1 septiembre, 2015
Francisco y el aborto en el marco del Jubileo de la Misericordia
Este 1 de septiembre la noticia recorrió el planeta: el Papa Francisco encomendó a los obispos y sacerdotes de todo el mundo a «absolver del pecado del aborto» a quienes «arrepentidos de corazón piden perdón por ello».

Este 1 de septiembre la noticia recorrió el planeta: el Papa Francisco encomendó a los obispos y sacerdotes de todo el mundo a «absolver del pecado del aborto» a quienes «arrepentidos de corazón piden perdón por ello».
Si bien la decisión sorprende y supone cierta apertura, ya que invita a comprender que en determinadas circunstancias mujeres han abortado por «condicionamientos» que «las condujeron a esa decisión», en términos de la doctrina no modifica ninguna posición de la Iglesia Católica.
Según la doctrina católica, el aborto es un pecado que lleva a quienes lo facilitan o lo realizan a la excomunión automática y un sacerdote sólo lo puede absolver por orden de un obispo o del pontífice. Esto es lo que sucederá durante el año del Jubileo de la Misericordia, convocado por Francisco, que se llevará a cabo entre el 8 de diciembre de 2015 y el 20 de noviembre de 2016.
Los detalles de este anuncio se pudieron leer en la carta enviada por el Papa al presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, encargado de organizar el Año Santo extraordinario convocado por el pontífice y publicada por la oficina de prensa del Vaticano.
«El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido», sostiene Francisco y desde allí argumenta su posición para absolver de pecados a todas las personas que lo necesiten. Allí incluye a quienes han practicado abortos, como también a las personas que han sido condenadas a prisión, entre otras.
Es así como el obispo de Roma especificó: «Por este motivo he decidido conceder a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón».
«Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el autentico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia», añadió.
Francisco afirmó que «uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación con la vida» y que «algunos viven el drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo».
Pero el Papa también sostuvo que «muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una derrota, consideran no tener otro camino por donde ir» y subrayó que piensa «de forma especial», en las mujeres «que han recurrido al aborto» porque «conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esa decisión».
«Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa. Lo sucedido es profundamente injusto; sin embargo, sólo el hecho de comprenderlo en su verdad puede consentir no perder la esperanza», concluyó.
En la bula (documento) en el que el Papa convocó el Jubileo, ya se incluía que una de las novedades serían los llamados «Misioneros de la Misericordia», sacerdotes enviados por Francisco a distintos lugares para predicar y confesar también los llamados «pecados reservados a la sede apostólica», entre ellos el aborto.
«Para vivir y obtener la indulgencia, los fieles están llamados a realizar una breve peregrinación», durante el año del Jubileo «hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión».
De esta forma «se pueda ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares».
Finalmente, una de las sorpresas de este Jubileo es que Francisco también concede que puedan dar el perdón de los pecados los sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X, los llamados lefebvrianos. Y desea «que se puedan encontrar soluciones para recuperar la plena comunión con los sacerdotes y los superiores de la Fraternidad», que no reconoce las novedades introducidas en el Concilio Vaticano II, lo que desató en 1988 un cisma en la Iglesia Católica.
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