19 junio, 2015
¿Quién ganó las elecciones de Santa Fe?
Por Mariano D’Arrigo. Aunque los resultados definitivos se conocerían a principios de la semana que viene, las elecciones santafesinas ya dejaron algunas conclusiones. El PRO es hábil para captar descontento en la provincia, pero todavía no puede erigirse en partido de gobierno.

Por Mariano D’Arrigo. Aunque los resultados definitivos se conocerían a principios de la semana que viene, las elecciones santafesinas ya dejaron algunas conclusiones. El PRO es hábil para captar descontento en la provincia, pero todavía no puede erigirse en partido de gobierno.
Si finalmente se impone en el escrutinio final, a diferencia de años anteriores, el Frente Progresista Cívico y Social comenzará débil su mandato: deberá tejer acuerdos con propios y extraños y desplegar iniciativa política para legitimar sus administraciones. La sorpresa fue la gran elección de la izquierda que, a pesar del giro conservador del sistema político, logró dos diputados provinciales, cuatro concejales en Rosario y uno en la ciudad obrera de Villa Constitución.
De confirmarse los resultados provisorios, los principales candidatos del PRO, Miguel del Sel y la conductora de televisión Ana Laura Martínez, perderán la gobernación y la intendencia de Rosario por escaso margen. El ex Midachi logró 556 mil votos (el 30,58%), solo dos mil votos (el 0,1%) menos que el senador provincial Miguel Lifschitz. Por su lado, Martínez alcanzó 145 mil (28,03%) y quedó a 11 mil votos (2%) de la actual intendenta de Rosario, Mónica Fein.
En cierto modo, parecen expresarse las potencialidades y límites de los outsiders de la política, una tendencia de la política contemporánea que el sistema de boleta única vigente en Santa Fe estimula. En el caso de del Sel y Martínez, ambos parten de un piso de conocimiento alto y generan simpatía en amplios sectores de la población -sobre todo en los estratos más humildes- lo que les permite disputar las elecciones. Pero al mismo tiempo, encuentran un techo electoral difícil de perforar, ya que no inspiran la confianza suficiente para ocupar cargos ejecutivos.
Entre las primarias y las generales, el PRO sólo sumó 30 mil votos más para gobernador y 18 mil para la intendencia de Rosario. Poco, para un partido que se propuso desalojar la alianza entre socialistas y radicales que vienen gobernando Rosario desde 1989 y la provincia de Santa Fe desde 2007.
Al contrario de lo que se especulaba post PASO, el Frente Progresista logró retener para los cargos ejecutivos los votos de las listas internas que fueron derrotadas en las primarias. El oficialismo procesó el duro mensaje de las primarias y acuñó dos nuevos eslóganes: “Escuchar, mejorar, avanzar” y el paradojal “Seguimos siendo el cambio”. Apareció en escena el ex gobernador Hermes Binner y los candidatos oficiales se mostraron junto a sus rivales en la interna.
Como siguiendo un guión escrito en la Casa Rosada, el Frente Progresista azuzó el fantasma del “regreso a los 90”, un argumento útil para demonizar al adversario y, de paso, soslayar algunas continuidades entre esos años y la actualidad. Al “voto con el corazón” que pedía el PRO, el oficialismo intentó presentar experiencia y gestión. De esta forma pudo ganar el apoyo de los sectores medios urbanos, que lo votaron más por espanto que por convicción.
Otro elemento clave fue que, a diferencia de lo que sucedió en 2011, entre las internas y las generales el peronismo no cayó, sino que subió. En aquel año, el aparato del PJ le sacó el cuerpo a la campaña de Agustín Rossi y jugó abiertamente para del Sel. Esta vez, las tribus del justicialismo se encolumnaron detrás de la dupla encabezada por el ex intendente de Rafaela, Omar Perotti, y el secretario de Transporte de la Nación, Alejandro Ramos. Entre el 19 de abril y el 14 de junio, el PJ pasó de 365 mil votos a 532 mil. Reconvirtió un escenario polarizado a uno de tres tercios.
En efecto, de los partidos con juego nacional, el que mejor sale en la foto es el justicialismo. Llegó al podio, a sólo 1,5% del ganador. Macri viajó a Santa Fe, pero no pudo cantar victoria. Una parte del Frente Progresista deshojará la candidatura de Margarita, otra participará de la interna de la alianza Macri-Sanz-Carrió. El Frente Renovador (“¿Vivo?” diría Susana) sólo sacó 3,6%.
Elección histórica de la izquierda
En este marco, distintos espacios de izquierda dieron un batacazo inesperado. Favorecidos por el sistema de boleta única, muchos votantes se inclinaron para los cargos ejecutivos por alguna de las opciones con más chances de ganar, pero en los cargos legislativos se permitieron votar por otras alternativas.
A nivel provincial, la lista de diputados del Frente Social y Popular (FSP) encabezada por el periodista rosarino Carlos del Frade logró 88 mil votos (4,8%) y obtuvo dos escaños, un hecho inédito desde 1983 hasta hoy. Si se suman los 63 mil votos (3,5%) del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) la izquierda en su conjunto logró 151 mil votos, un 8,3% del total
Más llamativos y extraordinarios aún fueron los resultados de este sector en Rosario. El Frente Ciudad Futura (FCF) encabezado por Juan Monteverde consiguió 80 mil votos (15,7%) y tres concejales, mientras que el FSP logró 32 mil votos (6,3%) y también será concejal Celeste Lepratti, hermana de Claudio “Pocho” Lepratti, militante social asesinado en diciembre de 2001. Por su lado, el FIT consiguió 26 mil votos (5,1%) y tiene expectativas de sumar una concejala en el recuento definitivo. Sumados entre sí, los tres espacios de izquierda consiguieron 140 mil votos (27%), número superior a la lista del Frente Progresista, que ganó la elección con 118 mil votos (23%).
Este crecimiento de la izquierda se expresó también en la categoría senador por el departamento Rosario. Por el FIT, la ex secretaria general de Amsafe, Daniela Vergara, obtuvo 47 mil votos (7,1%), mientras por el FSP la secretaria de Género de la CTA Autónoma de Rosario, María José Gerez, logró 33 mil, el 5%.
Aun con sus diferencias de perfiles, aparato organizativo y financiero e instalación, los tres espacios capitalizaron a su modo su desarrollo territorial y sectorial previo y lograron desarrollar una campaña basada en el cara a cara, a partir de propuestas. Se expresó así un complejo entramado de organización social y política, habitualmente invisibilizado en la agenda pública, excepto cuando emerge como conflictividad social.
Fragmentación y oportunidades
Vendrán cuatro años interesantes y, en cierta forma, inesperados. Ninguno de los que resulte elegido gobernador e intendente tendrá una tarea sencilla. Habrá ganado con sólo un 30% de los votos y no tendrá mayoría propia.
En el senado provincial, 11 de los 19 representantes (se elige uno por cada departamento) responden al PJ. En diputados la situación es inversa: el Frente Progresista ganó la elección y según lo establece la Constitución provincial se llevó 28 de las 50 bancas de la cámara.
En Rosario la intendenta afrontará una situación similar. De las 28 bancas del Concejo Municipal, el interbloque del Frente Progresista sólo tendrá 9 bancas y el PRO 5.
De esta forma, los responsables del ejecutivo deberán agudizar los niveles de ingenio para construir acuerdos (léase entrenar las habilidades de rosca) junto a otros espacios políticos para implementar medidas urgentes que demanda la ciudadanía con respecto a inseguridad, narcotráfico, infraestructura y derechos sociales básicos.
En este marco, se abre una oportunidad para los dos sectores de izquierda con representación institucional. Con dos legisladores provinciales y cuatro concejales en Rosario, tendrán espacios donde presentar denuncias y plantear políticas alternativas. Todavía es una incógnita qué niveles de cooperación entre sí podrán alcanzar. De avanzarse en este sentido, podrían crecer las posibilidades de ampliar la representación del sector en dos años y construir una opción competitiva para disputar la intendencia de Rosario en 2019.
El tiempo, pero sobre todo la voluntad de los actores en escena, dirá qué sucede.
@mdarrigo
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