23 septiembre, 2015
Más allá de Verbitsky
Por Juan Manuel Erazo. El periodista y productor Gabriel Levinas publicó recientemente una biografía del escritor y activista por los derechos humanos Horacio Verbitsky. Doble agente, es el título de la obra que teje un manto de dudas sobre el rol que jugó Verbitsky en la última dictadura militar ¿Hay algo más detrás de las acusaciones contra un solo hombre?

Por Juan Manuel Erazo. El periodista y productor Gabriel Levinas publicó recientemente una biografía del escritor y activista por los derechos humanos Horacio Verbitsky. Doble agente, es el título de la obra que teje un manto de dudas sobre el rol que jugó Verbitsky en la última dictadura militar ¿Hay algo más detrás de las acusaciones contra un solo hombre?
Acerca del mensajero
¿Quién es Gabriel Levinas? El actual productor de Jorge Lanata, encuentra varios puntos de coincidencia con la carrera del (¿célebre?) periodista. Al igual que Lanata ha pasado del periodismo alternativo a ser una especie de sicario mediático, no más que un Jorge Rial del periodismo de investigación que pone la profesión al servicio del mejor postor.
Los años de cabeza de redacción en El Porteño quedaron atrás. Esa agitada trinchera de palabras donde confluían poetas, activistas de derechos humanos, cronistas policiales y militantes de la diversidad sexual en plena década del ochenta, supo meterse en el controvertido terreno de la denuncia política.
En la actualidad, también dirige el portal digital de noticias plazademayo.com donde dispara contra el Gobierno Nacional desde un gorilismo con aires de intelectualidad. Funcional a las nuevas derechas que disfrazan sus discursos con mascaras de renovación y rebeldía, Levinas no se diferencia mucho de un Mariano Grondona o un Joaquín Morales Solá.
Evidentemente, de la bohemia alternativa y contestataria de los ochenta solo le quedan los lentes y las obras de León Ferrari por las cuales volvió a la agenda mediática al ser llamado a juicio oral por el presunto hurto de las mismas. Luego de reconocer la acusación, debió establecer un acuerdo de pago por la deuda sostenida hacia los propietarios de las obras artísticas.
Verbitsky bajo la lupa
Gabriel Levinas, sostiene en su biografía que Horacio Verbitsky colaboró con la dictadura militar cuando fue contratado por el Instituto Argentino de Historia Aeronáutica Jorge Newbery. El Instituto habría sido, según Levinas “un alter ego del Comando en Jefe de la Fuerza Aérea”. La contratación de Verbitsky fue realizada por el Comodoro Juan José Güiraldes, a quien Levinas definió como un militar “muy ligado a las fuerzas armadas e intelectual orgánico de la dictadura”.
No es la primera vez que se sostiene un vinculo entre el columnista de Pagina/12 y funcionarios de la dictadura. En las sucesivas cartas y declaraciones que cruzaron con el ex diputado Miguel Bonasso, ambos se tiraron con artillería pesada al acusarse mutuamente de “dejar caer” o “tomar una actitud sospechosa” al referirse al secuestro y la desaparición de Rodolfo Walsh.
No obstante, la rapidez con que la reciente noticia fue ampliada en los portales digitales del Grupo Clarín bajo el título “Acusan a Horacio Verbitsky de haber trabajado para la dictadura”, dejan entrever que el golpe (por derecha) ya estaba dado y con objetivos bien claros: deslegitimar no solo a Verbitsky, sino a la política de derechos humanos emprendida en estos últimos años.
Verbitsky puede ser una persona más o menos cuestionable o reivindicable. Puede caer bajo el ojo de las sospechas con derecho a defenderse. Pero los intereses que están detrás de las recientes acusaciones responden a actores ya conocidos. La inteligencia mediática esta puesta a disposición de los sectores más conservadores. En estos tiempos de lecturas entre líneas es importante identificar bien de donde vienen los mensajes, los mensajeros y cuál es la empresa emisora.
Palabras intencionadas
Bajo el título “La democracia se construye con verdad y con justicia”, más de 300 académicos (en su mayoría investigadores de la historia reciente de nuestro país) manifestaron su preocupación ante las recientes intervenciones de editoriales del diario La Nación y mesas de la Universidad Católica Argentina y de San Andrés.
La preocupación no es menor, las editoriales mencionadas apuntan a modificar los consensos sociales en cuanto a la condena del Terrorismo de Estado, una tarea sin dudas compleja, que ha tomado largos años de análisis, y centralmente, movilización.
“Las políticas públicas para procesar las violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos han abarcado esfuerzos reconocidos en el país y a escala internacional”, resalta el documento valorando los avances logrados en estos últimos años en materia de derechos humanos y memoria activa. Para los sectores más retardatarios de la política argentina se torna necesario poner en tela de juicio estos avances que siempre han visto con resquemor.
Pablo Pimentel, referente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Matanza manifestó en una entrevista: “Sobre los presidenciables, la verdad que ninguno de los que están pueden asegurar una defensa irrestricta de los derechos humanos, es decir, que vamos a tener que remar de vuelta en dulce de leche como se ha remado en el menemismo, sobre todo con Massa y Macri. Scioli, si uno mira su gabinete puede pensar que tampoco va a asegurar nada, por qué lo tiene a (Alejandro) Granados sino, por qué lo tiene a (Ricardo) Casal, que no son pro-derechos humanos. Nosotros no tenemos ningún tipo de esperanza en estos tipos”.
La defensa de lo que se haya logrado (que no vino de arriba), poco o mucho, correrá por cuenta de los organismos de derechos humanos, de las organizaciones políticas, de las juventudes venideras. Cuestionar a Verbitsky, cuestionar que la política de derechos humanos de los últimos diez años ha avanzado poco y nada en materia de violencia institucional, nunca puede ser funcional al retroceso de los avances conquistados en materia de crímenes de lesa humanidad cometidos durante el Proceso.
Mientras tanto, La Nación sostiene en sus editoriales que “después de una década en la que muchos de nuestros valores tradicionales han sido perversamente subvertidos y despreciados” es necesario reforzar los “deberes civiles”. Nos adentramos a tiempos de recambios políticos donde los principales candidatos al sillón de Rivadavia significan un giro conservador del sistema político. La atmósfera va tomando una mayor densidad, las palabras también.
@JuanchiVasco
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