremos y Maricel Álvarez como la tercera en discordia del triángulo de personajes reveladores que completa la misma directora (con la misma categoría actoral a nivel de detalle).

Para evitar spoilers es mejor reconocer el hilo de la empatía, por lo cual es necesario reconocerme no sólo como espectador sino también como seguidor de la trayectoria del equipo que gestó la película.

Lis es una madre que tiene al padre de su hijo lejos (aunque eso nunca sea un problema, en términos de guión y de distribución del protagonismo) y no sabe qué hacer con él. Nicanor es niño que Gustavo (el padre) dejó en la casa mientras se iba a trabajar. Ella, entonces, después de un diagnóstico médico, va a buscar amigas al parque. Y se encuentra con una que la lleva directo a otro parque: uno de diversiones, de riesgo, de adrenalina equilibrada en función del ángulo que toma la tangente del peligro. Al peligro lo ofrece el guión.

Los personajes satelitales, en su mayoría, son mujeres. Ahí en el parque, Lis, Rosa (el personaje de Ana), otras mamás y algún que otro papá, se juntan para hablar de lo que les pasa mientras los chicos juegan.

Pero lo que les pasa a Lis y Ana solamente puede ser comprendido a partir de la aparición de otras dos mujeres: Yasmina, que ayuda a Lis a cuidar a Nicanor, y Renata -la otra hermana R-, la compañera de Rosa. Lo que más importa es que el pibe esté bien, claro. Pero Lis también tiene que vivir y eso no es fácil con un chico a cuestas. Entonces, no sabe cómo ayudarse más: si con Yasmina, la señora que sabe cuidar niños, o con Renata, la socia de Rosa, la que la lleva directo a la montaña rusa y a una adrenalina diferente. Se juega no sólo la posibilidad de ser madre sino también ser una mujer independiente.

En el medio, un revólver, una fotografía delicada que siempre enuncia lo que el diálogo denuncia y, además, un paseo por distintos lugares donde habitan personajes adorables. Ellos también son asistentes en el camino de aprendizaje. Algunos amigos de la protagonista, otros que andan por el parque y conocen el mambo de las hermanas R (Rosa y Renata) desde antes, algunos que se sugieren como promesas de algo que si aguantamos va a ser mejor.

Como espectador, un viaje alarmante: a pesar de que sabemos que la heroína de la película siempre va a estar bien y, de hecho, desde la primer escena entendemos que es tan campeona que cuando termine la película ella se va a haber llevado lo mejor, hay algo que nos mantiene en suspenso: ¿cómo? ¿Cómo va a decidir? ¿Cómo va a hacer mi amiga del parque para elegir entre hacerla bien o seguir jugando en el parque? ¿Cómo nos va a contar la directora la decisión que presentimos que va a tomar? ¿Por qué insiste tanto en términos fotográficos en llevarnos, una y otra vez -y en buena hora- de la noche al día, del día a la tarde y de la tarde al día?

Lo importante no es llegar. Lo que importa es que entre las tres nada puede salir mal. Y uno, como cuarto, como espectador que se sienta y espía, comprende: esta película nos habla de que hay que saber esperar el final. De que no es necesario enunciarlo demasiado. Ni pedirle demasiadas explicaciones a la directora al final. En la función del Espacio INCAA de Unquillo los espectadores tenían tantas ganas de hacerle preguntas a Ana Katz, que estaba presente, que casi no la dejaron hablar.

Lo que no va a doler nunca es la conciencia de que el aprendizaje de ser madre es una lucha común. Nos vincula más allá de los géneros y las pertenencias. Lis, en la película, duda, pero nunca confunde lo que quiere. Rosa tampoco. Renata, en ningún momento. La fotografía nos demuestra que ninguna de las tres llega a perderse nunca. Como tampoco lo hace el equipo de guionistas o la directora.

Ellos, en el medio, las ayudaban porque un beso, en el peor de los casos, es lo mejor que pueden atesorar para garantizar la continuidad y, finalmente, lo mejor viene adentro. Como el humo que perfuma la cerveza para darle tiempo a tomar el sabor ahumado. Y el espectador agradecido. Maricel Álvarez lo sabe.

Gustavo Kreiman – @donnarrusa

 

Ficha técnica
DIRECCIÓN: Ana Katz
ASIST. DIRECCIÓN Adriana Vior
ELENCO:  Julieta Zylberberg, Ana Katz, Maricel Álvarez, Mirella Pascual, Malena Figó, Daniel Hendler
PRODUCTORAS Campo Cine / Laura
CO-PRODUCTORAS Mutante Cine / Sudestada Cine
DURACIÓN: 84’

 

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas