Géneros

29 junio, 2015

¿Orgullosos de qué? 28 de junio día internacional del orgullo LGBTTTIQ

Por Ignacio Gelso. Entre tanto festejo internacional por la aprobación del Matrimonio Igualitario en los Estados Unidos, a los movimientos de diversidad parece habérsenos escurrido de las manos una de nuestras fechas más importantes: el 28 de junio se celebra en todo el mundo el día internacional del orgullo LGBTTTIQ.

Por Ignacio Gelso. Entre tanto festejo internacional por la aprobación del Matrimonio Igualitario en los Estados Unidos, a los movimientos de diversidad parece habérsenos escurrido de las manos una de nuestras fechas más importantes. Y es que, que el matrimonio igualitario viera la luz el viernes 26 de junio no fue azaroso, el 28 de junio se celebra en todo el mundo el día internacional del orgullo LGBTTTIQ.

La mayoría de los argentinos y latinoamericanos pasamos por alto este día, inclusive aquellos que nos reconocemos orgullosamente diversos. Y cuando comentás que el día internacional del orgullo es, efectivamente, en junio y no en noviembre (que es cuando se celebra la marcha en los distintos puntos de nuestro país), la gente puede mirarte atónita y preguntar: ¿Y por qué acá se cambió la fecha de la marcha?

Bueno, los primeros pasos de la marcha del orgullo en la Argentina se dieron efectivamente en junio, pero años más tarde la fecha se cambió -con motivo de resguardar a aquellos que padecían el VIH/SIDA de un clima hostil, como es el de junio en Buenos Aires- eligiéndose noviembre como fecha conmemorativa de la creación de Nuestro Mundo, que fue -en palabras de Néstor Perlongher- el primer intento de organización homosexual en la Argentina, pero a esto nos dedicaremos en otra oportunidad.

Como decíamos, entonces, el 28 de junio el día internacional del orgullo lésbico, gay, bi, travesti, transexual, transgénero, intersex y queer. Muchas palabras, muchos significantes, muchas identidades y un motivo unificado para celebrar: la diversidad. Pero el 28 de junio no fue siempre el día del orgullo, ni es una fecha que nos regalaron con flores y decorativos. El 28 de junio nos lo ganamos, como nos hemos ganado todo, con la lucha.

Corría 1969 y el mundo asistía a revoluciones políticas, sexuales y culturales en sus distintos puntos. Estados Unidos y Europa eran epicentro de la revolución sexual occidental, donde gays, lesbianas, trans y bisexuales comenzaban a hacerse visibles. Pero claro, la diversidad incomoda al sistema y así como se visibilizaba el amor, también se visibilizaba la represión.

En la cálida noche del 28 de junio de 1969, una razzia policial ingresó al Stonewall Inn, un bar gay del Greenwich Village en Nueva York. Nada hacía pensar que este control policial podría diferenciarse de cualquiera de los controles habituales a los que estaban acostumbrados los concurrentes del bar -en su mayoría latinos, trans y afrodescendientes-, en los que la policía aparecía, buscaba su coima, y se iba.

Pero esta vez fue diferente, los arrestos y abusos verbales y físicos por parte de la policía fueron extraordinarios, lo que generó que varios de los concurrentes huyeran y se concentraran en la puerta del bar. Esta manifestación se multiplicó espontáneamente y llegó a tener una considerable magnitud, obligando a la policía a retroceder y atrincherarse en el bar. La policía de Nueva York, famosa a nivel mundial, fue humillada por maricas, putos, tortas y travestis.

Este levantamiento empoderó a los movimientos de diversidad, quienes vieron que con organización y fuerza conjunta, la obtención de derechos no era algo irrealizable. Las noches de razzias y persecuciones ya no serían toleradas, la chispa de Stonewall comenzó a prender un fuego sagrado, el del derecho a tener derechos. Y con su llama comenzarían a arder, lentamente, los prejuicios homofóbicos.

Fue así que se creó el primer Frente de Liberación Gay, y al año siguiente tuvo lugar la primera movilización gay de los Estados Unidos, que nucleó entre cinco mil y diez mil personas. Esto no tardó en extenderse alrededor del planeta. Los movimientos de liberación homosexual y las movilizaciones consiguientes se replicaron por el mundo con consignas que fueron, en general, siempre las mismas: igualdad de derechos y freno a la discriminación.

Naturalmente, los derechos por los que se pelea desde aquellos años tardaron en llegar, y en muchos países ni siquiera están en la agenda. Argentina fue pionera en materia de aprobación de leyes de inclusión y diversidad. La Ley de Matrimonio Igualitario se sancionó cuando en ningún otro país de América era legal. Lo que desató una ola diversa, que incluyó a varios países hasta llegar a los Estados Unidos, donde el viernes pasado la legislación finalmente vio la luz a nivel nacional.

Si nos preguntan, tenemos que decir que aún queda mucho, la discriminación, la segregación, el bullying, las agresiones, el odio y hasta la muerte, son moneda corriente cuando hablamos de personas que elegimos otras sexualidades e identidades distintas a las consideradas “normales”. La existencia de leyes no garantiza acabar con el odio, pero ayuda, y mucho.

Ayuda, por ejemplo, a vencer a la homofobia que reina todavía entre los organismos de gobierno y las corporaciones judiciales, avaladas por una Iglesia que, en el siglo XXI, sigue considerando al matrimonio igualitario como una aberración, olvidando su precepto fundante “ámense los unos a los otros, como Dios los ha amado”.

Así es que hoy, 46 años después de la revuelta de Stonewall Inn, celebramos el día internacional del orgullo LGBTTTIQ. No serán pocos los que digan: “¿orgulloso de qué? Yo no estoy orgulloso de ser puto/torta/bi”, tampoco serán pocos los que nos pregunten por qué celebrar un día del orgullo. Y deberemos responder con la frente bien alta: estamos orgullosos de no sentir vergüenza, estamos orgullosos de haber peleado siempre por nuestros derechos y haberlos obtenido pese a todas las adversidades. Tenemos que estar orgullosos de amar en diversidad y de aceptarnos como somos. Como verán, nos sobran los motivos para celebrar el día del orgullo.

@tachonelson

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