Cultura

13 abril, 2015

Eduardo Galeano, las palabras que la muerte nos robó

«Lo que más me duele está en las bellas palabras que la muerte nos ganó de mano y nos robó». Así definía Eduardo Galeano el fallecimiento de Gabriel García Marquez en 2014. Su frase aplica perfecto para aquel 13 de abril de 2015 en que se fue el autor de Las venas abiertas de América Latina.

A los 74 años de edad, el 13 de abril de 2015, en un hospital de su Montevideo natal, Eduardo Galeano falleció víctima de un cáncer de pulmón. Figura indiscutible de la izquierda latinoamericana, referencia intelectual para millones en el mundo, no fue siempre -como hoy se lo recuerda- un prolífico escritor.

Antes de empezar su obra literaria trabajó como obrero de fábrica, dibujante, pintor, mensajero, mecanógrafo y cajero de banco, entre otros oficios.

Su trabajo periodístico, que luego lo llevó a la literatura, comenzó en los años 60 como editor del semanario Marcha. En esa histórica revista uruguaya colaboraron otros grandes escritores como Mario Vargas Llosa, Mario Benedetti, Manuel Maldonado y los hermanos Denis y Roberto Fernández Retamar.

Si bien durante esos años publicó sus primeros textos como Guatemala, país ocupado y Los fantasmas del día del león y otros relatos, su fama se expandió a nivel continental en 1971 con la publicación de su obra más conocida: Las venas abiertas de América Latina.

En un trabajo poco usual para su pluma más asociada a la prosa y la poesía, Galeano escribió una monumental obra. Con un fuerte respaldo en documentación histórica, citas y referencias, el uruguayo analizó la situación de la región y la explotación de la que había sido víctima durante el colonialismo español, pero también por parte de las potencias imperialistas luego de la independencia.

Las venas abiertas… se convirtió en una obra de denuncia y piedra de toque para una generación de hombres y mujeres que quisieron tomar el cielo por asalto y, parafraseando al propio Eduardo, hacer lo que hicieron para cambiar lo que eran. A partir de allí siguió escribiendo y denunciando, pero siempre con el ojo puesto en el futuro y la esperanza de un mundo mejor.

Crítico permanente de la realidad, e incluso de procesos que defendía, Galeano fue partidario de la Revolución Cubana (aun en los difíciles años 90) y no dudó en apoyar al venezolano Hugo Chávez cuando comenzó a batallar solo contra el neoliberalismo a comienzos del nuevo siglo.

Sus últimos años de vida los repartió entre su querido Montevideo, particularmente el Café Brasilero de la Ciudad Vieja donde recibía a los cientos de periodistas y personas de todo el mundo que querían entrevistarlo, y su obra literaria. Siguió escribiendo hasta sus últimos días y dejó una amplia producción que sin duda lo ubica como uno de los escritores más importantes de la historia latinoamericana.

«Hay dolores que se dicen callando. Se dicen callando, pero duelen igual. Cómo nos duele la muerte del Gabo García Márquez”, dijo en 2014 sobre su amigo. «Lo que más me duele está en las bellas palabras que la muerte nos ganó de mano y nos robó. Yo creo que ellas, las palabras robadas, se escapan a la menor distracción, huyen de las páginas de los libros de Gabo y se nos sientan al lado de algún café de Cartagena o Buenos Aires o Montevideo». Desde hace tiempo, las palabras de Eduardo, también.

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