10 agosto, 2015
El PRO obligó a fiscalizar a trabajadores estatales de la ciudad
Desde ATE señalaron que trabajadores estatales fueron obligados a fiscalizar para el PRO en las elecciones municipales de Ituzaingó y Merlo. Aunque haga gala de lo contrario, el oficialismo porteño utilizó las mismas y criticadas prácticas que los partidos tradicionales.

Ante las Primarias Abiertas Simultaneas Obligatorias (PASO) que se desarrollaron este domingo, el PRO armó su dispositivo para resguardar sus votos en la Provincia de Buenos Aires. Eduardo Castro, delegado general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en la Subsecretaría de Trabajo de la Ciudad afirmó a Télam que “aprietan a los trabajadores para que el domingo sean sus fiscales en los municipios de Ituzaingó y Merlo, para cuidar los votos de la precandidata a gobernadora bonaerense (María Eugenia) Vidal y otros postulantes del PRO en su sector”.
Castro puntualizó: “Los que dicen ser la nueva política utilizan los métodos más perversos y corruptos de la vieja política, pretendiendo utilizar trabajadores del Estado para cuidar sus intereses electorales” y señalo que a los estatales “los aprietan con un método mafioso, pretendiendo obligarlos a fiscalizar y son los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires los que pagan los costos de este operativo”.
El delegado de ATE detalló que “el domingo a las nueve tienen previsto la salida de micros desde la Subsecretaría, por eso denunciamos esto y exigimos el cese del apriete y que los funcionarios se abstengan de sancionar o despedir a los trabajadores que se nieguen a ser fiscales”.
En sus spots, Mauricio Macri aparece en una suerte de campaña subterránea, fuera de los grandes flashes y luces. Ubicado en algún lugar remoto del interior país o del conurbano bonaerense, abraza, palmea y se toma un mate. No habla a cámara, le habla a la gente. Ellos sí, a veces, hablan a cámara y dicen, sin explicar por qué, que confían en el alcalde porteño.
En la campaña, Mauricio Macri no dejó nada librado al azar. Además de su aceitada estrategia de propaganda, ajustó a todo el aparato político del PRO para no perder ni el tiempo, el voto, ni las mañas propias de la política argentina, rasgo ampliamente cuestionado por la dirigencia amarilla.
Las nuevas viejas formas
El PRO siempre tuvo un inconveniente central: no dejó de ser un partido con anclaje en las ciudades o en las grandes zonas urbanas. El pacto con la UCR solucionó parte del problema, porque así el espacio de Macri logró despliegue en pueblos y ciudades pequeñas del interior.
En tanto, nunca pudo hacer pie en la Provincia de Buenos Aires. Los rumores de un acercamiento a Sergio Massa nunca se concretaron y la candidata a gobernadora, María Eugenia Vidal, es un cuadro PRO puro. Según dicen los columnistas políticos de la TV, Duran Barba propone que sus candidatos vayan no contaminados. Es decir, sin elementos de la vieja política.
Se supone, entonces, que para el PRO los problemas nacionales tienen origen en una clase política caduca, corrompida y rancia, al igual que en sus respectivas estructuras partidarias. Sin embargo, aunque concedamos esto como cierto, al mirar hacia adentro del partido amarillo se observan no sólo prácticas mafiosas o punteriles (como el hecho de obligar a los trabajadores públicos a ser fiscales), sino también nombres que nada tienen que ver con lo uno esperaría del perfil de un dirigente PRO.
El candidato a intendente en La Matanza es Miguel Saredi, peronista de todos los signos: fue un ferviente antikirchnerista en tiempos del conflicto agropecuario para luego alinearse con el gobierno nacional. Después, estuvo a punto de disputar la interna del Frente Renovador en Buenos Aires. Finalmente, estas elecciones es la pata peronista del PRO en la provincia.
Santiago Lecuna – @santirayado
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