Cultura

20 mayo, 2015

Y entre las ruinas se levantó el cine

El 14 y 15 de mayo se llevó a cabo el Festival de Cine y Derechos Humanos Karama. Las proyecciones, realizadas en las sedes de Amán y de Gaza, tuvieron como eje fundamental la situación que vive el pueblo palestino. Escombros, alfombras y el cine como herramienta de lucha.

El 14 y 15 de mayo se llevó a cabo el Festival de Cine y Derechos Humanos Karama. Las proyecciones, realizadas en las sedes de Amán y de Gaza, tuvieron como eje fundamental la situación que vive el pueblo palestino. Escombros, alfombras y el cine como herramienta de lucha.

La alfombra se extendió a lo largo del terreno. Por sobre su superficie no se vieron espléndidas mujeres luciendo fabulosos vestidos ni sonrisas pacatas sobre los tallados rostros de hombres pristinos. Por la blanda tela carmesí, tendida sobre suelo terroso, desfilaron pies. Muchos pies. Pies que, el resto de la semana, esquivan piedras. Rocas. Hogares.

Los pasos se dirigieron a la apertura del Festival de Cine y Derechos Humanos Karama, donde durante dos días se proyectaron obras que tuvieron como eje la peste a la que es obligada a pasar la sociedad palestina tras 67 años de prohibición a conformarse como Estado.

Si bien a occidente llegan más las repercusiones sobre el video de la alfombra desplegada entre las ruinas, el festival se viene llevando a cabo desde junio de 2009, este año repartido entre una sede en Gaza y otra en la capital de Jordania, Amán, y ofrece espacio a numerosos realizadores para dar su óptica sobre las vivencias diarias entre bombardeos, atentados y un estado de sitio que ya se convierte en algo ordinario.

Este año el festival coincidió con el 67° aniversario de la Nakba, la “catástrofe palestina”, tal como se recuerda a la creación del Estado Israelí y comienzo de la ocupación del territorio palestino por las colonias de ese país. Es entonces que se decidió llevar a cabo la puesta en escena para representar una llamativa instalación de denuncia.

No es ningún secreto el hecho de mostrar a la región y sus habitantes como una constante zona de guerra (que, después de todo y lamentablemente, es) convirtiéndolos en poco más que una postal trágica y estática. Sin embargo, Palestina sigue viviendo. Su población, siempre en lucha, continúa desarrollando sus vidas, sus costumbres y generando arte. Debemos observar entonces la intervención que no hace más que manifestar que, entre las bombas, sigue floreciendo la cultura.

El corto/difusión muestra un grupo de personas desfilando por la alfombra que, a diferencia de Cannes, invita a pasar a espectadores comunes más allá de las estrellas realizadoras. Toda la instalación se erigió entre los escombros de casas destruidas por la ofensiva israelí de mediados de 2014. No se ven paparazzis ni fotógrafos ansiosos por llevarse una captura del hecho. Numerosos espectadores se dirigen a un conjunto de sillas dispuestas frente a una gran pantalla, generando una suerte de embudo que obliga al paso lento y paciente. Y la paciencia y tenacidad, vimos estos 67 años, es algo que caracteriza a este pueblo.

Iván Soler – @vansoler

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