Medio Oriente

10 julio, 2015

Catástrofe humanitaria en Yemen

Desde el inicio de los bombardeos saudíes en marzo, más de un millón de personas perdieron sus hogares en Yemen. Alrededor de 13 millones sufren hambre y el 80% de la población necesita ayuda humanitaria inmediata. La ONU anunció una tregua de una semana para permitir el ingreso de asistencia al país.

Desde el inicio de los bombardeos saudíes en marzo, más de un millón de personas perdieron sus hogares en Yemen. Alrededor de 13 millones sufren hambre y el 80% de la población necesita ayuda humanitaria inmediata. La ONU anunció una tregua de una semana para permitir el ingreso de asistencia al país.

A más de tres meses del inicio de los bombardeos saudíes en el territorio de Yemen, la situación política parece lejos de resolverse. Los rebeldes houthíes, que tomaron el poder en enero de este año, continúan dominando la capital y vastas zonas del territorio a pesar de los bombardeos, mientras que las conversaciones de paz que tuvieron lugar en junio en Ginebra terminaron sin acuerdo.

Sin embargo, la crisis más grave que atraviesa hoy el sur de la península arábiga es la humanitaria. Recientemente la ONU incluyó a Yemen en la lista de los países en “emergencia humanitaria grave”, que integran también Sudán del Sur, Siria e Irak. Según datos de la organización supranacional, desde el inicio del ataque saudí un millón de personas debieron abandonar sus hogares -tanto en desplazamientos internos como refugiados en el exterior-. Unos 13 millones, más de la mitad de la población, sufren hambre, mientras que el 80% de los habitantes necesita ayuda humanitaria inmediata.

Como consecuencia del bloqueo de la coalición liderada por Arabia Saudita a los puertos yemenitas, la mayor parte del territorio no cuenta con energía eléctrica, ni agua. Además, los precios de los alimentos se dispararon por la escasez. Yemen importa el 90% de los comestibles que se consumen en el país. El remate de esta situación son los recientes brotes de dengue y malaria que se produjeron en ciudades del sur. Todo esto configura un panorama que el propio secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, describió como “una catástrofe”.

¿Restaurar la esperanza?

El 21 de abril, Arabia Saudita y sus aliados dieron por terminada la primera etapa de bombardeos, denominada “Operación Tormenta Decisiva”, e iniciaron la segunda, llamada “Operación Restaurar la Esperanza”. Entre ambas no hay cambios; de hecho, la operación inicial produjo 500 muertos y la actual ya lleva más de 2500, al menos la mitad, civiles.

El pasado 6 de julio, un bombardeo sobre un mercado del estratégico puerto de Adén, al sur del país, produjo 45 muertos. La recuperación de esta ciudad, desde donde se controla el ingreso al estrecho del Mandeb, y así se garantiza el tránsito de barcos petroleros, es un objetivo prioritario de la coalición agresora.

Mientras tanto, el caos que se desató se convierte en terreno fértil para la aparición de grupos terroristas. Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) tomó el control de la provincia de Hadramaut, la más grande del país, donde ya le había arrebatado la capital, Mukalla, al ejército en abril. También el Estado Islámico hizo su aparición, en este caso en enfrentamiento directo a los houtíes. El último 29 de junio, un atentado en la capital, Sanaa, dejó 28 muertos, entre ellos dos dirigentes de Ansar Allah, nombre oficial del movimiento chiita.

Tregua a la vista

Las Naciones Unidas anunciaron que el 10 de julio dará inicio una tregua humanitaria hasta el final del Ramadán, el mes sagrado musulmán, que terminará el próximo 17. En la práctica esto significa la relajación del bloqueo saudí para permitir el inicio de alimentos y combustibles, indispensables para mantener en funcionamiento los hospitales y la provisión de agua.

A pesar de este respiro para los yemenitas, la propia ONU y las organizaciones humanitarias que actúan en el país aseguran que ese tiempo no será suficiente para paliar la gravísima situación que afronta la población. La esperanza, en Yemen, está lejos de ser restaurada.

Nicolás Zyssholtz – @likasisol

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