13 agosto, 2015
¿Por qué ganó Del Caño?
Por Ulises Bosia. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) es la única fuerza de izquierda que logró superar las PASO para las elecciones presidenciales. Pero la auténtica sorpresa fue que en su interna Nicolás del Caño y Myriam Bregman vencieron a Jorge Altamira y Juan Carlos Giordano.

Por Ulises Bosia. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) es la única fuerza de izquierda que logró superar las PASO para las elecciones presidenciales. Pero la auténtica sorpresa fue que en su interna Nicolás del Caño y Myriam Bregman vencieron a Jorge Altamira y Juan Carlos Giordano.
El planteo que eligió destacar la lista encabezada por Del Caño fue el de la renovación de la izquierda, expresado principalmente en la juventud de su principal candidato, que se contrapuso de manera contundente a la edad de Altamira, quien ya se postulaba para presidente cuando el diputado por Mendoza contaba solamente nueve años.
El resultado de las PASO ubica ahora a Del Caño como la expresión de una nueva versión de la izquierda, más por esta cuestión generacional que mencionamos que por la novedad de sus planteos de fondo.
En efecto ambas propuestas son prácticamente imposibles de distinguir desde este punto de vista, a lo que se suma que el entendido en el mundo de las izquierdas sabe que el partido de Del Caño -el PTS- se jacta de ser la variante más ortodoxa del trotskismo, al interior de una tradición que a su vez se caracteriza por una enorme hostilidad a cualquier revisión de sus ideas, al punto tal de que considera al «revisionismo» una descalificación política.
Sin embargo, es evidente que los votantes del FIT tienen en mayor estima la necesidad de una renovación de la izquierda que sus dirigentes, algo que la conducción del Partido Obrero (PO) sin duda subestimó. Queda por verse si Del Caño logrará consolidar las expectativas de renovación de sus votantes, no solamente por sus características personales sino fundamentalmente por su capacidad de representar las ideas y sentimientos de sectores mayores de la juventud nacida y criada durante «la década ganada».
Distintas tácticas de campaña
Justamente en este aspecto la campaña electoral de Del Caño muestra mayores diferencias con la de Altamira. No nos referimos tanto a recursos creativos como el videojuego o los spots musicales, terrenos en los que el Partido Obrero también innovó, sino fundamentalmente al perfil de sus campañas, a la agenda elegida y fundamentalmente al votante al que se dirigieron.
El histórico dirigente del Partido Obrero construyó su discurso sobre la base de un sólido antikirchnerismo, buscando ofrecer una alternativa liberal de izquierdas a quienes se identifican en la oposición al proceso abierto en 2003.
El liberalismo de izquierdas no es una novedad en la Argentina sino que Altamira recrea hoy un espacio político de larga presencia en la historia nacional desde hace más de cien años, nacido con el Partido Socialista y continuado por un largo tiempo por el Partido Comunista, siempre en la más férrea oposición al peronismo.
De esta manera tópicos como el de la corrupción, la inflación y el antiestatismo poblaron una agenda centrada en la denuncia del Estado y de la política como actores centrales de la escena nacional, en la que el rol de la burguesía y las presiones de los imperialismos son relativizadas. En pocas palabras, se podría describir el perfil elegido por el Partido Obrero como el del ala izquierda de la «oposición».
El PTS -mediante las figuras de Del Caño y Bregman- forma parte también del espacio del liberalismo de izquierdas. Pero muestra un matiz interesante, que es un intento de dialogar con la base social que apoyó o simpatizó con el kirchnerismo a lo largo de estos años.
Las propias reivindicaciones de la juventud y de la renovación tienen que ver con el ambiente político donde una nueva generación se acercó a la práctica política -más de un analista incluso relacionó la derrota de antiguos líderes pejotistas del conurbano como Othacehe o West con este mismo clima de renovación-.
Pero también se destaca la apelación al voto popular como forma de dirimir las internas, un elemento relacionado al espíritu democrático e institucional que caracteriza al kirchnerismo. Además, la idea de incorporar en su discurso la denuncia de la «casta política» denota el intento de hacer contacto con las simpatías que genera en nuestro país el fenómeno de Podemos en España, quienes construyeron su identidad a partir del rechazo a la «casta».
Finalmente la propia figura de la abogada Bregman indica la decisión de ubicar la temática de los derechos humanos en el centro de su agenda, buscando un debate en el terreno de una de las principales banderas del kirchnerismo.
Los más memoriosos en el mundo de las izquierdas recordarán que el PTS proviene de la corriente «morenista» del trotskismo argentino, en referencia a su ideólogo Nahuel Moreno, aunque hoy reniega de ese pasado. Pareciera, sin embargo, que algún reflejo logró heredar, al menos de sus mejores características, entre la que se destaca la voluntad de orientar su política a una interpelación de los fenómenos más progresivos de cada etapa histórica.
Si Moreno lo intentó con el famoso «entrismo» en el peronismo y más adelante con su momentáneo acercamiento a la Revolución Cubana y al guevarismo, el PTS parece hoy dedicado a buscar un debate con la juventud kirchnerista, aunque con muchísima menor decisión y amplitud que sus antecesores. ¿Podría deberse a esta táctica una parte del triunfo de Del Caño?
El debate sobre la amplitud y el desafío de dejar de ser una izquierda testimonial
Finalmente, llama la atención que un electorado que le reclama a la izquierda la unidad haya premiado en la interna al candidato que rechazó la ampliación del FIT. A decir verdad, la política de ninguno de los dos candidatos se caracteriza por una gran vocación de amplitud ni de unidad. Pero al menos para estas elecciones el PO decidió promover la incorporación de grupos de izquierda de menores dimensiones a sus listas, siempre y cuando no cuestionaran la propuesta programática del FIT ni pusieran en peligro los equilibrios internos entre sus tres integrantes.
Lo interesante es que al calor del crecimiento electoral del FIT ambos candidatos comenzaron a plantear en sus discursos que buscaban que la izquierda sea una auténtica alternativa de poder y deje de ser una opción testimonial. Es decir que como ya hemos analizado en otra oportunidad, la militancia de izquierdas vuelve a discutir estrategias de poder en la Argentina, tras muchísimos años de desorientación.
En el fondo el rechazo a una real ampliación del FIT por parte de ambos candidatos es coherente con sus estrategias de fondo, que preeven salir de la testimonialidad exclusivamente en el marco de una crisis revolucionaria. En cambio, la consolidación del régimen democrático en nuestro país presenta un desafío para esta estrategia, en la medida en que ofrece la posibilidad de una acumulación de fuerzas y de espacios, a cambio de aceptar ciertos niveles de adaptación a las reglas de juego del sistema, propias de una etapa dominada por el reformismo.
Por esa razón, salir de la testimonialidad por fuera de un proceso de profunda crisis política y económica y alza de la lucha de clases, como plantean ambos dirigentes, se presenta altamente contradictorio con la defensa de la ortodoxia y el purismo ideológico. El triunfo de Del Caño es todavía menos promisorio en este sentido que el liderazgo de Altamira que conocimos en los últimos años.
@ulibosia
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