Educación y Ciencia

25 mayo, 2015

«Si no se resuelve el problema presupuestario de Exactas va a ser muy difícil que un éxito así se repita»

Un equipo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA alcanzó el puesto 18 en el Mundial de Programación, una competencia internacional en la que superó a más de 120 universidades de todo el mundo, incluida la prestigiosa Harvard, de Estados Unidos. Una entrevista con Lucas Tavoralo Ortiz, uno de los miembros del equipo que se consagró como el mejor de América Latina.

Lucas Tavolaro Ortiz es estudiante y docente de Ciencias de la Computación de la Universidad de Buenos Aires (UBA). La semana pasada, en un equipo que también integraban Melanie Sclar y Ariel Zylber , coordinado por Agustín Gutiérrez, participaron en el Mundial de Programación en Marruecos («International Collegiate Programming Contest», ICPC) organizado por la Association for Computing Machinery (ACM) y obtuvieron el primer puesto dentro de los equipos latinoamericanos. Al mismo tiempo, se posicionaron en el lugar 18 de la competencia, superando a reconocidas instituciones educativas como Harvard. El certamen duró cinco días y terminó con una final en una sala con 128 equipos resolviendo 13 problemas en cinco horas.

Tavoralo Ortiz, además de su carrera académica, es militante de La Mella y el Frente de Estudiantes Movilizados (FEM) y consejero directivo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA. En esta entrevista nos cuenta cómo vivió el triunfo, su mirada sobre la actualidad presupuestaria de la universidad y cuestiona los prejuicios que existen sobre los militantes universitarios.

– ¿Qué fue lo primero que te vino a la cabeza cuando terminó la competencia y descubrieron que habían quedado primeros de todos los equipos latinoamericanos y superando a universidades como Harvard, Princeton y Stanford?

– 
Durante la última hora la tabla de posiciones se “congela”, es decir, uno no ve si lo que mandaron el resto de los equipos está bien o mal, sino que “mandaron algo” en ese problema, pero sabe si lo que mandó uno está bien o mal. Ni bien terminó la competencia miramos bien la tabla de posiciones ya que sabíamos que iba a estar peleado con la Universidad de San Pablo y por lo que habían mandado en la última hora podia pasar que empatemos en problemas resueltos y se definiera por la “penalidad” (la suma de los tiempos que uno tarda en resolver cada problema).

Con ese panorama, me acerqué a donde estaban ellos y les pregunté cuántos problemas habían podido hacer bien a lo que me respondieron «siete» (uno menos que nosotros). En ese momento no terminé de caer, me felicitaron, los felicité por el buen rendimiento que mostraron y que había estado peleado para ver quien iba a ser el mejor de América Latina. Al volver a donde estaba mi equipo, les conté la noticia que primero no lo podían creer y luego trajo una felicidad enorme que se vio reflejada en la premiacion.

En cuanto al puesto general, realmente fue otra alegría que nos enteramos cuando se dicen las posiciones finales. Nunca esperábamos quedar en un puesto tan alto y ganarle a distintas Universidades que compiten históricamente en la competencia y tienen un nivel muy bueno.

– ¿Cómo se prepararon para el Mundial de Programación? ¿Contaron con apoyo de la FCEN o fue por su cuenta?

– Buena parte del entrenamiento que hicimos durante el último tiempo fue en su mayoría por nuestra cuenta, resolviendo pruebas de distintas partes del mundo para poder entrenar con problemas igual de difíciles que en la final. Pero eso sucede porque mucha de la teoría que hay detrás ya la vimos sea en la Facultad o también en los “Training Camps” que se organizan anualmente en alguna parte del país durante el receso invernal.

En ellos, todos los equipos se encuentran para poder entrenar intensivamente durante dos semanas, en donde generalmente por la mañana hay una “clase” y en la tarde competimos haciendo alguna prueba entre todos nosotros. La organización pasa por distintos ex-competidores o competidores de muchos años que se ponen al hombro conseguir una sede, contactarse con los equipos, resolver los problemas que surjan y preparar las clases y pruebas para todos los días. Por ejemplo, nosotros estuvimos ayudando durante el año pasado que fue en nuestra Facultad.

El Departamento de Computación siempre nos ayudó en lo que necesitábamos y juega un papel clave en la organización del certamen regional (paso previo que clasifica equipos a la Final Mundial).

– ¿Qué opinás de la formación que brinda la carrera de Computación de la UBA?

– 
Cuando elegí la carrera de Computación a fines del 2010, cuando me anoté en el CBC, fue porque me interesaba la formación científica y teórica que daba la carrera y que ponía a la computadora como el principal objeto de estudio para entenderlo y dominarlo. No es una carrera en donde se focalice en alguna tecnología o lenguaje de programación en particular, sino que te enseña cómo funciona todo por detrás para poder usarlo, cambiarlo y estar preparado para los cambios que suceden todo el tiempo. El ejemplo de esto es que hay una materia en donde uno aprende a como hacer un lenguaje de programación.

– La FCEN está actualmente con serios problemas presupuestarios y tanto el Centro de Estudiantes como el Decano de la Facultad denunciaron que el presupuesto sólo alcanza para funcionar hasta octubre, ¿Qué opinás de esto? ¿Cómo influye en la formación académica y cómo ves el futuro de Exactas?

– Es un tema que me preocupa muchisimo. El presupuesto que necesita actualmente la facultad para funcionar garantiza que se sigan realizando las tareas de docencia, investigación y formación que se vienen realizando. Una baja en el presupuesto va a impactar claramente en esto generando un peor nivel académico.

Para decir un ejemplo concreto, Biología es una de las carreras que realiza “viajes de campo” en donde se va a observar un lugar en particular y aplicar toda la teoría que uno ve en clases. Esos viajes de campo son caros, sobre todo el transporte de la Facultad al lugar en donde sea. La Facultad financia en gran parte estos viajes para que los alumnos puedan ir ya que es muy importante para su formación. Desde este año ya hay materias que dijeron que la financiación va a ser mucho menor y que los alumnos tenemos que pagar un costo mayor. La pregunta es: ¿qué hace un alumno que no puede pagar? Va a terminar su carrera con un nivel académico mucho menor que si hubiese ido.

Ya el Centro de Estudiantes (CECEN) y la Facultad han mostrado su preocupación por este tema, mientras el Rector de la UBA Alberto Barbieri dice que el presupuesto “es justo”. Me gustaría que se resuelva este problema porque sino va a ser muy difícil que otro equipo pueda hacer una actuación como la que hicimos nosotros y volver a ser el mejor de América Latina con un puesto muy alto en la tabla final.

– Además de ser estudiante de Computación sos militante de La Mella y el FEM (actual conducción del CECEN) y consejero directivo. Siempre existió un fuerte prejuicio de que destacarse por la formación académica y militar en la universidad eran cuestiones excluyentes, ¿cómo lo vivís vos?

– Creo que existe un prejuicio hacia la militancia donde se piensa que el militante es una persona vaga, que no estudia y de hecho es todo lo contrario. Creo que esto lo demuestra y combate ese preconcepto. Para mi la militancia es parte de mi formación como persona, pero además creo que todas las cosas que hago representan un esfuerzo enorme, pero si uno encuentra las cosas que lo hacen feliz, la energía se puede encontrar y se pueden hacer todos los esfuerzos necesarios.

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