Fútbol

29 septiembre, 2015

Messi: ausencia y posibilidad

Confirmada la rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda de Messi se abre una posibilidad inusitada desde la aparición del mejor jugador del planeta vestido de celeste y blanco: hablar de fútbol.

Confirmada la rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda de Messi se abre una posibilidad inusitada desde la aparición del mejor jugador del planeta vestido de celeste y blanco: hablar de fútbol.

El 17 de agosto de 2005, Messi ingresó al terreno de juego en lugar de Lisandro López por decisión táctica de José Pekerman. Sin embargo, en tan solo 47 segundos estaría afuera del terreno nuevamente y ya sin posibilidad de ingresar. El árbitro Markus Merk lo había expulsado luego de un forcejeo con el defensor húngaro Vilmos Vanczak.

Esos efímeros y amargos 47 segundos no fueron suficientes para comprobar lo que se presumía. Marcó 49 goles en 105 partidos entre amistosos y oficiales, brilla por luz propia y por la que le ofrece al espectáculo, pero ha pecado según los peregrinos del resultado: no ganó ningún título.

La dialéctica entre el juego y el resultado tiene una historia un poco mas añeja que la relación de Messi con la selección. La victoria argentina en el Mundial de México pero, sobre todo, el sub-campeonato en Italia han aportado a la causa que escinde al juego del juego. Desde aquellos años lo instalado es que se debe ganar porque el juego así lo requiere, es parte indispensable triunfar. No importan las formas. Se habla de carácter, de mística, de hombría, de huevos, de personalidad.

Necio sería negar que la victoria es lo que se persigue cada vez que se inicia un juego, sin embargo lo que se ha ido olvidando con el correr del tiempo es que antes que la victoria está el juego mismo, la forma en la que se lo piensa y ejecuta. El riesgo de analizarlo desde la chapa final radica en no poder explicar lo sucedido. El riesgo de tener a Messi es que todo lo hecho por la selección sea medido según su desempeño.

En las eliminatorias a la cita mundialista de Alemania 2006, tan solo participó en tres encuentros. Todo estaba cocinado en parte por algunos resultados logrados por Marcelo Bielsa antes de irse y luego con la llegada del actual entrenador de la selección colombiana, José Pekerman. Entonces la lupa se pondría entre julio y agosto del 2006.

Su ausencia en el partido de cuartos que nos devolvió a casa, aquella imagen de niño sin posibilidad de jugar fue el caballito de batalla de muchos que encontraron allí una explicación de lo sucedido. Ya se había elogiado lo hecho por la selección en los primeros partidos que pareció imposible pensar el partido con México críticamente y luego poco se habló de por qué Tévez terminó chocando mas que jugando contra los defensores alemanes, incluso con el partido a favor; del cambio de Cambiasso por Riquelme, etc.

No ganamos la final de la Copa América en el 2007. Brasil nos goleó 3 a 0. Los que comparan sin importar los contextos, hicieron rodar el rumor de que “allá gana todo pero acá no aparece en las difíciles”. Entonces la selección argentina no tenía que jugar como el Barcelona, sino que tenía que ganar como el Barcelona y Messi tenía que hacer goles como contra el Getafe.

El Oro en los Juegos Olímpicos de Beijing lo gana cualquiera si total las selecciones que se presentan, algunas incluso, no llegan a completar la plantilla. Además, si la ganó el perdedor de Bielsa, cómo no la va a ganar Batista. En 2010, en Sudáfrica, quizás la excepción a la regla estuvo en que solo Maradona pudo eclipsar a Messi. Los analistas igual remarcaron que el “10” de campo no marcó ningún tanto.

La Copa América disputada en nuestro país y la salida en Cuartos en aquella fría noche santafesina, aumentó los cantos de sirenas de los que no pierden nunca. Nobleza obliga, por un tiempo Tévez dejó de ser “el jugador del pueblo”. Claro, falló el penal en la definición con Uruguay.

La ausencia de Brasil alivianó el camino a su tierra. Fue amo y señor de la selección. A la cita brasilera llegó como estandarte de una delantera de fuego. La derrota con Alemania poco se explicó por lo táctico y mucho por los desaciertos a la hora de la definición. Ahí, también estuvo Messi que falló por centímetros no por impericia.

Con la de Plata en el pecho poco le importa a los que lo miran desde las cabinas el recorrido. Se perdió, algo no hizo él que siempre hace todo. Poco importaron el gol de diferencia con Bosnia, Irán y Nigeria en la primera fase. Poco importó pensar que ese equipo de temible delantera se transformó en un equipo de equilibradísima defensa y doble cinco con Lavezzi y Palacio como volantes.

Llegó Martino. La palabra lírico y romántico volvieron con su significación despectiva. Llegó la Copa América. Y otra vez segundos. Y otra vez Messi que no aparece, que no corre, que no gana como en el Barcelona.

Serán siete u ocho semanas. Para Martino cuatro partidos de las eliminatorias. Para los espectadores una ausencia indisimulable. Para los que ocupan los micrófonos y los ríos de tinta la posibilidad de hablar de fútbol pero hay que ver si Messi los deja.

Federico Coguzza – @Ellanzallama

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