16 marzo, 2015
Héctor Méndez adquirió Delphi Packard Argentina
El titular de la Unión Industrial Argentina (UIA) es el nuevo dueño de la autopartista sanjuanina. La firma, vinculada a los fondos buitres, había cerrado repentinamente dejando a 470 familias en la calle.

Para poder hacerse de las acciones de la empresa, el Grupo Méndez debió aceptar un compromiso impuesto por sus antiguos dueños, vinculados al fondo de inversión Elliot de Paul Singer. En el mismo se establece que la producción de la fábrica se restringirá sólo al mercado nacional. De esta manera, la planta de San Juan no puede exportar a clientes en el exterior.
Como sostienen los términos y condiciones de la venta de la compañía: “Los vendedores proveerán una lista de negocios afuera de Argentina con los cuales los compradores se comprometen a no competir de manera directa o indirecta por cinco años. Los vendedores podrán vender a cualquier cliente en Argentina”.
Así, pese a que se mantienen los puestos de trabajo de una de las principales industrias sanjuaninas, el fondo buitre vinculado a Delphi Pachard Argentina condicionó hasta el último momento al país.
La maniobra del fondo de inversión estadounidense había sido señalada por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Al momento de la repentina quiebra, la AFIP había realizado la denuncia por “alteración del orden económico y financiero” a la multinacional estadounidense.
Según el organismo estatal, la decisión de los antiguos dueños de Delphi Packard Argentina respondió a una estrategia de la empresa. La intención era destruir la fabricación nacional de autopartes para obligar al país a que estas sean compradas en Brasil, donde el mismo grupo maneja sus operaciones en América Latina.
¿Por qué Méndez?
Además de afectar a la industria nacional, la firma estadounidense tampoco se disponía a abonar la indemnización correspondiente a sus empleados. Ante este panorama, el objetivo del gobierno nacional era que la planta no cerrara sus puertas y dejara de producir. Si se producía el cierre, tal como querían las autoridades de Delphí Packard Argentina, podía ser permanente.
Por eso, entre los nombres en danza para adquirir la planta se encontraban los de Héctor Méndez y Enrique Ruffo, propietario de la autopartista Cibasa. Ambos garantizaban la continuidad de la producción y mantener los puestos de trabajo.
Ruffo llegó a reunirse con los trabajadores y presentar un plan de trabajo. Sin embargo, fue el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) quien se quedó con la planta de la localidad de Santa Lucía. Para lograr esto, fue fundamental el apoyo a Méndez de otro par de la central empresaria industrial: Cristian Rattazzi.
Además de ser parte del directorio de la UIA, Rattazzi es el CEO en Argentina de la automotriz FIAT. De esta manera, la poderosa marca de automóviles italianos puede convertirse en la compradora de los mazos de cables producidos por la autopartista que ahora pertenece a Méndez.
Santiago Lecuna – @santirayado
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