1 septiembre, 2015
Rosario: una vez más la justicia popular es ninguneada
Por Lucía Pérez, desde Rosario. Franco Casco, el Triple Crimen de Moreno y Gerardo “Pichón” Escobar. Tres casos de violencia y abandono estatal en la muerte de jóvenes que el pasado lunes mostraron novedades y reveses en Rosario, una ciudad donde la muerte y la impunidad son cada vez más moneda corriente.

Por Lucía Pérez, desde Rosario. El último día del mes de agosto estuvo colmado de sensaciones encontradas. Rosario es una ciudad que viene sufriendo, desde hace años, sistemáticos golpes a la justicia popular. Para dar cuenta de esto sobran ejemplos, sin embargo hay tres que hoy se presentan como indispensables para dejar ver la impunidad y negligencia con la que se maneja la justicia en nuestra provincia.
Franco Casco
Hace poco más de diez meses un joven oriundo de Florencia Varela, provincia de Buenos Aires, fue hallado muerto en el río Paraná luego de semanas de ser intensamente buscado por familiares y amigos, junto a organizaciones sociales. Su desaparición fue vinculada con efectivos policiales de la seccional 7ma que golpearon brutalmente al joven luego de detenerlo injustamente por “portación de rostro”. En esa dependencia policial Franco Casco fue visto con vida por última vez.
Mientras desde el oficialismo municipal se intentaba encasillar esta desaparición y muerte como un hecho más de violencia, obviaban señalar a las autoridades policiales que luego fueron identificadas como responsables del hecho, o al menos de su encubrimiento. Franco no es un pibe más muerto por la impunidad y la desidia de un poder político que elige “perder” pibes. Franco fue un pibe forzadamente desaparecido y por esta práctica hay responsables.
Jere, Mono y Patom
En el mes de diciembre del 2014, por otro lado, familiares, amigos, compañeros de militancia y un centenar de hombres y mujeres, organizaciones sociales y sindicales celebraron condenas ejemplares para los responsables del triple crimen de Moreno, el asesinato de tres jóvenes militantes, Jere, Mono y Patom, que el 1 de enero de 2012 perdieron la vida en mano de sicarios del narcotráfico.
Luego de largos años de una incansable lucha exigiendo justicia para que el caso se esclareciera y que deje de llamarse mediáticamente “ajuste de cuentas” cuando de lo que se trataba era de la muerte injusta de tres jóvenes que celebraban el comienzo de año en la canchita de su barrio, todo parecía indicar que esa justicia popular existía y se asistía así a una condena ejemplar.
Sin embargo, también este lunes 31 de agosto, la Cámara Penal de la Provincia decidió absolver a uno de los acusados, Brian «Pescadito» Sprío -quien había sido condenado a 28 años- y bajar la condena a dos más, Mauricio Palavecino a 19 años de prisión -había sido condenado en diciembre a 24 años- y Daniel «Teletubi» Delgado, que pasó de 30 a 21 años de prisión por ser coautor del triple homicidio. La única condena ratificada fue la del líder de la banda, Sergio «Quemado» Rodríguez, quien cumplirá una pena de 32 años.
Esta provocadora resolución tira por tierra la conquista lograda el año pasado y así lo expresaron los cánticos y ánimos de los manifestantes que esperaban en la puerta de los tribunales provinciales.
El Juicio por el triple crimen de Villa Moreno cobró gran relevancia en Rosario, fruto de una lucha por visibilizar el entramado político y policial que existe en la ciudad, a la par que mostró la realidad que viven y sufren los pibes y pibas asesinados diariamente en los barrios populares, cuando se pretende hacerlos responsables de sus muertes por el solo hecho de ser pobres.
Vale aclarar que la Cámara Penal está compuesta por Depetri y Acosta junto al juez Prunotto Laborde, el mismo que amenazó al padre de Paula Perassi luego de haber otorgado la libertad a los procesados por la desaparición de su hija.
Son sobradas las muestras de impunidad con la que se opera desde la justicia provincial y lamentablemente siguen apareciendo pibes flotando en el río que vienen a reafirmar estas denuncias.
Gerardo “Pichón” Escobar
Hace aproximadamente 20 días, Gerardo “Pichón” Escobar un joven de 23 años fue a bailar a un boliche de la ciudad y nunca volvió a su casa. Su familia, amigos y compañeros de trabajo, junto a organizaciones sociales y políticas denunciaron su desaparición, al mismo tiempo que exigían al Estado municipal, provincial y nacional que se intensifique su búsqueda. Que una persona salga a bailar a la noche y no vuelva no es sorpresivo, lo llamativo y preocupante es que luego de varios días de no tener noticias, el Estado no de respuesta sobre los procedimientos que se llevan a cabo para hallar a tal persona.
La ciudad es testigo de un nuevo caso de desaparición forzada plagado de irregularidades. Desde las hipótesis de la fiscalía hasta los principales responsables, el oficialismo optó por dilatar la investigación y entorpecer con falsos testigos y pistas.
En las primeras horas de la mañana del lunes, los tribunales provinciales también se vistieron de Pichón. Distintas organizaciones sociales y políticas, sindicales y gremiales presentaron un Habeas Corpus preventivo solicitando el cese del hostigamiento al abogado de la familia de Gerardo Escobar, Salvador Vera, por parte del Ministerio Público Fiscal. Los firmantes del documento sostienen que se trata de un hecho de intimidación ya que es citado “a prestar declaración el 28/08 como testigo en la causa en la que se investiga la muerte de Gerardo, reiterada para el lunes 31/08”. A su vez, afirman “esas citaciones configuran un intento de acallar la voz disonante de la familia Escobar.”
Mientras durante dos semanas la voz de la familia de Pichón no fue tenida en cuenta y sus aportes y datos eran desvalorizados, hoy se presentan con bombos y platillos las “buenas nuevas” en el caso. Los fiscales Marisol Fabbro y Rafael Coria decidieron imputar a los cinco detenidos, dos policías y tres efectivos de seguridad que trabajaban en el bar La Tienda. Las pistas estaban en un material fílmico que les permitió atribuir el homicidio a uno de ellos, mientras que los otros cuatro fueron señalados por encubrimiento agravado.
El último día del mes de agosto estuvo colmado de sensaciones encontradas. La mañana de un lunes que auguraba un nuevo día de felicidad y esperanza por la recuperación de la nieta número 117 se vio teñida de negro. Mientras el proceso de restitución de nietos y nietas nos devuelve la esperanza y hace que la memoria esté más viva que nunca, la democracia del presente también da lugar, lamentablemente, a que nuestro pibes sigan apareciendo en el río.
@LuPerezRivera
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