4 mayo, 2015
Scioli cada vez más firme
Por Ulises Bosia. Con el final de abril terminó una primera tanda de elecciones, en este 2015 repleto de convocatorias a las urnas. Todavía hay cuotas importantes de incertidumbre, pero a grandes rasgos se van delineando las principales tendencias hacia el escenario del recambio presidencial. En la interna del Frente para la Victoria crece la figura de Scioli.

Por Ulises Bosia. Con el final de abril terminó una primera tanda de elecciones, en este 2015 repleto de convocatorias a las urnas. Todavía hay cuotas importantes de incertidumbre, pero a grandes rasgos se van delineando las principales tendencias hacia el escenario del recambio presidencial. En la interna del Frente para la Victoria crece la figura de Scioli.
Poco a poco la interna presidencial del Frente para la Victoria (FPV) se va limpiando. Primero fue Julián Domínguez quien se bajó a la provincia de Buenos Aires, ahora anunció lo mismo Aníbal Fernández, y todo indica que esta dinámica continuará durante mayo y junio, en busca de reducir a dos o tres opciones las primarias del kirchnerismo.
En este contexto Daniel Scioli cada vez se instala con más fuerza como el virtual candidato a presidente del FPV. Hace unas semanas el centro del debate era si Cristina apoyaría activamente a alguno de los otros candidatos considerados más afines, pero hoy esa hipótesis parece cada día más improbable y todo se reduce a las condiciones en las que podrán llegar a un acuerdo.
Como parte de su estrategia en dos tiempos, lo más previsible es que Scioli continúe buscando consolidar su identificación con el proyecto político kirchnerista al menos hasta las PASO, por lo que no sorprende su reivindicación de La Cámpora o de aspectos importantes de la política gubernamental como el enfrentamiento con los fondos buitres.
Las razones de su fortaleza
En primer lugar es determinante que Scioli cuenta con la popularidad suficiente -dentro y fuera de los votantes kirchneristas- para plantearse como un candidato ganador, algo que incluso sus competidores y adversarios reconocen, y por lo demás es una carta exclusiva que no puede jugar ningún otro de los precandidatos.
Los buenos resultados electorales del macrismo y la buena imagen que Massa por ahora conserva en la Provincia de Buenos Aires amenazan con una elección más peleada que en 2007 y 2011, por lo que este aspecto cobra más relevancia.
En segundo lugar cuenta con el apoyo cada vez más explícito de una significativa porción de gobernadores e intendentes del Partido Justicialista. Como muestra vale el acto del 1 de mayo que compartió con el formoseño Insfrán y las declaraciones del sanjuanino Gioja, pero también el respaldo recibido por el mendocino Pérez.
En tercer lugar tiene el crédito de una parte del empresariado que valora los permanentes gestos que a lo largo de estos años el gobernador bonaerense supo prodigarle. Tienen la expectativa de que Scioli juegue el papel de quinta columna al interior del FPV, en el caso de que Macri -su candidato predilecto- sea derrotado.
Finalmente, también un importante sector de la dirigencia sindical lo respalda, encabezados por Antonio Caló, secretario general de la CGT oficialista y Ricardo Pignanelli, titular del SMATA. A ellos se suman sectores de la CGT moyanista como Plaini, secretario general del gremio de los canillitas.
El hombre indicado en el momento indicado
Pero además de estos elementos, al escuchar a Scioli se tiene la sensación de que empalma mejor que cualquier otro candidato con el sentido de la transición política que vive nuestro país. Se trata de una tendencia al centro y la moderación, de un giro conservador.
Cuatro años atrás Cristina ganaba las elecciones prometiendo “la profundización del modelo” e “ir por todo”, a lo que se agregaba que el segundo lugar lo obtenía Binner, un candidato socialdemócrata.
Hoy, en cambio, esas promesas de convertirnos en “Argenzuela” que aterrorizaban a los editorialistas de La Nación y Clarín, parecen delirios febriles. La situación política tiende a polarizarse con una opción derechista y el eje de la discusión gira en torno de “cambio con algunas continuidades” o “continuidad con algunos cambios”. Es decir se pasó de un discurso de ofensiva a uno de defensiva.
En ese debate la postura de Scioli cuenta con la sensatez de una mayoría social que difícilmente apueste a un cambio brusco sin haberse demostrado antes el fracaso del “modelo”, con más razón ante un relativo equilibrio de las principales variables económicas.
Su candidatura ante el agotamiento del “modelo”
Hace ya cuatro o cinco años que no se cumplen las promesas del “modelo” de conjugar el crecimiento económico y la rentabilidad empresarial con el mejoramiento de las condiciones de vida de las mayorías populares. No es una casualidad, ni únicamente un eco de la crisis internacional. Esta situación expresa el agotamiento del ciclo virtuoso del “modelo”, que abre tres posibilidades.
En primer lugar la realización de una política de ajuste, que es lo que promueve el poder económico y el FMI, mediante una devaluación, reducción del gasto público, acuerdo con los buitres, etc.
En segundo lugar la decisión de evitar un ajuste ortodoxo, pero al mismo tiempo no afectar la gran rentabilidad empresarial, sino apelar a la inversión externa y el endeudamiento como forma de inyectar nueva fuerza al modelo económico actual.
Si la primera es la que explícitamente sostiene el PRO y la segunda la política actual del gobierno nacional, el sciolismo se mueve entre esas dos opciones, por ahora más cerca de la segunda.
Lejos de ambas queda la voluntad de iniciar un ciclo de transformaciones estructurales que afecten los grandes intereses y permitan recuperar porciones de soberanía perdidas en manos del capital transnacional y el poder económico concentrado. Se trata de nacionalizar el comercio exterior, realizar una reforma tributaria, derogar la legislación neoliberal vigente, etc., es decir, una salida popular ante el agotamiento del “modelo”.
@ulibosia
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