7 mayo, 2015
¿Cómo tratarían los medios de occidente los hechos de Baltimore si ocurrieran en otro lugar del mundo?
Un interesante artículo del Washington Post abordó un tema complejo y polémico para la sociedad estadounidense y occidente en general: ¿Cómo se tratarían los asesinatos racistas en manos de la policía y las enormes movilizaciones populares que sacuden a Estados Unidos si hubieran sucedido en cualquier otro país? ¿Se trata de una Primavera Estadounidense ocultada por los medios?

Un interesante artículo del Washington Post abordó un tema complejo y polémico para la sociedad estadounidense y occidente en general: ¿Cómo serían tratados los asesinatos racistas en manos de la policía y las enormes movilizaciones populares que sacuden a Estados Unidos si hubieran sucedido en cualquier otro país? ¿Se trata de una Primavera Estadounidense ocultada por los medios?
La nota, escrita por la columnista Karen Attiah y publicada en uno de los principales diarios de Estados Unidos el pasado 30 de abril, se propone un ejercicio periodístico y político. ¿Qué tal si los disturbios desatados en Baltimore tras el homicidio de Freddie Gray, hubieran ocurrido en Río de Janeiro, Moscú, El Cairo o Yakarta? ¿Qué dirían los medios de comunicación y los principales referentes políticos del mundo? ¿Cómo actuarían los Estados si Estados Unidos no fuera Estados Unidos?
«Los líderes internacionales expresaron su preocupación por la creciente ola de racismo y violencia estatal en Estados Unidos, especialmente en relación con el tratamiento de las minorías étnicas en el país y la corrupción en las fuerzas de seguridad del Estado, en especial el manejo de casos de brutalidad policial», comienza el artículo redactado por Attiah como alerta para periodistas, editores y grupos mediáticos.
En segundo lugar destaca un dato que la mayoría de los medios no se esfuerzan en jerarquizar a la hora de cubrir los acontecimientos. «Los afroamericanos, un grupo étnico minoritario, son asesinados por las fuerzas de seguridad del Estado a una tasa más alta que la mayoría de la población blanca. Los jóvenes afroamericanos tienen 21 veces más probabilidades de ser fusilados por la policía que los estadounidenses blancos», destaca.
«El Reino Unido expresó su preocupación por el giro preocupante de los acontecimientos en Estados Unidos en los últimos meses», imagina Attiah, junto con las declaraciones de su Ministerio de Relaciones Exteriores: «Hacemos un llamado al régimen estadounidense para controlar a los agentes de seguridad del Estado que han estado atormentando a miembros de minorías étnicas de Estados Unidos». «La aplicación igualitaria del Estado de Derecho, así como el respeto de los derechos humanos de todos los ciudadanos, sin importar el orígen racial es esencial para una democracia sana», agrega.
Y el artículo no se queda allí. La periodista del Washington Post también especula sobre solidaridades de países como Palestina o Egipto con los activistas que reclaman justicia. «Palestina ha ofrecido asistencia continua a los activistas americanos enviando kits anti-gas lacrimógeno a los que protestan contra la brutalidad policial en varias ciudades estadounidenses. Grupos egipcios pro-democracia también han dicho que van a compartir sus experiencias pasadas con las armas contra-protesta de fabricación estadounidense«. Es que la prensa masiva occidental elige que relato contar sobre sus propios conflictos internos y olvida, ignora, invisibiliza hechos como los mencionados -reales ambos- de solidaridad internacional con los manifestantes.
La ONU, por su parte, en el relato de Attiah, pedía a los Estados Unidos que hagan un esfuerzo mancomunado para crear bases de datos públicas de violencia policial para mejorar la transparencia y reducir la corrupción en el sistema judicial.
«Es una Primavera Estadounidense», dicen en el artículo los analistas internacionales, destacando el rol de la tecnología en la organización de las manifestaciones. Lo llaman «el activismo por los derechos civiles del siglo XXI». Y se entusiasman: «La revolución será tuiteada».
Una nota periodística semejante alertaría, como lo hace la columnista, a los ciudadanos afroamericanos de las zonas de mayor violencia policial racista y desaconsejaría viajes a esas zonas. También las organizaciones de derechos humanos del mundo establecerían redes para refugiados afroamericanos para sacarlos del país que los persigue y mata y llevarlos a sitios más seguros.
Escrito desde una óptica de ética y responsabilidad social, cualquier artículo sobre el tema debería decir que desde el gobierno estadounidense acusaron de «matones» a los manifestantes. También cualquier producción periodística debería destacar, de acuerdo con la autora, las causas de la indignación popular, abordar problemas de raíz como el llamado «proceso de gentrificación», es decir, de desplazamiento de las poblaciones de un lugar a otro de la ciudad por el aumento del valor de las viviendas, que en Baltimore ha cobrado una gran magnitud.
Attiah hace un interesante llamado a la responsabilidad periodística en Estados Unidos, desde las páginas de uno de sus principales diarios mientras efectivos policiales rodean todavía las calles de Baltimore, aún después de levantado el estado de emergencia y el toque de queda.
En Sandtown-Winchester, el barrio de Freddie Gray, la esperanza de vida es de 69,7 años. La media del país es 78,74.
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