Cultura

8 abril, 2015

Es un vicio

Se estrenó en nuestro país Inherent Vice, la séptima película de Paul Thomas Anderson y, con un elenco de las grandes ligas, se reconfirma como uno de los grandes directores de nuestra época. Drogas, persecuciones y un bizarro setentismo.

Se estrenó en nuestro país Inherent Vice, la séptima película de Paul Thomas Anderson y, con un elenco de las grandes ligas, se reconfirma como uno de los grandes directores de nuestra época. Drogas, persecuciones y un bizarro setentismo.

“Doc” Sportello está cansinamente recostado en su sillón mechando un porro. Shasta entra al living donde se produce la comunión entre los labios del Doc, su ex novio, y el porro. Vestida como inusualmente suele hacerlo, le comenta sobre el repentino enamoramiento en el que se encuentra hundida. El Doc la escucha. El Doc le responde. La cámara captura la conversación en un sinsentido adornado con un granuloso filtro setentista, casi dirigido por la mente obnubilada por el porro del hombre que está desparramado en el sillón.

Esta primera escena es el prospecto al dorso indicando lo que se viene en Inherent Vice, la séptima gran obra del gran director Paul Thomas Anderson, basada en la novela homónima de Thomas Pynchon, publicada en 2012.

Es sinuoso el camino elegido por este director norteamericano. Comenzando su carrera con una modesta Sidney (1996), Anderson tomó notoriedad con su ambiciosa Boogie Nights un año después, relatando la historia de un joven que intenta escalar a la cima de la sobredosificada industria del porno en la década de los 70.

Con un elenco que supo unir a nombres tales como Mark Wahlberg, Don Cheadle, Heather Graham o Phillip Seymour Hoffman, la segunda obra de Anderson supo valerse de reconocimientos tales como tres nominaciones al oscar (incluida Mejor Guión Original), varias nominaciones a los BAFTA y un Globo de Oro a Mejor Actor de Reparto otorgado a Burt Reynolds. Luego de esta épica lisérgica vendrían obras intachables como Magnolia (1999), Petróleo Sangriento (2007) o The Master (2012).

The Dude/Doc

Para entender Inherent Vice hay que entender una sola cosa: no hay que entender nada. Es que Anderson es hábil en la construcción del relato y ubica un montón de nombres encarnados en un montón de actores apilados por todo el guión adaptado de puño y letra de forma tal que, al final, no se termine entendiendo del todo.

El Doc, interpretado de manera sutil y magistral por Joaquin Phoenix, emprende una búsqueda sin comprender del todo hacia dónde va. Hay un nombre en el mapa: Mickey Wolfmann. Sin embargo su real interés radica en otro nombre, al costado del nombre del empresario inmobiliario perdido, y no es otro que el de Shasta, su ex pareja. Naturalmente, al tratarse de la desaparición de un magnate del desierto californiano, hay varios sectores involucrados en la búsqueda. Entre ellos, el policía maloso pero entrañable Christian “Bigfoot” Bjornsen, ceñudamente encarnado por el inafable Josh Brolin.

Una cosa es clara: Paul Thomas Anderson pertenece a esa camada del cine norteamericana conformada por tipos como Quentin Tarantino o Kevin Smith. Directores que, se nota, crecieron sentados frente a la tele, seguramente apilando VHS en la mesa ratona al lado de un montón de papas fritas, mirando horas y horas de películas. Con ese bagaje, plantan por toda su obra referencias culturales que hacen al argumento.

Así es como en Inherent Vice se huele el tufillo a películas como la Big Lebowski, de los hermanos Cohen, sobre todo en la construcción del protagonista y su halo de hipismo y “noentendernada” que rige en la película. Su búsqueda va por todos lados y a ninguno al mismo tiempo, encontrándose con una fila de personajes de lo más firmes pero también excéntricos. Desde la junkie Hope Harlingen (Jena Malone) y su pedido de ayuda en la búsqueda de su marido Coy (interpretado por Owen Wilson, el mejor susurrador del cine) hasta su abogado Sauncho, en la piel de Benicio del Toro.

Y es aquí donde se entiende el cine de nuestro Anderson, en la escena puntual que reúne a Phoenix, Brolin y Del Toro hablando sobre la negociación que dirime la suerte del Doc en la imputación de un crimen en el que se vio envuelto. El director ejerce la reunión de tres actores que no se volverían a reunir en un mismo plano en el resto de la película de una manera natural, orgánica, coherente al resto de su carrera. En cada una de sus películas desfila un reparto coral que hace a la historia, no la tapa. Es su método. Es su vicio.

Iván Soler – @vansoler

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