América Latina

21 marzo, 2015

“Hay que analizar con profundidad histórica y claridad estratégica lo que ocurre con Venezuela” (II)

Segunda parte de la entrevista con Javier Biardeau, profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Central de Venezuela, sobre la situación geopolítica en el continente ante la ofensiva de EEUU.

Segunda parte de la entrevista con Javier Biardeau, profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Central de Venezuela, sobre la situación geopolítica en el continente ante la ofensiva de EEUU.

– Hablemos de las repercusiones en los gobiernos de América del Sur. Las declaraciones del vicepresidente de Uruguay, diciendo que no tenía elementos para afirmar que había injerencia. Pero además la Cancillería argentina demoró dos días en emitir un comunicado oficial y entre tanto, la única declaración que hizo el jefe de gabinete fue que las medidas de EEUU no le parecían “saludables”. Y la cancillería brasileña no hizo ningún comunicado oficial hasta la cumbre de Unasur. Es decir, un panorama complejo, en perspectiva.

– Sí, como dice el dicho: hay que poner las barbas en remojo en el continente, porque se ha intentado arder la casa venezolana. También pienso que hay una visión continental hacia la situación interna venezolana que debe clarificarse a breve plazo. Esto tiene mucho que ver con que existan factores de gobierno y oposición que se sienten con seriedad a debatir una agenda de estabilidad política para el país. Una agenda que respete de manera muy clara que hay un cronograma de tiempos constitucionales y electorales que no pueden saltarse “a la brava”.

Uno de los elementos más importantes para reclamarle a la oposición en Venezuela es que hasta ahora no ha reconocido a Nicolás Maduro como presidente y siempre ha sembrado dudas sobre la legitimidad democrática del gobierno. Es un hecho anómalo en la estabilidad política democrática en la región.

Algunas reservas que se han manifestado en el continente tienen que ver con el diálogo político en Venezuela. Creo que es necesario generar condiciones favorables para el diálogo, pero colocando sobre la mesa un conjunto de normas, principios y valores que comprometan a los actores a respetar absolutamente la soberanía y la independencia de Venezuela.

En el caso de Uruguay, también hay que decir que hay un cambio electoral. Asume un sector del Frente Amplio que ya en el pasado tuvo diferencias con Chávez, y que va a tomar distancia. Incluso el presidente Tabaré Vázquez, en absoluto ejercicio de su soberanía, planteó estar de acuerdo con la firma de un Tratado de Libre Comercio con EEUU. Después, con Pepe Mujica, eso se echó para atrás.

En el caso de Argentina y Brasil, creo que lo fundamental -y se hizo viable a través del presidente y la cancillería de Ecuador- era que hubiera un comunicado de Unasur en el corto plazo. Era imprescindible que no pasara mucho tiempo para no generar una situación, que obviamente es latente, de fragilidad en algunos actores políticos para tener una posición más firme ante los EEUU.

Recordemos también que la situación interna de Venezuela se conoce en el exterior fundamentalmente a través del filtro de los grandes medios de comunicación, y que la opinión pública está siendo cartelizada, tanto en Brasil como en Argentina, y la imagen que tienen es, en término de análisis de matrices de medios, tendencialmente negativa. Entonces muchos de los actores, sin conocer in situ la situación efectiva de Venezuela, a veces se han lanzado a declaraciones, yo diría precipitadas sobre la situación del país, sin tener información primaria o un contacto más cercano a la situación real.

Pero ciertamente, percibo que hay un debilitamiento de los factores de poder que pudiesen contener con mayor firmeza este tipo de iniciativas de EEUU. Y ese es uno de los grandes retos a mediano y largo plazo que hay que consolidar en el continente. Si no puede ser a través de los gobiernos, tendrá que ser a través de los movimientos populares, porque tal vez los gobiernos progresistas en América Latina han empezado a dormirse en el ejercicio del poder gubernamental, sin tomar en consideración la agenda de los movimientos populares, que fue precisamente lo que los llevó a los lugares donde están.

Hay que recuperar esos hilos y esas identificaciones de los gobiernos con los procesos de organización popular, antineoliberales, de recuperación de la soberanía nacional y de desarrollo con justicia social. En un tiempo, además, donde no podemos perder de vista que hay una crisis en torno al tema energético a nivel mundial. Hay una política muy agresiva de EEUU y Europa hacia Rusia. Tenemos un Medio Oriente convulsionado por una intervención de naturaleza bastante inusual y extraordinaria y hay una recomposición de fuerzas en el norte de África.

Hay una suerte de invariante histórica que señala que cuando los imperios entran en decadencia se vuelven cada vez más agresivos y comienzan a utilizar preferentemente mecanismos militares o de amenaza de uso de la fuerza para resolver sus propias contradicciones. En este caso su contradicción fundamental es mantener su posición hegemónica en el orden mundial.

– ¿Qué cabe esperar en cuanto a intervención militar, no necesariamente en términos convencionales, y también en relación al plano económico, financiero y comercial?

– Resulta sospechoso que justamente cuando se están dando estas condiciones de amedrentamiento del gobierno norteamericano se visibilicen demandas en el CIADI por nacionalizaciones de empresas que se hicieron en Venezuela. También comienza una campaña para presentar a Venezuela como un ente que está violando regulaciones financieras de alcance internacional.

Dada la situación interna del país, que es una combinación bastante complicada de sabotaje económico y manejo de políticas para la coyuntura, (la política de EEUU) puede ser meterle más candela al sabotaje. Presión sobre el tipo de cambio, presión sobre sectores importadores, proveedores de materias primas, presión a la banca para intentar que las calificadoras de riesgo coloquen a Venezuela como un país de mucho más riesgo que el real. Es decir, como plantea explícitamente Obama, tratar de torcerle el brazo al gobierno para que asuma políticas económicas favorables a los EEUU.

Desde el punto de vista militar, es muy claro que Venezuela no tiene ningún tipo de posibilidad de desafiar el poder militar convencional de EEUU. Nosotros tenemos un problema, denunciado desde hace largo tiempo, que es la progresiva infiltración de paramilitares colombianos en Venezuela, que pudiesen operar junto a las unidades organizativas vinculadas a la protesta opositora venezolana, cuyos comportamientos en las guarimbas dan luces sobre un nivel de organización, preparación y logística que le hacen ver a uno que no se trata de protestas espontáneas, ni pacíficas.

Son protestas organizadas, con un mediano entrenamiento en la confrontación de calle, con redes de comunicación y de logística, con apoyo financiero y económico que le hace a uno sospechar que se ha dado una invasión silenciosa, para situaciones de conflicto mucho más intensas que las que se han dado hasta ahora.

Evidentemente, la guerra de esta época no es necesariamente la de la invasión de los marines. Hay una estrategia de guerra no convencional desde EEUU hacia Venezuela, que implica tomar en cuenta cómo han sido las formas de intervención más recientes en el Medio Oriente y en la cuenca sur del Mediterráneo. Esto puede implicar, por ejemplo, bloquear electrónicamente el cielo venezolano, sabotaje de unidades militares, operaciones militares encubiertas o atentados.

Fernando Vicente Prieto, desde Caracas – @FVicentePrieto

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas