2 julio, 2015
El retorno de los detectives salvajes
Luego del discutido final de su primera temporada, vuelve a las pantallas de HBO (y de millones de monitores alrededor del mundo) una de las más aclamadas series de la última temporada: True Detective. Alcohol, corrupción e investigaciones que develan oscuras, muy oscuras tramas.
Luego del discutido final de su primera temporada, vuelve a las pantallas de HBO (y de millones de monitores alrededor del mundo) una de las más aclamadas series de la última temporada: True Detective. Alcohol, corrupción e investigaciones que develan oscuras, muy oscuras tramas.
Lo que ocurre con True Detective es algo, realmente, para analizar. En un mercado saturado de ficciones que giran alrededor de dúos o grupos de detectives e investigadores (desde The Killing hasta la clásica Law & Order pasando por, si se quiere, The Mentalist o Bones), la creación del novelista Nic Pizzolato (guionista de algunos episodios de, justamente, The Killing) siempre logra resaltar.
Es que su primera temporada, estrenada en enero de 2014, dio mucho que hablar no sólo por su historia -acotada en ocho capítulos- sino también por su destacada producción. Desde su soberbia canción de apertura (Far from any road, para que lo busquen en You Tube) hasta su dirección a cargo de Cary Fukunaga, cada episodio contó con una estética cuidada plano a plano para contar la historia de los detectives retirados Martin Hart (Woody Harrelson) y Rustin Cohle (Matthew McConaughey) y su persecución tras la pista de una serie de asesinatos rituales en un pueblo perdido en el Estado de Louisiana.
En un mercado que viene pariendo series de a docenas por semana, la planificación de un episodio que no esté destinado a rellenar temporadas, sobresale.
Quizá por alguna o varias de estas razones es que junio fue un mes esperado para los fans de True Detective. Esta vez dejando atrás a la pareja conformada por Harrelson/Hart y McConaughey/Rusty, quien haya sintonizado HBO se habrá encontrado con personajes distintos en su superficie pero muy parecidos en esencia a los ya conocidos.
Con Colin Farrel, Vince Vaughn, Rachel McAdams y Taylor Kitsch protagonizando esta segunda parte, esta vez la trama se sitúa en la Costa Oeste de los Estados Unidos. En un ficticio pueblo llamado Vinci, Ray Velcoro (Colin Farrel), un policía alcohólico y traumatizado por varias muertes de su familia más próxima, es mandado a investigar un extraño asesinato al costado de una ruta que puede llegar a afectar a su superior, un corrupto empresario llamado Frank Seymon (Vince Vaughn) que tiene cuantiosas inversiones en la zona.
El mismo caso es seguido de cerca por una detective del condado de Ventura llamada Ani (McAdams), que se ve afectada por el caso al haber sido cometido en su jurisdicción. También atormentada por hechos del pasado y sumida en un profundo alcoholismo, cruzará sus pasos también con el policía que halla el cuerpo, un joven llamado Paul Woodrugh (Taylor Kitsch). Los tres deberán desentramar este tejido de corrupción a un costado del desértico sur californiano.
Esta segunda temporada ya va por su segundo episodio, de los ocho que restan. Aún con un perfil menos underground (sobre todo en lo que el satanismo y los crímenes rituales se refiere y aquí no existen) y esta vez dirigido por Justin Lin, la serie mantiene su capa de densidad argumental. Cada uno de sus tres investigadores carga con una pesada cruz de traumas y complejos familiares. El alcohol se mantiene como vector fundante en cada personalidad, reforzando la idea de que, hoy en día, no hay lugar para los buenos en las tramas de las series que se alzan en popularidad.
El tema de apertura esta vez está basado en el poema de Leonard Cohen Nevermind y, sin ser tan memorable como el anterior, puede anotarse varios porotos como hit de la temporada.
La producción de esta segunda parte comenzó no mucho tiempo después de comenzada la primera. Ya desde entonces se había imaginado Los Angeles como escenario de nuevas historias, dejando atrás el singular paisaje de Lousiana.
Quizá lo que más resquemor despertó en los fans fue la introducción de un personaje femenino entre los protagonistas. Poco amedrentó esto a Pizzolato, referenciándola a McAdams como una decidida investigadora local.
Lo cierto es que, aún sin el sobreanálisis que demandó la edición de la serie protagonizada por ese recordado dueto que fue el conformado por McConaughey y Harrelson, mucho queda por esperar de esta historia que a falta de satanismo, nos ofrece una buena carga de corrupción y tráfico de influencias bajo el sol californiano.
Iván Soler – @vansoler
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