22 junio, 2015
Las cartas sobre la mesa
Por Ulises Bosia. En un sentido no puede decirse que la unción de Daniel Scioli como sucesor no fuera previsible. Era el principal candidato, exclusivo poseedor de la carta de la victoria. Sin embargo, la situación seguía abierta y cada toma de las transmisiones oficiales y cada palabra de Cristina era interpretada buscando una señal, como una suerte de oráculo.

Por Ulises Bosia. En un sentido no puede decirse que la unción de Daniel Scioli como sucesor no fuera previsible. Era el principal candidato, exclusivo poseedor de la carta de la victoria. Sin embargo, la situación seguía abierta y cada toma de las transmisiones oficiales y cada palabra de Cristina era interpretada buscando una señal, como una suerte de oráculo. Primeras reflexiones de un debate que continuará.
Nadie había predicho la fórmula presidencial elegida ni el momento en que el anuncio sería hecho, algo que enseña que los tiempos y necesidades del periodismo y las redes sociales no siempre son los de las decisiones políticas.
En este sentido la decisión sí descolocó al conjunto de los actores políticos y mediáticos, entre ellos a los propios integrantes del Frente para la Victoria, empezando por el ministro del Interior y Transporte Florencio Randazzo, perjudicado directamente en sus aspiraciones personales.
Es que lejos de las teorías conspirativas y los determinismos de todo tipo, en última instancia la política es el campo de la libertad por excelencia, donde la voluntad define, para bien o para mal. En este caso, expresando un retroceso político de magnitudes.
Culturas políticas en debate, ¿habrá rupturas?
La decisión de Cristina generó un debate que seguramente continuará, entre los simpatizantes y militantes del gobierno nacional. Quienes se inscriben en la cultura política peronista asumen -por momentos de manera sobreactuada- que la lealtad a la conducción de la presidenta requiere un acatamiento de su decisión, aún cuando quizás no la compartan. Estar en contra significaría un acto de traición, e incluso creen que la decisión de Randazzo de no aceptar la candidatura a la gobernación de Buenos Aires, raya el desacato.
Otros sectores de tradiciones progresistas, minoritarios aunque activos, responden a otras lógicas políticas, pero igualmente aceptaron la propuesta, con mayores o menores grados de disgusto.
Convengamos que era difícil esperar de unos y otros un comportamiento diferente, ante la ausencia de opciones superadoras de cara a las elecciones presidenciales y teniendo enfrente a una alternativa situada a su derecha como el PRO. Lo que parace primar es o bien la resignación, o bien el autoconvencimiento a partir del embellecimiento del gobernador bonaerense, que ya comenzó a través de las declaraciones de distintos funcionarios y dirigentes, así como de los medios de comunicación oficialistas.
Sin embargo, en otros terrenos donde se juegan reglas distintas a las electorales como el del compromiso y la participación política, con el paso del tiempo el acuerdo con Scioli sí puede llevar a otro tipo de consecuencias, con posibles elementos de distanciamiento e incluso dispersión que habrá que ir evaluando, así como al riesgo de la desilusión y el abandono de la vida pública seguido del retorno a los hogares.
El kirchnerismo no pudo parir un sucesor
El ex canciller Jorge Taiana encabezará la lista nacional al Parlasur, “Wado” De Pedro la de diputados por la provincia de Buenos Aires y Axel Kicillof la de diputados por la Ciudad de Buenos Aires. Todos nombres fuertes que dejan en claro que el kirchnerismo cuenta con figuras de peso, en mucha mayor medida que cualquier otro espacio político del país, a las que pueden sumarse Agustín Rossi, Julián Domínguez, Nilda Garré, Máximo Kirchner, Aníbal Fernández, Andrés Larroque o Sergio Urribarri, entre muchos otros. Son la expresión concreta de la “continuidad del proyecto”, junto a Carlos Zannini.
Pero a pesar de eso, tras el fallecimiento de Néstor que quebró el esquema de alternancia matrimonial, Cristina no pudo concretar su sucesión con una persona del riñón. Quizás por ausencia de tiempo de maduración del proceso de trasvasamiento generacional, quizás por falta de voluntad política para dejar crecer a otros referentes suficientemente, quizás por la propia lógica de los movimientos políticos signados por liderazgos tan fuertes. O quizás también, como un costo a pagar por la decisión de recostar su poder político sobre la base del Partido Justicialista, donde dirigentes del tipo conservador popular como Scioli, son amplísima mayoría y controlan sus resortes de poder.
Lo concreto es que con Cristina fuera de competencia por la imposibilidad constitucional de ser reelecta, la decisión fue acordar una negociación con Scioli, que en el caso de ganar las elecciones supone un giro conservador para nuestro país. Por eso a la hora de un primer balance, este acuerdo expresa la principal debilidad en cuanto a construcción política de la década kirchnerista.
No fue posible construir la sucesión, y de ahora en adelante se discutirán sobre todo los términos de convivencia, en una situación inédita desde 1983 por la que la principal figura de la política nacional se encuentra por fuera del gobierno.
El condicionamiento no será tanto de Zannini como de Cristina
El armado que el Frente para la Victoria busca consolidar en el Congreso, sumado a la figura del vicepresidente, lógicamente será un condicionamiento para el próximo gobierno. Aunque al mismo tiempo no puede subestimarse lo que significa la conducción concreta del Estado en un sistema político presidencialista como el nuestro. Además, ya se ha dicho que la historia de los vicepresidentes deja mucho que desear si se buscara una suerte de “comisario político”, al decir de los medios opositores.
Pero lo cualitativo de la situación no pasará por ahí sino por la relación que en caso de ser presidente Scioli entable con la propia Cristina, quien no necesitará un marco institucional para seguir manteniendo su apoyo popular y su liderazgo sobre sectores del kirchnerismo, capaz de traducirse en un altísimo poder de movilización social o en un amplio caudal electoral, de acuerdo a lo que el momento requiera. Ese es realmente el enigma principal.
En este contexto es difícil aventurar razones para posibles rupturas inmediatas entre ambos, sino más bien para una dinámica de mutua colaboración, por lo menos hasta 2017, cuando se llegue a las elecciones de medio mandato. Allí habrá que ver si se replantea una suerte de “luche y vuelve” del siglo XXI.
@ulibosia
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