28 abril, 2015
Mueren dos niños al incendiarse un taller de costura clandestino
Mientras el PRO continuaba festejando su triunfo electoral, un incendio en un taller clandestino de costura del barrio de Flores le costaba la vida a dos niños. Las tragedias en estos espacios de superexplotación se suceden, bajo la vista gorda del Gobierno de la Ciudad.

A las 10.30 de este 27 de abril el infierno cotidiano de una familia de trabajadores textiles en condiciones de superexplotación se convirtió en un infierno literal. Se estima que un cortocircuito en una de las máquinas de coser fue el detonante del incendio que arrasó la vivienda/taller textil de la calle Páez 2796, del barrio de Flores.
En el trágico evento perdieron la vida dos niños, de 7 y 10 años, y sus padres resultaron con quemaduras leves e intoxicación por inhalación de humo por lo que debieron ser internados en el Hospital Álvarez. El siniestro comenzó en el precario espacio de trabajo ubicado en el subsuelo de la vivienda, que tenía algunas de sus puertas y ventanas tapiadas para disimular el trabajo clandestino en el inmueble, lo que dificultó la tarea de los bomberos.
Alberto Crescenti, director del SAME, confirmó que “uno de los niños tenía siete años y el otro era menor de diez, los dos varones. Aparentemente estaban durmiendo y no llegaron a salir de la vivienda”.
Este espacio que se convirtió en una trampa mortal para los dos niños es tan sólo uno de los aproximadamente cinco mil talleres de costura clandestinos de la ciudad, en los que son superexplotados sobre todo trabajadores de origen boliviano. Este nuevo incidente dramático retrotrae a otro caso similar, del año 2006, en el que un incendio en un taller de la calle Luis Viale le costó la vida a dos costureros adultos y a cuatro menores de edad.
Esta tragedia no debe atribuirse solamente a una fatalidad sino que es una consecuencia natural de las condiciones inhumanas en las que se trabaja en estos talleres, muchos de los que producen prendas para afamadas marcas de ropa, incluyendo a Cheeky, propiedad de Juliana Awada, esposa de Mauricio Macri, denunciada reiteradamente desde el año 2006 entre otros por la asociación La Alameda. También conviene recordar que en febrero de 2014 el hermano de Juliana y cuñado de Macri, Daniel Awada, fue imputado junto a otros cinco empresarios textiles por “reducción a la servidumbre” de costureros de origen boliviano con documentación irregular.
En horas de la noche de este lunes 27 se realizó una asamblea en la Casona de Flores, cercana al lugar del siniestro, de la que participaron organizaciones de trabajadores, sociales, políticas y de derechos humanos. En la convocatoria a la misma se planteó que “el trabajo migrante en el sector textil es clave en la economía actual y alimenta todos los segmentos de la cadena de valor. También en otros sectores fundamentales como la producción de frutas y verduras en las quintas del conurbano. Este trabajo queda invisibilizado o estigmatizado mediáticamente y por las grandes marcas. O impensado cuando sólo se lo etiqueta como ‘trabajo esclavo».
«No se trata sólo de víctimas. Sino de trabajadores migrantes que construyen su derecho a la ciudad e impulsan activamente la economía local. Es necesario abrir públicamente esta discusión y construir formas de autodefensa y organización”, concluyeron.
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