5 mayo, 2015
Comenzó el juicio por torturas a Luciano Arruga
Este lunes se llevó a cabo la primera audiencia del proceso que tiene como único imputado al ex oficial principal Julio Diego Torales por torturas contra el joven Luciano Arruga el 22 de septiembre de 2008 cuando fue detenido por averiguación de antecedentes.

Este lunes se llevó a cabo la primera audiencia del proceso que tiene como único imputado al ex oficial principal Julio Diego Torales por torturas contra el joven Luciano Arruga el 22 de septiembre de 2008 cuando fue detenido por averiguación de antecedentes.
La causa está a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de La Matanza integrado por los jueces Diana Volpicina, Gustavo Navarrine y Liliana Logroño que serán responsables de escuchar a los testigos y dictar sentencia una vez finalizadas las audiencias.
Durante la primera jornada realizada el lunes 4 de mayo declaró la madre de Luciano, Mónica Alegre, quién comenzó recordando como fueron los hechos. Aquel 22 de septiembre la policía llegó a su casa cerca del mediodía para informarle que su hijo había sido detenido «por un robo». De acuerdo con la versión policial, Arruga fue demorado por averiguación de antecedentes ante la denuncia del robo de un celular.
«Cuando fui a buscarlo me atendió Torales y me dijo que no podía verlo porque estaba incomunicado», recordó Alegre y añadió que el oficial dejó «pasar las horas» hasta que alrededor de las 14 llegó al lugar su hija, Vanesa Orieta. Ante el insistente pedido de la hermana de Luciano para que lo liberen, la madre recordó que se escuchó un grito desde adentro: “Vane, sácame de acá. Me están matando a palos”.
Tras ocho horas de estar detenido Luciano fue finalmente liberado y, siempre de acuerdo al relato de Alegre, en ese momento el joven le dijo a Torales: “Vos me pegaste mientras dos me sostenían”.
La madre de Luciano explicó que «todo esto empezó cuando él se negó a robar para la policía», coincidiendo así con lo planteado por diversos organismos de Derechos Humanos que apuntan que esto llevó a la policía a luego secuestrar y desaparecer a Luciano el 31 de enero de 2009 para que finalmente su cuerpo fuera encontrado el año pasado como NN en el cementerio de la Chacarita.
«Antes de esa detención [la del 22 de septiembre], lo llevaron a la comisaría de Don Bosco. En otra oportunidad le pusieron una escopeta en el pecho. Lo estaban ahogando de a poco», añadió Alegre. Mónica también dijo que el ex policía lo amenazó varias veces con llevarlo “a la 8va, con todos los violines” y le gritó “chorro” y “negro rastrero” delante de ella.
A su turno el fiscal José Luis Longobardi apuntó que al joven “lo denigraron, humillaron, lo destrataron como persona”. A su lado estaban los tres abogados que representan a la familia de la víctima, María Dinard y Maximiliano Medina del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Juan Manuel Combi, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Dinard destacó el “grave sufrimiento físico y psíquico” y las “gravísimas amenazas contra la integridad sexual” de Luciano. Y remarcó en cada intervención que Luciano era un chico.
Además de la madre de Luciano, también hablaron durante la primera audiencia Juan Gabriel Apud (amigo del barrio), Rocío Gallegos (amiga de Vanesa Orieta con la cual vivía en ese entonces) y Zulma Robles (madre del oficial Torales).
Tanto Apud como Gallegos coincidieron en que después de la última detención, Luciano tenía miedo de salir a la calle. “Estaba más callado, con miedo de salir a la calle. Tenía miedo que la policía lo llevara otra vez. Ya no salía a trabajar con el carro, ni me iba a buscar para tocar la guitarra”, contó Apud.
Luciano le dijo a Vanesa «que la Policía no lo dejaba caminar por la cuadra de su casa y venía más seguido a dormir. Con el tiempo me di cuenta que estaba pidiendo ayuda», contó Gallegos.
En su declaración, la madre de Torales subrayó que su hijo estaba “preso por un moretón”. Y que “los derechos humanos no habían ido a ver qué le pasaba a su hijo”. En consonancia, el abogado defensor Juan Grimberg dijo que su defendido era un “detenido por razones políticas” y también describió a la causa como un “engendro” y un “hecho delirante”.
Finalmente, también testificaron la médica Mariana Fontela, integrante del Cuerpo Médico Forense de San Justo, quien revisó a Luciano cuando lo detuvieron y constató que no tenía lesiones al ingresar al destacamento.
Por su parte, el médico Gabriel González que trabajaba en la guardia del Policlínico San Justo cuando Luciano fue llevado por su hermana tras ser liberado, comprobó que presentaba un «traumatismo simple» en el rostro y describió que sufrió un “golpe con un artefacto o una superficie lisa” que puede haber sido un “puño”.
Durante toda la semana continuarán las audiencias donde declararán alrededor de 40 testigos.
Cuatro meses después de la detención que originó este juicio, el 31 de enero de 2009 a las 21 horas, Luciano salió de su casa de Lomas del Mirador, pero nunca regresó. Seis años pasaron sin noticias de su paradero, hasta que el 17 de octubre de 2014 el CELS anunció que, tras la presentación de un habeas corpus, el cuerpo del adolescente había sido encontrado enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita.
A partir de allí se logró establecer que Luciano había sido atropellado por un auto la madrugada del 1 de febrero de 2009, a las 3.21, cerca del cruce de la avenida General Paz y Emilio Castro. Paradójicamente, el cruce de datos entre el cuerpo NN y Luciano se logró a partir de las huellas dactilares que le tomaron al joven cuando fue detenido el 22 de septiembre de 2008.
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