18 agosto, 2015
El avance del PRO y los aires de renovación en la provincia
Por Ulises Bosia. En el interior de la provincia de Buenos Aires se expresó un gran crecimiento del PRO, que le permitió capitalizar la gran mayoría del tradicional voto antiperonista. En el Conurbano se destacó el recambio de varios dirigentes con mucho peso local por nuevas figuras.
Por Ulises Bosia. En el interior de la provincia de Buenos Aires se expresó un gran crecimiento del PRO, que le permitió capitalizar la gran mayoría del tradicional voto antiperonista. En el Conurbano se destacó el recambio de varios dirigentes con mucho peso local por nuevas figuras.
María Eugenia Vidal, actual vicejefa de gobierno porteño, llegó a la precandidatura a la gobernación de la provincia como plan B, una vez que Gabriela Michetti se decidió a dar pelea en la interna capitalina. Con altísimos niveles de desconocimiento público y mediante la alianza del PRO con el panradicalismo (sólo le faltó acordar con Stolbizer para reunir a todo este espacio), consiguió instalarse como una alternativa competitiva frente al peronismo en el principal distrito electoral del país.
No es poca cosa para una fuerza política que hasta ahora se caracteriza por no haber logrado afirmar su predominio más allá de la General Paz, en gran medida debido a la voluntad del pueblo santafesino, que le negó la gobernación a Miguel Del Sel, y ahora ubicó en segundo lugar en las PASO a un Reutemann, embanderado de amarillo.
Vidal encabezó las votaciones en las secciones V, VI, VII y VIII, lo que a nivel territorial es una parte muy importante de la provincia, y perdió por muy poco en la II y en la IV. En las multitudinarias I y III, que reúnen al Conurbano, se sustentó la primacía del Frente para la Victoria. El crecimiento del PRO, además, se expresa en el triunfo de sus precandidatos a intendente en ciudades de la talla de Mar del Plata, Bahía Blanca, La Plata y Junín.
Es decir que tras varios años finalmente logró ubicar a una figura propia como Vidal en un lugar competitivo en la provincia que, aunque no gane ahora, le permitirá encarar las elecciones de 2017 con una candidatura fuerte. Por otro lado, si bien su principal apoyo estuvo en el interior de la provincia, logró avanzar sustancialmente en el Conurbano, algo imprescindible para sustentar un triunfo en la gobernación. En especial en municipios como Morón o Tres de Febrero, llegará a las elecciones definitivas con expectativas.
Su número de votos calca casi perfectamente los guarismos totales de Cambiemos, por lo que fácilmente se interpreta el origen de arrastre de la votación de Vidal, que de todas maneras tiene su mérito porque sus votos no se dispersaron ante otro candidato opositor fuerte y afin al «campo» como Felipe Solá. El PRO consigue que sus distintos representantes aparezcan como parte de una misma propuesta, como ya logró convalidar en las urnas Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires.
La baja elección de Margarita Stolbizer revela que en estas PASO la mayor parte de los votantes de tradición radical prefirieron apostar a la opción marcada por la conducción de la UCR de aliarse con el PRO. Probablemente, ante una probable tendencia a la polarización de la elección hacia octubre entre las opciones más «útiles», sea escaso su márgen de crecimiento. Incluso más allá de las fronteras bonaerenses, el balance general de las PASO marca que la centroizquierda opositora fue deglutida por el PRO, con pocas excepciones, llevando a su término un largo recorrido de giro a la derecha.
Aires de cambio en el Conurbano y más allá
En distintos municipios del Conurbano se vivieron desplazamientos sorprendentes. En algunos casos se trata de históricos dirigentes peronistas como Othacehe en Merlo, Di Sabatino en San Vicente o West en Moreno, a manos de sus rivales en las internas del Frente para la Victoria (FPV). En otros de figuras que pagaron el precio de ir y venir al massismo, como Giustozzi en Almirante Brown, también en la interna del FPV.
Pero el fenómeno no solamente afectó al oficialismo sino que también pudo percibirse en el Frente Renovador, por ejemplo en el caso del intendente de Hurlingham, Acuña. O en Malvinas Argentinas y en San Miguel, donde Cariglino y De la Torre perdieron a manos de los respectivos candidatos del FPV.
Y finalmente también se encuentra el ejemplo de Gorosito, histórico intendente radical de Saladillo, que perdió la interna de Cambiemos.
A eso se puede sumar que en distritos como Mercedes o Lanús, donde el FPV no tuvo internas, presentó candidatos “nuevos” como Álvarez, segundo del Ministerio de Justicia, o Ustarroz, hermano de crianza de “Wado” De Pedro.
Es decir que si bien unos de los principales beneficiados de estos aires de renovación fue Unidos y Organizados, y especialmente La Cámpora, el fenómeno va más allá. En varios casos los triunfadores responden a Scioli, o a otros dirigentes del PJ, e incluso en la propia interna del Frente de Izquierda el triunfo de Del Caño puede leerse en esta misma lógica de renovación de antiguas referencias.
Naturalmente, que hayan perdido viejos líderes cuestionados por sus prácticas políticas, especialmente en casos de extrema violencia contra todo tipo de opositores como el caso de Othacehe, es una gran noticia para la democracia. Al mismo tiempo, la política de la “renovación” tiene corto alcance si se queda en un tema de nombres y caras pero no es acompañada por una transformación del proyecto político municipal y la capacidad de llevarlo adelante de los ganadores.
Lo que es seguro es que a pesar de las dificultades de un sistema político funcional a la conservación del dominio existente, la voluntad soberana logró expresarse y desmintió las lecturas estigmatizadoras y subestimadoras que consideran a los votantes del conurbano una masa siempre manipulada por los “caudillos” de turno.
@ulibosia
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