3 abril, 2015
¿Ya terminó “The Nisman Show”?
Por Juan Manuel Erazo. “Se han producido dos muertes: la de la investigación de Nisman y la de Nisman. No es bueno para la republica esto, no hace más que generar dudas. La justicia ha perdido una importante oportunidad”, se lamentó Nelson Castro por la televisión. Cabe preguntar ¿Qué oportunidad se ha perdido?

Por Juan Manuel Erazo. “Se han producido dos muertes: la de la investigación de Nisman y la de Nisman. No es bueno para la republica esto, no hace más que generar dudas. La justicia ha perdido una importante oportunidad”, se lamentó Nelson Castro por la televisión. Cabe preguntar ¿Qué oportunidad se ha perdido?
A dos meses y medio de la muerte del fiscal, el diario La Nación ha quitado de su página web la sección especial que seguía el caso y Clarín ha disminuido el caudal de notas referidas al tema. Los políticos adictos a las cámaras, las colas de los almacenes y las filas de los colectivos, van dejando de lado los comentarios incesantes y las primicias sobre el caso.
“The Nisman Show”
El 19 de enero la muerte de Nisman, fiscal que impulsaba la causa por el atentado a la AMIA, pudo haber pasado desapercibida como una de las tantas irregularidades, persecuciones, amenazas e incubrimientos que sobrevuelan la oscura causa AMIA. Pero no fue así. Los medios masivos y sectores de la oposición política aprovecharon la oportunidad y manipularon el hecho con una franca orientación: desestabilizar al oficialismo en un año electoral.
La campaña política y mediática se asentó sobre tres ejes concretos:
En primer lugar, la mitificación de la figura de Alberto Nisman como un paladín de la justicia devenido a mártir por defender sus principios ante un gobierno corrupto y asesino. Es así que el hashtag #YoSoyNisman se transformó en un éxito rotundo en las redes sociales y comenzaron a circular postales que tildaban a la presidenta de asesina.
En segundo lugar, la defensa de “La República” como idea de una gestión pura, efectiva y apolítica, sobre el “populismo” entendido como la manipulación ideológica del Estado (como si el Estado estuviera libre de ideología de por sí) en pos de beneficios personales, favores políticos, perpetuación en el poder y manipulación de masas acríticas (la barbarie).
Por ultimo, la existencia de una “diplomacia paralela” con Irán. Básicamente, poniéndose los lentes del ideario norteamericano, una vinculación con el terrorismo internacional que se asocia a su vez a Venezuela, China, Rusia y todo el «eje del mal».
Esta fiebre de Nisman tuvo su punto más alto en la movilización del 18F donde miles y miles de personas se manifestaron en diferentes puntos del país tras una convocatoria de jueces y fiscales que querían inocentemente honrar la memoria de su colega. A esta altura, “The Nisman Show” era todo un éxito.
La pelea por el rating
La respuesta del oficialismo fue lenta pero, con el tiempo, contundente. La rápida desvinculación de los hechos no fue del todo efectiva. La situación de confusión y la fuerte ametralladora mediática hicieron que esta estrategia no sirviera mucho, el 18F estaba preparado y el golpe era irreversible. Había que espera y arremeter luego.
La disolución de la Secretaría de Inteligencia anunciada por cadena nacional el 26 de enero no tuvo un efecto inmediato, pero lentamente, disipada la vorágine informativa, comenzó a cambiar el eje de la discusión. Ya no se hablaba solo de la muerte de Nisman, sino también del rol de los servicios de inteligencia, y (en detrimento de la mitificación del fiscal) la vinculación de Nisman con la CIA, el Mossad y el espionaje internacional.
De esta manera el gobierno incluso logró correr el eje sobre otros debates un tanto incómodos: la “demora” de 12 años en encarar una política contra la tristemente celebre SIDE, la existencia de un acuerdo político con Stiusso, el crecimiento de la influencia del general Milani, etc.
Mientras tanto, se preparaba otro golpe al efecto Nisman: la movilización y el discurso del 1M, con más de doscientas cincuenta mil personas en la Plaza del Congreso. Allí Cristina Fernández habló del caso, reforzó la idea de un Nisman presionado por intereses exteriores y desestabilizadores, y puso en tela de juicio su integridad profesional al referirse a los sobresaltos sufridos en la causa que el fiscal debía presentar.
Pero lo más oportuno fue que, más allá de Nisman, habló de otras cosas, centralmente de las pretenciones para finalizar su gestión y de los años venideros. Un nuevo balance de “la década”, que puso en el centro de la escena la gestión pública como clave decisiva para acumular poder político en la Argentina actual. Nuevamente, se corrió ele eje de la discusión.
Podríamos decir que ese kirchnerismo que durante el 2013 y 2014 había implementado un giro conservador en pos de garantizar una transición pacifica hacia el 2015, se veía nuevamente envuelto en la mística de sus mejores años. Sería equivocado creer que esto implicó e implicará una profundización de su modelo.
Lo que Nisman nos dejó
Los pilares que sostuvieron la fiebre de Nisman comienzan a caer y ahí es donde se evidencia la flojera de esta novela.
La comprobada vinculación de Nisman con servicios de inteligencia exteriores; las enormes grietas en su causa que la llevaron a la desestimación (más allá de la insistencia del fiscal Moldes) por parte del juez Rafecas; la innumerable cantidad de fotos que demostraban que el fiscal más que un “hombre común”, era un hombre de lujos; son elementos que fueron desmitificando la imagen de Nisman.
¿A que se refería Nelson Castro cuando hablaba de oportunidades perdidas? La causa de Nisman contra funcionarios del gobierno y militantes no fue más que un sensacionalista titulo de Clarín que anunciaba (más como expresión de deseo que como realidad) que Cristina Fernández había sido imputada. La intención de hacer trascender la causa de Nisman por encubrimiento hoy en día va perdiendo potencialidad y perspectiva.
En cuanto a la causa que investiga la muerte del fiscal, actualmente se ve envuelta en una novela entre la fiscal Viviana Fein y Sandra Arroyo Salgado, con acusaciones, contestaciones, pruebas de la querella, pedidos de nulidad y mucha confusión. Todo indica que, más allá de algún dato relevante que pueda surgir, “The Nisman Show” va terminando para ser parte del recuerdo, una mancha más en un historial de impunidades.
Pero, más allá de lo que haya pasado y pase con la causa y el mismo Nisman, algo se movió en el tablero de la política nacional. La polarización sin dudas se profundizó, las posturas y los balances sobre la década kirchnerista comienzan a cristalizarse de un lado y del otro. Mauricio Macri, Carrio y Sanz agradecen al fiscal, Massa lo insulta por las noches, el kirchnerismo se vanagloria nuevamente de haber piloteado una tormenta más. Ahora las novelas serán otras, los actores irán variando, pero fue “The Nisman Show” quien armó el escenario.
@juanchivasco
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