Europa

7 septiembre, 2015

Aylan, la crisis humanitaria y la barbarie europea

Aylan Kurdi tenía apenas tres años y la foto de su cadáver en las costas de Turquía impactó al mundo entero. Su familia huía de la guerra en Siria y del terror sembrado por el Estado Islámico. La hipocresía de los gobiernos europeos y el sensacionalismo de los medios obviaron analizar las responsabilidades de los acontecimientos.

Aylan Kurdi tenía apenas tres años y la foto de su cadáver en las costas de Turquía impactó al mundo entero. Su familia huía de la guerra en Siria y del terror sembrado por el Estado Islámico. Su madre Rehan y su hermano Galip tampoco sobrevivieron a la travesía por el mediterraneo de la que fueron parte junto a 30 sirios que buscaban llegar a Grecia.

La mayoría de los dirigentes políticos de Europa que durante todo el año pusieron su atención en humillar al gobierno griego haciéndolo aceptar un nuevo plan de ajuste, ahora reaccionan ante el escándalo provocado por la impactante imagen de Aylan. Mientras tanto, diversos medios de comunicación se limitan a expresar el sensacionalismo visual provocado por la foto. En ningún caso parce haber responsables.

Fatima Kurdi, era la tía de Aylan y vivía en Canadá. Allí comienza la hipocresía del caso pocas veces mencionada. La familia Kurdi en Siria había solicitado en el mes de enero viajar a ese país en calidad de refugiados. Esa solicitud fue rechazada en junio. Sin embargo, luego de que se difundieran las fotos del cadáver de Aylan, Canadá le ofreció a su padre -Abdullah- asilo. Luego de perder a toda su familia, Abdullah rechazó la propuesta.

La crisis humanitaria está en Europa

El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, propone que cada Estado miembro de la Unión abra un cupo para repartir 120 mil refugiados mientras que la ONU reclama que esa cifra debe ser de al menos 200 mil. Alemania y Francia aceptan la propuesta de Juncker e impulsan un sistema europeo unificado de asilo. Entre sus iniciativas están medidas que «diferencien» a quienes tienen «derecho» a pedir asilo y a quienes no.

Mientras tanto el presidente francés sigue invirtiendo en vallas y vigilancia policial para custodiar a los 3.500 refugiados en Callais. Por el otro lado Merkel, hace pocas semanas cuando visitó un centro de refugiados, fue repudiada por una movilización xenófoba, su política conservadora entra en contradicción con las intenciones de los grupos de derecha aún más reaccionarios en el país.

El colmo de la hipocresía lo expresa el primer ministro británico David Cameron. En una conferencia de prensa en Portugal se mostró sensibilizado por la muerte de Aylan y declaró: «El Reino Unido actuará con cabeza y corazón facilitando asilo a quienes lo necesitan y trabajando en soluciones a largo plazo en esta crisis». De repente pareció olvidarse que hasta hace unas semanas sostenía posicones como: que los inmigrantes eran una «plaga», que era necesario «proteger nuestras fronteras» y que «no podemos permitir que la gente se cuele en nuestro país».

La Unión Europea: una fábrica de desigualdad

El Tratado de Dublín que rige las políticas de asilo de la Unión Europea es una expresión de la desigualdad y exclusión sobre la que está fundada el intento de integración continental. En el tratado se establece que quienes busquen refugiarse en la Unión Europea deben registrarse en el primer país al que arriben «aunque no conozcan el idioma ni tengan afinidades culturales». Está medida condena a los países del sur de Europa a hacerse cargo de las mayorías de las solicitudes de asilo independientemente de la voluntad de los refugiados y el país en cuestión.

La mayoría no busca llegar a países como Grecia, Hungría, Italia o España, que son los países más golpeados por la crisis económica.

Este tratado además de servir para expulsar a miles de refugiados del continente, es utilizado para fortalecer las relaciones de desigualdad entre los países del sur y el norte. Mientras se sostiene la importancia de la unidad monetaria o de un parlamento común no se sostiene la reciprocidad en las responsabilidades humanitarias básicas.

Actualmente una de las peores escenas de la crisis se da en Hungría dónde el primer ministro nacionalista Viktor Orbán expresa una posición de mano dura contra los refugiados. Allí miles de migrantes son detenidos en campos y los trenes son varados para evitar el paso. En el país ya hay construida una valla de metro y medio de altura en la frontera con Serbia y para octubre se espera que esté concluido un nuevo muro de cuatro metros.

Otro caso es el de Grecia. No sólo se trata del país con más deuda externa del continente sino que también es el país que más inmigrantes ha recibido en el 2015. Allí se expresan en estos días las política xenófobas que se dan en el medio de la campaña electoral. Los neonazis de Amanecer Dorado reparten comida en el centro de Atenas solo para aquellos que presenten documento de identidad como parte de su campaña proselitista que denuncia la asistencia del Estado a los inmigrantes.

En Italia el primer ministro italiano, Matteo Renzi, luego de convocar una nueva cumbre de la Unión Europea para el próximo 14 de septiembre, declaró que la Unión «tiene que dejar de conmoverse y empezar a moverse». Sostuvo que espera que no se repita la situación que se dio en la cumbre extraordinaria de abril luego de la tragedia del Canal de Sicilia -en la que murieron en un naufragio cientos de personas- cuando se tomaron medidas insuficientes.

Por su parte España, dónde el gobierno se había negado a aceptar la cuota de refugiados que propone la Unión Europea, la semana pasada la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría sostenía que «la capacidad de acogida está saturada» y que el país no podía recibir una cifra superior a dos mil refugiados. No obstante, ante el escándalo desatado por la foto de Aylan, el gobierno armó a una «comisión interministerial» que convoca a una «conferencia sectorial» para esta semana.

Una posición distinta asumieron las fuerzas del cambio. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, propuso crear una red de ciudades en España que reciba a refugiados sirios. Manuela Carmena, en Madrid, ha lanzado un fondo de diez millones de euros para un plan de apoyo a los refugiados y sostuvo que el mismo no alcanzaba pues el gobierno español debía proponer una solución integral. Por su parte, Podemos lanzó la campaña #Podemosacoge en dónde se exige la derogación del tratado de Dublín.

La barbarie es parte de Europa

Hace poco más de cien años, a la luz de la Primera Guerra Mundial, José Ingenieros escribió El suicidio de los bárbaros. Allí destacaba que el modelo de civilización europea se había terminado y que quienes daban lecciones de civilización al mundo entero culminaban siendo unos bárbaros.

No son pocos los que comparan la actual crisis de Europa con las que dieron lugar a dos guerras mundiales en el siglo pasado. Y a la luz de un análisis minucioso se puede dar cuenta de que la «crisis migratoria» se conjuga con una crisis económica, política e ideológica. Esta crisis humanitaria nuevamente expresa que los que dan lecciones de civilización, lejos de defender los valores de la igualdad, la libertad y la fraternidad, han sido siempre unos bárbaros.

La propuesta de «socialismo o barbarie» formulada por Rosa Luxemburgo en la primera guerra mundial también tiene lugar en esta nueva crisis.

Lucas Villasenin – @villaseninl

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