Fútbol

6 agosto, 2015

River campeón de América

Con la lluvia se funden las lágrimas de miles que llegaron de todos lados. Han pasado 19 años de aquellos goles de Hernán Crespo y mucha agua ha corrido abajo de los puentes. Allí, se juntan los recuerdos lindos y el periplo de hace unos años en un lugar al que nunca nadie creyó que llegarían. Pero hoy todo es alegría. Porque River vuelve a ser el mejor de América.

“La lluvia borra la maldad y lava todas las heridas de tu alma”
Luis. A. Spinetta

Con la lluvia se funden las lágrimas de miles que llegaron de todos lados. Han pasado 19 años de aquellos goles de Hernán Crespo y mucha agua ha corrido abajo de los puentes. Allí, se juntan los recuerdos lindos y el periplo de hace unos años en un lugar al que nunca nadie creyó que llegarían. Pero hoy todo es alegría. Porque River vuelve a ser el mejor de América.

El mejor del continente porque intentó siempre, incluso cuando parecía que todo se había desvanecido. El mejor porque cuando tuvo que jugar con el rival de siempre, con el que se juegan más cosas que un par de partidos, fue mejor y valga la redundancia. El mejor porque después perdió de local y fue a Brasil contra el Cruzeiro, al que nunca había vencido y lo pasó por arriba. El mejor porque en semis y cuando las papas quemaban en tres pases hizo un golazo. El mejor porque el partido que había que ganar lo ganó 3 a 0.

River es campeón de América, quizás, porque el mejor jugador que tiene se sienta en el banco de suplentes. Marcelo Gallardo es el máximo responsable de todo esto, porque convenció a todos sus dirigidos que la mejor manera era jugar, siempre jugar. Y jugó, aunque en la copa no mostró su mejor versión, siempre lo intentó.

Y allí, en la foto, está Barovero levantando el trofeo por el que puso ante todo sobriedad. Esa que nada sabe de flashes y mucho del oficio. Vangioni siendo gestor de la jugada que abrió el partido con el cabezazo de Alario que tendrá una linda historia que contarle a los nietos. Ponzio, al que el fútbol parece tenerlo destinado a las revanchas deportivas. Kranevitter y el futuro en tiempo presente. Mora, de civil, también sale bien en la foto al lado de Sanchez, el hombre de los goles importantes.

En Nuñez, los fuegos artificiales iluminan un cielo que llora de alegría. Abajo, miles y miles festejan sin importarles el mañana y lo que pasó. Se abrazan abuelos empapados con nietos inundados. River, que clasificó como el peor de los segundos, levanta la copa. El llanto no cesa, se hace más fuerte y nada parece importar.

Siempre la lluvia, esa que dijo presente cuando Funes venció a Falcioni para ganar la Libertadores por primera vez allá por el ’86. La lluvia, esa que también fue testigo de los goles de Crespo frente al América de Cali cuando todo era papel picado y good show con papas fritas. La lluvia, esa que acaricia el organizado y alocado festejo de Maidana, Funes Moris, Cavenaghi, Mayada, Mercado, Pisculichi y todos los demás.

Si a alguno el partido le importa, podría decirse que la diferencia entre uno y otro, entre River, el campeón, y Tigres, fue el carácter, el temperamento, la forma en la que encarar una instancia. El juego brillo por su ausencia, ninguno de los dos equipos se brindó en pos del espectáculo. River supo tener más oficio y personalidad, aunque eso solo explique una parte del por qué. El juego estuvo ausente, pero eso poco le importa a los que siguen recibiendo el baño del mar celestial.

Allí están. Allí se sienten, esos que desde que nacieron o influenciados por algún padre, hermano, tío y, por qué no, amigo del colegio, eligieron la banda cruzada en el pecho. Al cielo miran en el festejo recibiendo de éste toda su gloria mojada. Un trueno se funde con el grito de “campeón” en las esquinas de todos los barrios, en los comedores de muchas casas, en los bares de todas las ciudades de nuestro país.

River es el mejor equipo del continente. River, después de 19 años, vuelve a decir acá estoy. Es hora de celebrar porque “la lluvia borra la maldad y lava todas las heridas de tu alma”.

Federico Coguzza – @Ellanzallama

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