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23 marzo, 2015

24 de marzo, día de la militancia

Por Ulises Bosia. Para muchos de los que nacimos en democracia el 24 de marzo es una fecha de un significado profundo. Un rito de iniciación en la cultura de la militancia, un puente sagrado que atraviesa el tiempo hacia el pasado y une nuestros ideales con los de la juventud revolucionaria de los sesenta y setenta.

Por Ulises Bosia. Para muchos de los que nacimos en democracia el 24 de marzo es una fecha de un significado profundo. Un rito de iniciación en la cultura de la militancia, un puente sagrado que atraviesa el tiempo hacia el pasado y une nuestros ideales con los de la juventud revolucionaria de los sesenta y setenta, un momento clave para la construcción de la propia identidad como parte de un colectivo que permite incorporarnos a un linaje histórico.

Recuerdo mi primer acercamiento a la lucha por la memoria, verdad y justicia y contra la impunidad. Fue en el año 1997, se cumplían 21 años del golpe y yo con 14 empezaba segundo año de la secundaria. Ahí me encontré de frente con el mundo de la política por primera vez, a través del Centro de Estudiantes.

El 24 de marzo, aniversario del último golpe militar, y el 16 de septiembre, en recuerdo de la Noche de los Lápices, eran las dos fechas más importantes de un calendario de movilizaciones que empezaba a recorrer.

Las vueltas de la vida, el año anterior el presidente del Centro de Estudiantes era un joven peronista que aliado al Partido Obrero le había arrebatado la conducción a la Franja Morada, el “Cuervo” Larroque.

Ese 1997 las Madres de Plaza de Mayo celebraron sus 20 años de lucha con un enorme festival en el estadio de Ferro, en el centro geográfico de la Ciudad de Buenos Aires. Tocaron Divididos, Attaque 77, La Renga, Las Pelotas, Los Piojos, ANIMAL, León Gieco y muchas más bandas y cantantes que en aquel momento daban vida a un rock que se afirmaba como contracultura, uno de los pocos espacios masivos de rebeldía en el que nos refugiábamos frente al vendaval menemista.

Fue también mi primer recital de rock, me acuerdo que durante el pogo de una de las canciones de Attaque hubo una avalancha y perdí una de las zapatillas, y a pesar de que esperé hasta el final del recital, nunca pude recuperarla y volví a mi casa con un pie descalzo.

Llegar a la marcha del 24 para un adolescente era un momento de descubrimiento, de encuentro con una porción del mundo que no se podía encontrar habitualmente a la luz del día. Recorrer las distintas columnas, leer los nombres de las agrupaciones en las banderas -siempre recuerdo una bandera de Montoneros que vi un año encolumnada en Congreso-, recopilar los volantes o publicaciones en venta, caminar junto a los pañuelos blancos de las Madres, mirar las caras de los retratos de los 30 mil.

Siempre fue una movilización nacional, porque logra acoplarse con los fenómenos políticos y los temas de agenda del momento. En aquel momento la deuda externa, el hambre, los movimientos de desocupados, etc. Pero también lograban resonar las voces de los pueblos del mundo. Todavía recuerdo la emoción de escuchar la voz del subcomandante Marcos mediante una transmisión telefónica en Plaza de Mayo en marzo de 2001.

Los escraches populares habían empezado a finales de los noventa y se potenciaron con la rebelión popular de diciembre de 2001, eran una experiencia de acción directa en la lucha por justicia, de mucha intensidad.

“Si no hay justicia, hay escrache”, fue la consigna que expresaba la llegada de una nueva generación dispuesta a acompañar y continuar el legado de las Madres. No se trataba ya de una experiencia de memoria y homenaje, sino también de denuncia en el presente, de intentar sustituir por un momento la acción reparadora de un poder judicial ausente.

Otra experiencia de gran emoción eran las marchas por mi barrio de aquel entonces, Floresta, donde participábamos desde la asamblea barrial que se reunía en la Plaza Vélez Sarsfield. Se marchaba -y todavía se marcha- al Orletti y después hasta el Olimpo, dos ex centros clandestinos de la zona. Pero además íbamos hasta Corro y Yerbal, donde se recordaba a Vicki Walsh, que en aquel lugar cayó combatiendo, en camisón, jactándose frente a los milicos de que “ustedes no nos matan, nosotros elegimos morir”.

Después de 2003

La anulación de las leyes de impunidad mediante un proyecto de la diputada Patricia Walsh en 2003 y el pedido de perdón en nombre del Estado por parte del presidente Néstor Kirchner en la puerta de la ESMA dieron lugar a una nueva etapa.

Llegaron las primeras sentencias, que habían parecido imposibles, pero que finalmente aparecían y mezclaban dos cosas que hasta ese momento para nosotros habían sido como el agua y el aceite: la justicia y el poder judicial. Nunca va a ser en vano detenerse un momento para pensar la profundidad del significado de estos juicios.

Recuerdo en especial la movilización del 24 de marzo de 2006, a 30 años del golpe, la última convocada de forma unitaria, que fue enorme. A la luz de lo que pasó después, se trataba de un preludio del surgimiento de una nueva generación que se empezaba a politizar.

Ese mismo año, el 18 de septiembre, desapareció por segunda vez Julio López, testigo en el juicio contra Etchecolatz y otros genocidas. Fue una piña en la jeta que recibimos de lleno y una demostración horrenda de la doble cara de las instituciones del Estado, que si por un lado habían empezado a condenar genocidas, por el otro lado acogían o escondían la mano de obra capaz de desaparecer personas en democracia.

Y seguimos marchando, lamentablemente separados, pero firmes. Celebrando las condenas y exigiendo que se aceleren los juicios, que se acabe con las maniobras dilatorias de sectores del poder judicial, que se abran todos los archivos estatales de la dictadura, que se juzgue y condene a los partícipes civiles del genocidio, sean empresarios, periodistas o sacerdotes. Incorporando las imágenes de Luciano Arruga, Marita Verón, Carlos Fuentealba, denunciando al general Milani, uniendo nuestra voz a la lucha de los pueblos del mundo, este año repudiando las agresiones del imperialismo norteamericano en Venezuela y América Latina.

Todo indica que se aproxima una etapa más conservadora en la política nacional después de 2015. Los recientes fallos judiciales favorables a Blaquier, Massot, Magnetto, Herrera de Noble y Mitre, son una muestra de que deberemos estar en guardia para defender lo conquistado y presentes en las calles para obtener nuevos avances.

Somos los que somos por haber formado parte de esta experiencia. Y seguir haciéndolo.

@ulibosia

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