Cultura

8 mayo, 2015

Crónica del Monsters of Rock

El festival de rock pesado más importante del mundo hizo su paso por la Argentina tras diez años. Además de destacadas bandas locales, sonaron en el escenario del Parque de la Ciudad en Villa Soldati, bandas emblemáticas como Ozzy Osbourne, Judas Priest y Motorhead.

Volvió al país diez años después, el festival de rock pesado más importante del mundo: el Monster of Rock con cita anual en el autódromo Donington Park de Inglaterra y con repeticiones en diversos países. En esta ocasión, por las bandas que nos visitaron, el festival fue uno de los más importantes del género que se haya realizado en nuestro suelo.

En un día histórico, subieron al escenario de Villa Soldati tres bandas emblemáticas, con cuarenta o más años en pista: Ozzy Osbourne (fundador de Black Sabbath), Judas Priest y Mortorhead. Hablar de Sabbath y de Ozzy significa hablar de los padres de todo este lío y Judas junto a Motorhead le pisan los talones en esto de reinventar el rock o crear el heavy metal.

La fiesta estaba lista desde temprano y la ansiedad era mitigada con fernet, cerveza y gaseosas en las afueras del predio, donde estaban estacionadas camionetas, combis y micros de todo el país y también hubo quienes vinieron de otros países. Una vez adentro, exposición motoquera, venta de remeras, patio cervecero y demás.

En el sector “Little Monster” los más chicos pudieron disfrutar de juegos y de la banda Heavysaurios, que hizo agitar pequeños melones: “Estuvimos esperando 65 millones de años para estar con ustedes” dijo Mr. Heavysaurio (una especie de Tirannosaurus Rex)  para el delirio de los «peques» y cerraron con su hit “Quiero leche”.

Siendo un evento comercial no todo es maravilloso: la prohibición de ingresar con alimentos y los precios altos de los mismos en los stands y la separación del campo general con el odiado “campo vip”. Pero nada hizo mella en la felicidad reflejada en los rostros de más de 40 mil personas, desde viejos muy viejos hasta chicos y familias completas, ni siquiera el lodo, ni la amenaza de lluvia.

Las bandas nuestras

Antes de los tres platos fuertes (no uno, sino tres), hubo una muy buena representación del rock argento, con El Buen Salvaje, Plan 4, Carajo y Malón. Por supuesto fue Malón por su legado y retorno (con nuevo disco para octubre), a quien más esperaba la gente.

Una catarata de clásicos poderosos que arrancó con Grito de Pilagá de la mano de O’Connor con un nuevo look de mechas rojas, el Pato Strunz, el Tano Romano y Cuadrado. El público coreó cada una de estas ya viejas canciones en un gran show de los herederos de la H. El broche de oro fue “Tu eres su seguridad”, un himno del rock argentino y allí se fue mi hijo en uno de los tantos pogos fraternales.

Motorhead

Cuando Lemmy dijo “¿recuerdan? Nosotros somos Motorhead y hacemos fucking rock and roll”, volvió a verse esa mágica conexión con el público argentino, porque Motorhead se ha ganado la localía hace rato. Hace rato han acuñado un rock que poco interesa debatir a qué clasificación o subgenero corresponde. Es un rock jodido según la traducción de las palabras de Lemmy, en esencia pesado y avasallante que puede conmover incluso a Don Onur.

Mike Dee está entre los mejores en los tachos y te aplasta. Phill Campbell entrega tanto riff demoledores como grandes y justos solos con su viola. Los dos acompañaron a un Lemmy que es el alma de esta aplanadora y que, vale la pena aclararlo, se brindó todo.

La morbosidad mediática hace que a menudo las noticias sobre Motorhead sean en torno a la salud de Lemmy. El vive como quiere y no pretende ser ejemplo de nadie y además a sus casi 70 años (los cumple en diciembre) sigue haciendo lo suyo para felicidad de muchos. Si fuera la última visita simplemente ¡gracias por tanta música!

El setlist estuvo compuesto en su mayoría por grandes clásicos (no se puede tocar todos) entre ellos “Shoot you in the back”, “Stay Clean”, “Metropolis”, “Going to Brazil”, “Just ’Cos you got power”, “Aces of spades”, dos del último disco Aftershock como “Do you believe” y “Lost woman blues”, además de dos solos uno de batería y otro de guitarra. Lemmy ya había dicho “ustedes son la mejor audiencia de Latinoamérica” y se fueron previo mazazo final con “Overkill”.

Judas Priest

Llegó el momento de Judas, su última presentación fue Racing en 2011 y nos dijeron que era la despedida, mentirita de las buenas por cierto, porque a pesar de que uno sí se fue -K. K. Downing reemplazado por Faulkner- estos grandes muchachos volvieron con un discazo como Redeemer of souls y siguen de gira.

No sorprende que suenen tan bien porque son una gran banda, tampoco sorprende lo bien que está Richie Faulkner, un violero de la ostia y que ya habíamos visto. Pero que Halford siga haciendo lo que hace con su voz, ¡no podés! eso sí es sorprendente.

El hombre al que se lo ha denominado “Metal God” fue ovacionado reiteradas veces sobre todo cuando su voz fue fiel a temas que cantó casi de la misma forma que en el pasado, caso “Painkiller” o en temas del nuevo disco como “Halls of Valhalla”. Otros infaltables que sonaron fueron “Electric Eye”, “Jawbreaker”, “Metal Gods”, “Hell Bent for Leather” con el clásico ingreso en moto de Halford, “Breaking the lawn”, “Turbo Lover” y del nuevo disco también hicieron “Dragonaut” y Redeemer of Souls”. Cerraron su show con “Living after midnight”. Así hay Judas Priest, y por ende heavy metal, para rato.

Ozzy

¡Cú Cú! se escuchó en la oscuridad del escenario y todos los presentes supieron que Ozzy estaba allí. Para regocijo de la luna llena que alumbraba el cielo, su primera canción fue “Bark at the moon”. Le siguieron otros temas de su etapa solista como “Mr. Crowley”, “I don´t know”, “Short in the Dark”, “Crazy Train” entre otros y algunos del viejo Sabbath como “War Pigs”, “Fairies Wear Boots”, “Rat Salad”, “Iron Man” y el cierre con “Paranoid”.

Un marca registrada del público argentino es corear la parte de los solos algo que el showman disfrutó actuando como un director de orquesta y reclamando constantemente acompañar con las palmas. En dos ocasiones bañó en espuma a la primera fila compuesta fundamentalmente por fotógrafos que entre risas, se apuraron a cubrir los lentes de sus cámaras. Alentó una y otra vez a palmear, cantar y saltar.

La banda que lo rodea es muy buena, el jóven Gus G. en guitarra, Blasko en el bajo, Rick Wakeman (hijo del Ex Yes) en teclados y mención especial para Tomy Cufletos. Lo del baterista es fantástico y de una entrega total, si ya el año pasado en La Plata había logrado que no se extrañara tanto a Bill Ward en temas de la primera etapa de Sabbath, en esta ocasión volvió a conquistarnos en cada interpretación y nos regaló un gran sólo.

El bis fue como de costumbre “Paranoid” y después de una hora y veinte, el señor Osbourne nos dejó. ¿Continuará? Según él seguirá con su carrera solista y anunció que habrá gira despedida y último disco de Black Sabbath para el 2016.

No habiendo más nada que hacer, nos fuimos felices como pibes con juguete nuevo, algunos a esperar los colectivos que nunca pasaron, otros a emprender cientos de kilómetros, pero poco importaba el cansancio físico, ¡que se repita!

Arnaldo Franzoni – @ArnaldoFranzani

Foto: Guido Adler

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