5 agosto, 2015
Matías Almeyda, el mejor peor entrenador de la Argentina
El ex entrenador de Banfield, Matías Almeyda, dividió las aguas como pocos en el último tiempo en el fútbol argentino. Para muchos es la bandera de la renovación por su idea ofensiva, para otros tantos está sobrevalorado por un sector de la prensa. Etiquetas impuestas, fundamentalismo y en el medio un entrenador en formación con gran futuro.

El ex entrenador de Banfield, Matías Almeyda, dividió las aguas como pocos en el último tiempo en el fútbol argentino. Para muchos es la bandera de la renovación por su idea ofensiva, para otros tantos está sobrevalorado por un sector de la prensa que sólo miraba los partidos de Banfield contra los clubes grandes. Etiquetas impuestas, fundamentalismo y en el medio un entrenador en formación con gran futuro.
“Yo veía a Banfield el otro día. Como todo depende tanto del resultado, me da mucha pena que Banfield no gane, pero me da mucho gusto verlo jugar”. La frase pertenece al entrenador del seleccionado argentino, Gerardo Martino, en una entrevista de septiembre del año pasado al diario La Nación. Las palabras del «Tata» expresan de manera perfecta el sentimiento del futbolero medio gustoso del buen juego que se sentaba a ver algún partido del Taladro de Matías Almeyda, que el lunes dirigió su último encuentro en el club del sur con una victoria 4-1 contra Arsenal.
Del otro lado del muro aparecen los otros, los fundamentalistas del resultado que vieron en el ex técnico de River un entrenador de buenas intenciones pero pocas concreciones. «El Pelado» quedó en el medio y el periodismo deportivo argentino comenzó a jugar su partido, aunque con una particularidad, esta vez fueron más los que lo apoyaron que los que lo defenestraron. Almeyda contó con una protección mediática inédita para los técnicos de sus características a los que no lo acompañan los resultados.
Las etiquetas se fueron acumulando sobre su figura: “buen tipo”, “honesto”, “trabajador”, “defiende su idea a rajatabla”, “toma riesgos y tiene vocación ofensiva”, fueron algunos de los tantos clichés que pronunciaban los defensores del nacido en Azul.
Se impuso en la mente del pueblo futbolero que Banfield jugaba bien y tenía mala suerte, esto se repitió hasta los últimos días del ciclo Almeyda. La amplia gama de canales deportivos y horas de programas de fútbol en la televisión llevó a la gente a cambiar el hábito de mirar fútbol, por el de escuchar a los que hablan de fútbol. Entonces si en la tele dicen que Banfield profesa un buen juego seguramente será así y si dicen que el entrenador de Racing, Diego Cocca, tiene un estilo ofensivo habrá que creerles. La teoría periodística se volvió más importante que la puesta en práctica de jugadores y entrenadores.
De hecho el Banfield de Almeyda jugó mucho mejor cuando salió 17º que en el torneo de 30 equipos que lo tiene en mitad de tabla, pocos periodistas dicen que este nueva versión del equipo juega mejor de contra y de visitante, de los 29 puntos que tiene 17 los sacó fuera de casa. La campaña como visitante de Banfield en el torneo actual sólo es superada por Boca, River y Rosario Central.
Por otra parte el debate en los medios deportivos sobre la figura del ex técnico de Banfield nos lleva a la división planteada entre técnicos ofensivos y defensivos, sin considerar la existencia de grises, como antes era entre menotistas y bilardistas. Todas estas etiquetas y ser leal o cuasi fundamentalista con una idea fueron en detrimento de la evolución de Matías Almeyda como entrenador, que se enamoró de su propia obra.
Antes de la erosión el ex volante de la selección argentina había roto con la cotidianeidad de que un entrenador cuando llega a un club tiene que dedicarse a emparchar. Almeyda fue un arquitecto en un fútbol argentino de ferreteros, fue un constructor de una idea cuando todos sus colegas viven con la caja de herramientas a mano, pensando soluciones rápidas.
«El Pelado» logróinculcarle una idea a sus futbolistas, que les salga de manera natural y que la lleven a cabo. Lo que le faltó a Almeyda fue lo que muchos técnicos logran, que es corregir cosas, reformular ideas y adaptarse al plantel con el que cuentan.
Banfield logró un estilo pocas veces visto en el último tiempo en la Argentina y tuvo un año y cuarto (en total Almeyda estuvo dos años y tres meses en el club) en un pico de rendimiento muy alto, hizo un culto de la salida prolija y la buena circulación de pelota, con el 3 a 0 a Newell`s en Rosario como el mejor ejemplo. Luego las derrotas y empates fueron mermando la confianza de los jugadores y el Taladro terminó 17º en su vuelta a Primera División. El torneo anterior el equipo había salido campeón del Nacional B donde Independiente y Huracán, tuvieron que jugar un desempate para definir el tercer ascenso.
Ese Banfield del ascenso tenía como característica el uso constante del juego por las bandas, algo que fue perdiendo paulatinamente por las ventas de futbolistas. Andrés Chávez, Gustavo Toledo, Nicolás Tagliafico, Nicolás Bertolo y Ricardo Noir, fueron todos los jugadores vendidos por el club desde la llegada de Almeyda. Todos tienen una característica en común, jugaban por los costados.
Las ventas le quitaron brillo y forma a la idea del entrenador que no se adaptó al nuevo escenario. La imagen de la noche de lunes en Banfield fueron las banderas que repetían la misma frase: “Gracias Almeyda”. Deja una linda sensación que el público que se acostumbró más a usar las manos para aplaudir jugadas que la garganta para gritar goles, reconozca al entrenador más allá de los resultados. “Esto es tuyo”, le dijo Walter Erviti después del tercer gol del equipo donde el desmarque y la triangulación terminó con un centro de Juan Cazares para el gol de Giovanni Simeone.
La gente del Taladro despidió con aplausos a su entrenador, sin importar que se vaya con un equipo en el puesto 12º y habiendo perdido los dos clásicos que disputó.
El futuro de Almeyda como entrenador depende exclusivamente de él y de las correcciones que le haga a su arriesgada e interesante idea ofensiva. Deberá hacerse amigo de la autocrítica y no empalagarse con los elogios.
Depende a quien escuchemos, el lunes fue el último partido como técnico de Banfield del mejor o el peor entrenador del momento, será hora de dejar de escuchar el hecho comentado para volver a verlo y analizarlo por nuestra propia cuenta. Que la vista sea acompañada por el oído y no al revés.
Lucas Jiménez – @lucasjimenez88
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