Fútbol argentino

22 septiembre, 2015

Tevez y los matices de la violencia con la que todos estamos de acuerdo

El planchazo que Carlos Tévez le pegó a Ezequiel Ham provocándole la rotura de tibia y peroné desató todo tipo de debates. Desde el pedido de suspensión del jugador de Boca por el mismo tiempo que la lesión del de Argentinos, hasta la defensa acrítica del ídolo boquense. Sin embargo el trasfondo es otro: todos estamos de acuerdo con la violencia, el problema es hasta dónde.

El planchazo que Carlos Tévez le pegó a Ezequiel Ham provocándole la rotura de tibia y peroné desató todo tipo de debates. Desde el pedido de suspensión del jugador de Boca por el mismo tiempo que la lesión del de Argentinos, hasta la defensa acrítica del ídolo boquense. Sin embargo el trasfondo es otro: todos estamos de acuerdo con la violencia, el problema es hasta dónde.

Con motivo de la suspensión del partido de vuelta entre Boca y River por la Copa Libertadores 2015, Revista Un Caño volvió a publicar un artículo del año 2006 firmado por Alejandro Caravario. La nota, titulada «La violencia es parte del show», hacia referencia a lo que pasaba en las tribunas pero también puede aplicar a lo que sucede dentro del terreno de juego.

«Digámoslo de una vez: todos estamos de acuerdo con la violencia», disparaba Caravario y llamaba a que «antes de seguir despotricando como fariseos, retrocedamos hasta ese punto. Luego, sí, discutamos los matices. Esto es, qué grado de violencia estamos dispuestos a tolerar y, en todo caso, a acompañar».

Las palabras, que en principio pueden sonar polémicas y ofender a más de una persona que considera que esos dichos no la representan, tienen una lógica implacable.

El artículo de Revista Un Caño enumera: «Una posibilidad es que, en tanto el juego continúe, no lo consideremos violencia. También podemos evitarnos el rictus reflexivo y los adjetivos de indignación mientras no haya sangre. O mientras no participe la barra brava. O mientras la policía no utilice su armamento». Pero no se queda ahí y pregunta: «¿El proyectil que noquea a un juez de línea es más violento que la trompada que se liga un hincha? ¿Los insultos reiterados como latiguillo de tortura hacia un futbolista son más respetables que un cantito racista? ¿Las apretadas de los plateístas a los infiltrados visitantes tienen mayores atenuantes que las de Rafa Di Zeo?».

Y ahora si, podemos volver a la cancha. La patada de Tevez fue descalificadora y mereció la expulsión. Eso está fuera de discusión. Ahora ¿por qué el encono de pedir sanción de oficio, suspensión por mil fechas? ¿Por qué del otro lado una defensa irrestricta ante una jugada que no merecía otra cosa que la tarjeta roja?

Porque la discusión está en los matices de la violencia y en sus resultados: ¿si Tevez no lo quebraba que pasaba? la patada, igual, era de violencia extrema pero ¿se hubiera pedido con tanta fuerza una sanción? El domingo por la noche Gonzalo Prosperi le tiró una patada en la cara a Gustavo Bou. Por suerte falló ¿Qué pasaba si acertaba?

Y, obviamente, también cuenta a la hora del análisis quiénes son los que pegan. Más allá de algunas comparaciones forzadas en las redes sociales, no fue recibida de la misma forma por los medios y el público en general esta agresión de Tevez a Ham que, por ejemplo, la de Agustín Orión contra Carlos Bueno. O ni hablar la del defensor de Crucero del Norte, Federico Rosso, que le rompió los ligamentos a Gonzalo Castellani.

«¿En qué momento se jodió el Perú? Así arranca Conversación en la Catedral, esa gran novela de Vargas Llosa. En este fin de semana en el que se mezclaron una lesión muy jodida, una infracción que mereció ser sancionada como correspondía (roja directa) y un grado de histeria que ya forma parte del insano folklore de nuestro fútbol donde la palabra ‘mala leche’ sale como por un tubo sin mínimas reflexiones, vale preguntarse, tal como lo hizo ese peruano tan buen escritor como recalcitrante, en qué momento se jodió el fútbol argentino».

La reflexión la publicó en su Facebook el periodista Sebastián Tafuro y da en la tecla. Periodistas, comentaristas e hinchas se la pasan pidiendo «huevo», que los jugadores «vayan al frente». Revindican a los que juegan con «actitud», aunque quizás no puedan dar dos pases seguidos.

Ahí es donde, como señala Caravaro, «la violencia que no tomamos por tal ha pasado por un diluyente que solemos denominar, sin discriminaciones, ‘pasión”.

No es la intención de este artículo hacer un señalamiento moral y reclamar por la ética perdida. No. Pero si que nos hagamos cargo que si el fútbol argentino se jodió es porque así lo queremos. Porque le damos más relevancia al que raspa o pega sin que el árbitro lo vea, que a quién tira un caño, una gambeta o hace un gol.

Así lo señaló Lucas Jiménez, también periodista deportivo, cuando sostuvo que el golazo de Gio Simeone el último fin de semana tras una hermosa jugada colectiva de Banfield, tiene poco más de 120 mil reproducciones en Youtube. La patada de Tevez a Ham ya supera el millón 700 mil.

La conclusión de Jiménez es contundente: «Después no pidamos ganarle a Alemania».

Santiago Mayor – @SantiMayor

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