América del Norte

31 agosto, 2015

«En EEUU hay un pueblo que quiere una sociedad diferente»

La documentalista gallega Ana Laura Pereira habló de su más reciente documental Sin justicia no hay paz. Baltimore 2015 donde muestra las rebeliones populares que estallaron en Baltimore, Estados Unidos, a partir de la violencia contra la comunidad afroamericana.

La documentalista gallega Ana Laura Pereira habló de su más reciente documental Sin justicia no hay paz. Baltimore 2015 donde muestra las rebeliones populares que estallaron en Baltimore, Estados Unidos, a partir de la violencia contra la comunidad afroamericana.

Pereira dialogó con L’Ombelico del Mondo, programa internacional de Radionauta, y detalló el impacto que tuvo el filme estrenado recientemente en Venezuela tanto en las personas que asistieron a verlo como en sus protagonistas a la hora de la realización.

– ¿Como fue recibida la elaboración y difusión de este documental en los Estados Unidos?

– Fuimos a Estados Unidos como fuimos a Honduras cuando fue el golpe de Estado (2009), en una situación de urgencia. En ese marco hacemos este tipo de cine, cine urgente.

La visión que queremos darle es la que el pueblo, en este caso estadounidense, quiere que le demos porque para nosotros el cine es un instrumento de lucha también. Intentamos visibilizar las causas que a ellos les invisibilizan.

En EEUU, para toda la gente que entrevistamos, era super importante que nuestro documental pudiera salir por Telesur u otros canales internacionales porque dicen que no son escuchados. Que la gente sataniza a los estadounidenses pero hay un pueblo que es revolucionario, que quiere una sociedad diferente y está en contra de las invasiones yanquis. Pero ese pueblo está silenciado tanto por el gobierno como por los medios.

– ¿Qué repercusión ha tenido en el público latinoamericano un trabajo hecho de esta manera, con urgencia, social y político, respecto a lo que sucede en este momento allá?

– De momento solo hemos hecho el estreno en Venezuela. Aunque la conocemos nos sigue sorprendiendo la capacidad que tiene el pueblo venezolano de ser solidario. Llenamos la sala, había mucha emoción, pero sobre todo después que hicimos una videoconferencia con los protagonistas, la gente les gritaba palabras de apoyo.

Tenemos un continente que está viviendo un proceso muy interesante y quienes asistieron al estreno se encontraban con mucho entusiasmo sabiendo que en el centro del imperio existe esa gente tan parecida.

– ¿El documental fue filmado durante este año?

– Si, después del asesinato de Freddie Gray, que salió la gente a las calles de Baltimore, tuvimos una pequeña reunión con el equipo y decidimos llamar a unos compañeros que tenemos en EEUU para que nos asesoraran sobre como ir. Y nos fuimos para allá en el mes de mayo.

– Todos estos hechos ocurren en el medio de una campaña electoral marcada por estos acontecimientos pero también dichos racistas por parte de algunos de los candidatos ¿cómo se vive este clima pre electoral en el medio de todo lo que está sucediendo?

– Estamos bastante asombrados con la fuerza que está teniendo uno de los candidatos del partido Demócrata que es Bernie Sanders, que es un tipo que se proclama socialista y está teniendo muchísimo apoyo popular.

Creo que la población en EEUU ve por primera vez en su historia una especie de túnel que tiene una luz al final. Una especie de esperanza.

La campaña de Sanders tiene mucha fuerza y es apoyada con mucha fuerza por la gente. No tiene empresas detrás, ni corporaciones. Eso entusiasma mucho. Otra cosa muy importante es que se está gestando una mega marcha para octubre, que recuerda a la marca sobre Washington de los años 60.

El pueblo necesita un cambio de forma urgente. Sí el sistema está obsoleto en el mundo entero, en EEUU es donde más lo está. La gentrificación (que es el desplazamiento de la gente de las ciudades a los suburbios), el desempleo, la decadencia absoluta hace que la gente esté desesperada.

Hay un tema sobre el que se reflexiona en la película que es la esclavitud. Los protagonistas dicen que los únicos inmigrantes que no llegaron por su propia voluntad a EEUU son los negros. Y hablan de la transformación de los modelos de esclavitud: si al principio se trabajaba gratis, después se trabajaba por un salario miserable y ahora la explotación es el desempleo.

Es la gente que no tiene para llegar a fin de mes donde el dinero lo mueve todo porque no existe ningún sistema de protección social.

– Vos hablaste de Sanders, es interesante ver también del lado opuesto el caso de Donald Trump que se ha hecho famoso en todo el mundo con su campaña anti hispanos, anti inmigrantes.

– Donald Trump no tiene ninguna posibilidad. Obama que es supuestamente mucho más progresista que Trump ha decepcionado muchísimo a la población negra.

Fue un voto muy importante el de la población negra a Obama y muchos nos dijeron «no, Obama no es negro», «¿Y por qué?», porque pactó con la burguesía. El tema de la negritud es también un tema de lucha de clases. Las comunidades negras no solo se defienden por un tema racial, si no también por una mala redistribución de la riqueza y sobre todo de los medios de producción.

– La sinopsis de la película arranca diciendo: «En el centro del mundo capitalista, a 40 kilómetros de la capital del Imperio». En este trabajo fuiste al corazón del imperio, pero en otro trabajo que mencionaste, fuiste a Honduras donde el Imperio logró desestabilizar y hacer un golpe de Estado ¿Qué relaciones encontrás entre estos dos documentales?

– La película que hicimos en Honduras es muy parecida a esta. La de Honduras se llama Éramos invisibles porque el pueblo hondureño cuando salió a las calles después del golpe por fin fue visibilizado. Y ahí es que uno de los protagonistas dice «éramos invisibles».

Lo que ocurre en Baltimore es exactamente lo mismo. También la población se siente totalmente silenciada.

Respecto a lo cercano que está Baltimore de Washington es uno de los motivos por los cuales fue atajado tan rápido lo que pasaba ahí. Porque Baltimore es la ciudad de al lado de Washington y el miedo que tienen los políticos y las grandes corporaciones es que se les contagie esa conflictividad.

– ¿Por qué siendo gallega decidiste radicarte en Venezuela y venir a hacer cine documental en América Latina?

– Porque aquí hay esperanza. Aunque en realidad yo no llego por eso, si no porque soy trabajadora social y aquí había niños de la calle con los que quería trabajar. Me dolía mucho esa situación.

Escogí Venezuela porque acababa de haber un golpe de Estado y me interesaba mucho políticamente como estaba cambiando de rumbo el continente. Me vengo justo en un año que explota la esperanza en Venezuela, en 2004 cuando se gana el referéndum revocatorio, y ese nivel de esperanza y amor colectivo se me enganchó por dentro y no me soltó más.

De alguna forma cualquier internacionalista en un país como este siempre es bienvenido y cumple sus sueños.

 

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