Cultura

13 mayo, 2015

Timba y salsa cubana en Buenos Aires: llegaron Los Van Van

“¡Qué bola, asere!“, fue el saludo que se repitió como un loop en los alrededores del estadio Luna Park el último viernes, poquito antes de las 21:30, hora en la que la emblemática orquesta cubana anunciaba el comienzo de su show.

“¡Qué bola, asere!“, fue el saludo que se repitió como un loop en los alrededores del estadio Luna Park el último viernes, poquito antes de las 21:30, hora en la que la emblemática orquesta cubana anunciaba el comienzo de su show.

Con 45 años de trayectoria y un año después de la muerte de su fundador e histórico director, Juan Formell, Los Van Van se presentaron, una vez más, en la ciudad de Buenos Aires, en una gira sudamericana que incluyó Chile y Uruguay. El cierre final fue el sábado, en Rosario, ciudad ya conocida por su amor a la salsa y la música de la isla en general.

El “Tren de la música cubana“, como se los conoce popularmente, montó su maquinaria de ritmo durante tres horas en las que no faltaron éxitos de las décadas del ’70 y ’80, como Sandunguera o Aquí el que baila gana, otros más cercanos a este siglo, como los de Chapeando o La Maquinaria, y los más nuevos, como Moda (Keratina), de su último album La Fantasía, dedicado a la memoria de Juan Formell y grabado ya sin él.

“Cómo cuesta la keratina (y qué decir de las extensiones)», entonó la voz femenina de la orquesta, Yenisel Valdés, en una canción que parodia la moda que en el último tiempo invadió la isla. Y siguió: “A Cristina le gusta la keratina», en un extraño guiño que, quizá por lo ambiguo, despertó aplausos y arengas generalizadas.

Sin embargo, más tarde, cuando las cinco mil personas que colmaban el estadio –entradas completamente agotadas– empezaron a corear “olé olé olé olá, van vaaan, van vaaan», desde el escenario los músicos pidieron: “A nosotros nos gusta ésa que dice ‘Yoooo, soy van vaaaan, es un sentimientoooo, no puedo paraaaar…». Entonces las voces, todas, hicieron caso inmediato al pedido vanvanero.

El que baila gana

“Los Van Van son La Habana, son Cuba, son nuestra historia y nuestro folclor», dice Yansel, un cubano radicado en argentina hace ocho años y profesor de salsa y son. Acaba de terminar el show y siente que podría bailar durante tres horas más. Insaciable, se quedó con ganas. Pero se alienta: “¿Oiste lo que dijeron? Que en diciembre vuelven. Aquí estaremos de nuevo, bailando como siempre, asere. ¡Tremenda gozadera!».

“Lo lindo es que acá estamos todos en la misma», dice Lucía, porteña de nacimiento y corazón. Y sigue: “los que aman Cuba, los que no…viste cómo es, el Lele canta ‘con bloqueo y sin bloqueo’ y una parte aplaude porque no entiende, la otra porque le gusta, la otra porque no. Pero la pasión por la salsa excede cualquier cosa».

Será por eso que todos cantan eso de que la maquinaria es una guagua (colectivo) o un almendrón (taxi compartido) a pesar de que algunos no sepan de qué se trata aquello, otros lo sepan de lejos, desde los taxis de turista habaneros o desde esos micros que, dicen, no dejan subir a los cubanos, y sólo una parte conozca los recovecos del recorrido compartido en línea recta o del –harto conocido por el continente entero– viaje apretaíto en colectivo, en este caso a 40 centavos de peso cubano y con música fuerte y sabrosa al mismo precio.

El público de Los Van Van en Argentina es variado. Probablemente el evento convoque a gran parte de los cubanos asentados en este país, pero además atrae a todas las generaciones locales: desde parejas mayores fanáticas de las grandes orquestas de la música latinoamericana, hasta los más jóvenes bailarines de ritmos caribeños. Y el notable crecimiento en la demanda de clases y cursos de salsa, son y bachata, sea seguramente un factor determinante en el hecho de que orquestas como ésta –y especialmente ésta– lleven cada vez más gente a sus shows.

Así lo expresaría el mismo Lele, vocalista, al encontrar con la vista a un grupo de docentes de baile pegados a la valla y agradecerles: “Lo que ustedes hacen tiene mucho que ver con que estemos hoy aquí».

Legado y responsabilidad

Luego de la muerte de Juan Formell, fundador y director de la Orquesta, el 1 de mayo de 2014, su hijo Samuel fue quien tomó la posta de la dirección. Venía haciéndolo desde hacía tiempo, durante las giras prolongadas que su padre ya no podía sostener. Para eso, dice, el gran Formell lo había preparado: para poder asumir el rol y la responsabilidad que llevar adelante al Tren significa.

La displina fue otro de los condimentos esenciales, al igual que el trabajo. En esa línea, en 2013, cuando la orquesta recibió un Grammy Latino en Las Vegas a la Excelencia por su trayectoria, el legendario director había declarado: “Ha habido que sacrificarse mucho, no es un premio caído del cielo porque Cuba ha estado bloqueada en los grandes mercados, porque el disco es un arma cultural importante».

***

Los Van Van tienen más de 20 álbumes grabados y unas 150 canciones que recorrieron el mundo. Será por eso que su songo es una locomotora imparable, resistente a cualquier posible crisis de petróleo. Y porque, así como en este sur decimos “bajate del caballo» cuando queremos darle un trago de humildad a alguien que se cree el mejor, en Cuba la frase célebre es: “No te hagas el Van Van». Porque Van Van, hay uno solo.

Carolina Rosales Zeiger – @caroerrezeta

Fotos: Kaloian Santos Cabrera – @kalofotograma

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