5 mayo, 2015
Breve historia de la Guerra del Pacífico
Con motivo de los alegatos que están llevando a cabo Bolivia y Chile en la Corte Internacional de Justicia de La Haya por el reclamo boliviano de salida al mar, Notas decidió ofrecer a las y los lectores un breve repaso del conflicto bélico que originó este conflicto.

Con motivo de los alegatos que están llevando a cabo Bolivia y Chile en la Corte Internacional de Justicia de La Haya por el reclamo boliviano de salida al mar, Notas decidió ofrecer a las y los lectores un breve repaso del conflicto bélico que originó este conflicto.
Nuevos países, fronteras difusas
Las independencias de Chile (1817), Perú (1821) y Bolivia (1825) se llevaron a cabo tomando como base las fronteras del viejo orden colonial que, en muchos casos, eran difusas. Esto se vio agudizado en el punto de encuentro entre los tres países: el desierto de Atacama (actualmente norte de Chile), un lugar inhóspito y nunca demarcado por los colonizadores.
Al momento de su independencia, Bolivia se estableció como Estado con salida al mar sobre el Océano Pacífico en la zona que actualmente incluye la ciudad chilena de Antofagasta. Los límites bolivianos de entonces se tomaron en base al antiguo territorio colonial que administraba la Audiencia de Charcas a la cual le correspondían 560 kilómetros de costa sobre el Pacífico.
En 1866, Bolivia y Chile firmaron un tratado comercial y limítrofe. La frontera entre ambos países se estableció en el paralelo 24° sur. Sin embargo el acuerdo habilitó una administración conjunta del desierto de Atacama entre los paralelos 23° y 25°. En concreto se estableció un reparto igualitario de las ganancias provenientes de la explotación del guano y minerales comprendidos en esa zona.
No obstante, el descubrimiento de amplios yacimientos de salitre (que rápidamente reemplazó al guano -casi agotado- y era un elemento fundamental para la fabricación de la pólvora que se inventó ese mismo año) cambió el panorama.
Las compañías chilenas, con inversión de capitales británicos, fueron las principales beneficiarias del tratado de 1866. Las modestas regalías que recibía el Estado boliviano no se comparaban con las enormes ganancias de las empresas que operaban en la región. En esta situación ventajosa, Chile envió una delegación a La Paz en 1872 con la intención declarada de comprar el territorio, pero no tuvo éxito. Un anticipo de lo que vendría después.
Impuestos y una guerra que no fue por el Pacífico
Las intenciones chilenas sobre el litoral marítimo boliviano (y también el sur de Perú) donde operaban sus empresas mineras) llevaron a Bolivia a firmar, en 1873, un pacto secreto con Lima. El mismo era de carácter defensivo e intentó incluir a la Argentina sin éxito.
Buenos Aires dudó en formar parte del pacto debido a la disputa que tenía con Chile por la Patagonia, sin embargo también mantenía diferencias limítrofes con Bolivia, por la región de Tarija, y con Brasil (aliado de Chile), por Misiones. El equilibrio geopolítico hizo que los funcionarios argentinos desistieran.
A fines de ese mismo año Bolivia firmó un acuerdo comercial con la Compañía Anónima de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta (de capitales chilenos y británicos) para la explotación de los recursos de la zona. Y en 1874, Bolivia y Chile firmaron un nuevo tratado limítrofe que reafirmaba las fronteras de 1866 pero mejorando las condiciones para las compañías chilenas: durante 25 años “las personas, industrias y capitales chilenos” gozarían de un congelamiento de los aranceles e impuestos de cualquier tipo. Este fue el punto que, solo unos años después, desató el conflicto bélico.
Según la ley boliviana de aquel entonces los acuerdos sobre recursos naturales debían ser aprobados por el Congreso nacional para entrar en vigencia. Esto no sucedió hasta 1878 cuando el deterioro de la situación económica llevó al parlamento de Bolivia a aprobar el acuerdo comercial de 1873 pero a condición de un aumento de los impuestos (violando parte del tratado de 1874, que no estaba ratificado).
Luego de algunos meses de negociación infructuosa, el La Paz decidió cobrar el impuesto de manera retroactiva a 1874. El gobierno chileno, apoyado por los inversionistas británicos, respondió enviando a su Marina de Guerra a bloquear y luego ocupar el puerto boliviano de Antofagasta que fue tomado el 14 de febrero de 1879. Chile había dado comienzo a la “Guerra del Pacífico”.
Cuatro años después y 180 mil kilómetros cuadrados más grande, el país trasandino logró imponerse sobre Perú y Bolivia. Lima perdió el desierto de Tarapacá con todos sus yacimientos minerales, Bolivia se quedó sin Atacama, sin los puertos de Antofagasta y Cobija y, por lo tanto, sin salida al mar.
El gran ganador fue el empresario inglés John Thomas North. Principal accionista de la compañía de salitre más grande que operaba en la región, North compró a muy bajo precio (al estallar el conflicto) bonos que el Estado peruano había entregado a los propietarios de los yacimientos mineros. Finalizada la guerra el Estado chileno reconoció los bonos como legítimos. Un claro antecesor de los hoy famosos fondos buitre.
En 1884 Bolivia y Chile firmaron un armisticio (pero no la paz) y finalmente en 1904 se firmó el llamado “Tratado de Paz y Amistad” donde el litoral boliviano pasaba a ser territorio chileno.
A pesar de que la historiografía oficial de Chile sostiene que Bolivia firmó libremente ese tratado y por lo tanto no debería ponerse en discusión la propiedad actual del territorio, hay que tener en cuenta que en los 20 años que duraron las negociaciones (1884 – 1904) las fuerzas armadas de Santiago estuvieron apostadas en Antofagasta y el desierto de Atacama. La ocupación militar del territorio en litigio fue claramente un elemento de coacción y presión para las autoridades bolivianas.
Por eso, más de un siglo después, el debate sobre la salida al mar para Bolivia está aún vigente y se plantea como un punto central para el proceso de integración latinoamericana en nuestro continente.
Santiago Mayor – @SantiMayor
Foto: Fuerzas Armadas de Chile en Antofagasta (1879)
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