6 mayo, 2015
Schorr: «El kirchnerismo nos deja una estructura industrial muy débil»
Martín Schorr, sociólogo e investigador del Conicet, analizó los cambios y continuidades del patrón de especialización de la industria Argentina y su impacto en los trabajadores. A su vez subrayó la concentración y extranjerización de la producción industrial que no favorece un modelo de redistribución del ingreso.

Martín Schorr, sociólogo e investigador del Conicet, habló con Radionauta sobre los cambios y continuidades del patrón de especialización de la industria Argentina y su impacto en los trabajadores. En particular, cómo la distribución del ingreso, a pesar del crecimiento, no ha cambiado sustancialmente, y sigue concentrándose fuertemente en detrimento del conjunto trabajadores, marcando una continuidad con los años 90.
– ¿Ha habido transformaciones profundas en materia industrial en estos últimos años?
– Lo que hay que decir y nadie discute es que la última década fue un periodo donde la industria creció, desde el punto de vista de la producción, muchísimo. Y eso hasta 2007-2008 generó muchos puestos de trabajo.
Ahora, me parece también que un análisis objetivo de esta etapa no puede desconocer que muchas de las herencias del neoliberalismo en términos de los sectores en que se especializa la industria argentina, los grados de concentración y extranjerización elevadísimos que heredamos de los 90, se han consolidado en la última década. Me parece que son elementos de continuidad muy importantes.
Particularmente con el tema de la situación de los trabajadores me parece que hay una cuestión de la que se habla en poco pero que para mí es muy importante y es que se terminó de consolidar en estos años la estructura industrial, o sea, la manera de especializarse productivamente en Argentina que hoy está mucho más vinculada a los recursos naturales y a industrias muy concentradas y exportadoras que en la década del 90.
Esto implica que para las empresas más grandes, aquellas que integran el poder económico de nuestro país, en la medida que no son empresas que viven mayormente de vender en el mercado interno, sino de vender fundamentalmente en los mercados externos, no les importa que los salarios sean altos. No es como en los años 50 y 60 donde el grueso de lo que producía nuestra industria se vendía en el mercado interno y por lo tanto los empresarios industriales necesitaban que fueran altos los salarios.
Ahora el escenario es distinto. Y este es un elemento muy importante para entender lo que no logró el kirchnerismo en estos años, que es mejorar sustantivamente la distribución del ingreso.
– ¿A qué se debe esta continuidad con los 90? ¿No ha habido interés en transformar la estructura industrial?
– Esto es una discusión abierta, desde ya. Personalmente, yo creo que hay dos elementos. El primero es la falta de instrumentos de política industrial que hubieran servido para avanzar en cambios en la estructura. De hecho, los pocos instrumentos que se utilizaron vienen de los 90, como por ejemplo, todo el régimen de promoción para la armaduría en el sector automotriz, en la electrónica de consumo en Tierra del Fuego, etc. Esto tiene que ver con la falta de una visión respecto a la importancia de una planificación estratégica en términos del desarrollo industrial.
Pero hay una segunda que también es importante y es que en esta década donde tanto se habla del pensamiento heterodoxo en materia económica, sin embargo, paradójicamente los funcionarios que supuestamente parten de un marco conceptual heterodoxo, en los hechos tienen una forma de pensar los problemas industriales muy ortodoxa. Para ellos la industria argentina solo es eficiente en la medida en que es competitiva en el precio con lo que se puede conseguir en el exterior. Y eso es renunciar por definición a hacer política industrial.
Entonces a mí me parece que la falta de política industrial también hay que pensarlo como una consecuencia de esta matriz ideológica de muchos heterodoxos que han venido conduciendo la política económica en la Argentina, donde en definitiva piensan a la industria de un modo muy parecido a como Cavallo la pensaba en los 90. Que es: si no es competitiva porque no tiene precios similares a los de importación no merece ser sujeto de ninguna asistencia.
– ¿Pensás que la llegada de Axel Kicillof al Ministerio de Economía a fines de 2013 ha implicado algún cambio?
– Yo creo que no han hecho mucho. Sí está la cuestión de YPF que es un tema muy interesante, pero que por ahora es una asignatura pendiente. No se puede hacer una evaluación muy contundente porque ha pasado poco tiempo. Pero creo que dentro del equipo económico conviven estas tensiones entre algunos sectores minoritarios que tratan de impulsar el cambio estructural, y sectores que creo yo son mayoritarios que tienen estas tesis de la eficiencia o no de la industria como criterio de desarrollo.
Y por otro lado, el desembarco del equipo de Kicillof en el gobierno es coincidente con una política de ajuste a partir de la devaluación de enero del año pasado que en el 2014 desembocó en una caída del salario de entre el 6% y 10%. Tampoco es que ellos están pensando mucho más allá del corto plazo, de que las principales variables económicas no se le vayan a cualquier lado. Por lo tanto estas cuestiones estructurales quedan relegadas.
Aun así, en lo poco que yo pude discutir con gente de este grupo lamentablemente prima mucho esta concepción de la eficiencia como criterio para tener industria. Entonces, ahí hay también un límite que reproduce una lógica que viene de hace años.
– ¿Cómo ves vos a la industria en América Latina?
– El escenario general geopolítico latinoamericano asusta. Brasil está aplicando una política de ajuste muy ortodoxa. Venezuela está teniendo los problemas que tiene y la penetración de “pequeños ALCA” a través de acuerdo de libres comercio marcan que el escenario de la región es muy distinto que hace diez años atrás.
De ese escenario Argentina no está exenta y si uno ve lo que se discute de cuestiones económicas en los distintos espacios políticos que aparentemente van a conducir el país en los próximos años, hay mucha sintonía con este nuevo escenario regional. Y en ese marco, el kirchnerismo nos deja una estructura industrial muy débil. Una estructura que creció mucho pero en la medida en tal crecimiento no se acompañó con cambios en el perfil productivo, si cambia un poco la bocha en términos de los instrumentos, volviendo a esquemas más neoliberales ahí vamos a tener problemas serios.
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