Cultura

4 agosto, 2015

Volvió la alegría, vieja

Volvió Capussoto a la televisión argentina. El arranque de la décima temporada de Peter Capusotto y sus videos tuvo, como siempre, genialidades y altibajos. El programa de apertura apostó fuerte por los nuevos personajes.

«Desconfío de todo aquél que quiere ayudarme. Que se meta su superioridad en el orto»

Beatriz Sarlo

 

Mientras Lilita deliraba en lo de Fantino y Julián Domínguez bailaba en lo de Tinelli, Peter Capusotto volvió a involucrarse decididamente en la circunstancia humana, como en algún momento anunciara con el ridículo engolamiento de siempre Pedro Saborido. Y así es, aunque constantemente uno sospeche que es la realidad la que termina imitando a Capusotto.

El arranque de la décima temporada fue como se esperaba, por momentos genial y en otros víctima de los altibajos usuales, pero apostando fuerte a la novedad aunque siempre desde el ridículo, desde esa estupidez absoluta que acaba siendo tanto más lúcida que las sesudas reflexiones de la absoluta mayoría de los analistas políticos de saco y corbata.

El más famoso “programa de rock” de la televisión nació, como se sabe, en 2006 en el canal de la Rock&Pop y apenas unos meses después saltó a su casa definitiva en la Televisión Pública. Allí ganó todos los premios y dejó a una docena de personajes instalados para siempre en el imaginario argentino. Pomelo, Violencia Rivas, Jesús de Laferrere, Bombita Rodríguez, Latino Solanas, Micky Vainilla, Luis Almirante Brown. Una bocanada de oxígeno irreverente en una televisión que al momento de la cultura suele tender infaliblemente al Cuchi Tristeza.

Pero sería equivocado etiquetarlo exclusivamente como fenómeno televisivo. Muchos lo hemos visto más por YouTube que por la TV. Allí el canal del programa cuenta con 365 mil suscriptores y con videos de las distintas temporadas que cuentan sus reproducciones en millones.

En las propagandas previas a esta décima temporada se prometieron miles de nuevos personajes. Capusotto cumple, Saborido dignifica. No llegamos, pero la intención estuvo. Este lunes se vieron unicamente personajes y sketches nuevos.

El primer programa de la nueva temporada arrancó con una maravillosa reflexión sobre la grieta y la división social que ha provocado el ‘kissnerismo’, las hordas fanáticas de sus majestades pintarrajeadas. Estamos divididos y hay que aceptarlo. Un desacuerdo trae más desacuerdos. Es parte del rock, es música o qué. Hugo Curto plantea: “Si quiero ver luces de colores pongo a King Crimson y me endrogo”. Moyano, por su parte, sostiene. “Me gusta Lady Gaga. Puede ser que sea de homosexual, pero me gusta”. Pero siempre queda la esperanza de recuperar el diálogo, que tanto le hace falta al rock.

Los videos de rock del programa serán Six stringer Hicker, de Bob log III; Wheen all your friends are gone, de Steamhammer y La canción del linyera, de Daniel Melingo, una belleza que al final se transforema en De nada sirve, de Moris.

El arranque de temporada pareció jugarse más por los sketchs que por por personajes. Brus Li, es el inmigrante asiático del que muchos sospechan algo raro. Pero el chiste sobre las vicisitudes del chino del supermercado no daba para mucho. Lo mismo con lo del «Puto que asusta» o la epopeya ridícula de los «Motocachorros». Siempre hay momentos gloriosos, claro. Pero no se sostienen.

Inmediatamente el programa alcanza una de sus cumbres con “Dictadura”, la visión de un distópico futuro nacional en el que la revolución hippie hubiera triunfado. Allí será una fuerza de choque psicodélica en un Falcon multicolor la que detendrá a los ciudadanos caretas que no fuman porro y escuchan a Banana Pueyrredón. Es necesario imponer la paz y el amor por la fuerza aún después de que Juan Domingo Lebón rociara con LSD la ciudad y la mayoría de la gente cambiara su comportamiento. A los que se resisten se los persigue, detiene y tortura en un Gabinete de apertura de consciencia. “Vamos a imponer la paz y el amor porque somos mejores, porque tenemos razón, porque somos mejores que ellos. Por eso vamos a estar vigilando, porque la paz y el amor no se pide, se imponen”.

Otro de los grandes momentos estará a cargo de un personaje que seguramente veremos volver y ser millones: el Loco Evita. Enrique Lazuarte era un muchacho de barrio, sirviente de un millonario que gustaba de humillarlo constantemente, hasta que un día en que vino al centro para conocer el Metrobús sintió que una fuerza extraña le hablaba. La Evita del Ministerio de Desarrollo Social esclarece a Lazuarte, que luego del encuentro cercano con la Capitana de los humildes se convierte en El loco evita, abanderado de los alados cabecitas negras.

También fueron un auténtico servicio social los espacios destinados a caracterizar a dos auténticas plagas urbanas. “El Confort del idiota”, sobre el tipo que apela a la lástima para conseguir cosas, porque es muy débil (“Existe la debilidad y existen los idiotas que usufructúan de ella”) y “Prevenir en salud”, que alerta a la población sobre el riesgo de los elevados niveles de coolesterol en sangre, que pueden llevar a los que lo sufren a sentir ganas de escuchar a Devendra Banhart y Regina Spector o de ver películas de Wes Anderson y Gus Van Sandt. Parece que todo se debe a un desajuste del lóbulo esquizopoide, nada demasiado grave.

El anticipo del próximo programa promete más nuevos personajes. Parece que para ver el regreso de algunos de los clásicos de siempre habrá que esperar. Porque Dios no tolera a los que usan bermudas beige. Y en eso acuerda con Althusser.

Pedro Perucca -@PedroP71

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