Géneros

8 marzo, 2015

Maternidad y paternidad en debate

El 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, es una nueva oportunidad para re-discutir qué tipos de maternidades y paternidades tenemos y cuáles serían óptimas para una sociedad más igualitaria y, por lo tanto, más democrática.

El movimiento de mujeres es un amplio marco donde se debaten múltiples cuestiones, desde la necesidad de despenalizar el aborto hasta los días por licencia de maternidad y paternidad. Respecto a este último debate, es necesario en Argentina profundizar la cuestión, ya que la realidad muestra que no hay un patrón claro de intervención desde el Estado y, concretamente, los días de las licencias son acotados en todos los casos.

El debate sobre las licencias por la llegada de un niño o niña al hogar (ya sea por nacimiento o adopción) no es simplemente un tema de cantidad de días. Está atravesado por cuestiones como la actividad económica de la población activa, el rol de las mujeres en la sociedad y el perfil de qué madres y padres se quiere construir. Y, principalmente, de qué tipo de vínculo padres/madres-hijos/as se privilegian, teniendo en cuenta que esto va a marcar las características de los futuros protagonistas de la sociedad: si tratamos bien a las niñas y niños hoy, seguramente sean mejores personas mañana.

La Argentina tiene uno de los sistemas de licencias más atrasados de Latinoamérica y, por qué no, del mundo. Las mujeres que se convierten en madres tienen 90 días de licencia y los varones padres tienen solamente dos días corridos (incluyendo si caen en fin de semana), muy por debajo de lo recomendado por UNICEF y por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (14 semanas). Además, hay que tener en cuenta que se calcula que menos de la mitad de la población que trabaja está en condiciones formales, es decir, que tiene acceso a estas licencias.

En Uruguay, en cambio, hasta los cinco meses del bebé, tanto la madre como el padre pueden solicitar reducción a media jornada laboral. Este es el sistema que más cerca está de la complementariedad a la hora de la crianza de los hijos. En Venezuela, las mujeres cuentan con 182 días de licencia, en Brasil con 120 y en Chile con 210 días mínimo. En el caso de los padres, el caso argentino es todavía más retrasado: En Venezuela y Ecuador tienen 15 días, en Uruguay 10, en Perú 4 días y en Bolivia y Paraguay un día más que los padres argentinos: tres.

Detrás de estas cifras se deja ver un debate trascendental para una sociedad: quiénes tienen que cuidar a los niños y las niñas, cuánto tiempo deben “invertir” los padres y madres para cuidar a sus hijos y si deben delegar esta tarea en otras personas. El cuidado de la niñez exclusivamente a cargo de las madres es una tendencia que algunos sistemas legales parecen impulsar, como el argentino, donde no existe la posibilidad de la complementariedad. Mientras que existen otros sistemas que buscan llegar a mayores niveles de equidad. El caso uruguayo y el venezolano parecen ser los más cercanos a esto último, pero en Europa también se consiguen.

Los países “nórdicos”, como suelen llamarse, Suecia, Finlandia y Noruega, son los sistemas legales más avanzados a la hora de la igualdad de género. En el caso de las licencias por maternidad y paternidad, Suecia va a la cabeza dando 480 días para la madre y 70 para el padre, pudiendo luego de ese período compartir la vuelta al trabajo con jornadas de medio tiempo. España es el país europeo con menos días de licencias: 16 semanas para las madres y 12 días para los padres.

Estas situaciones impactan de manera directa en la población. Mientras que España tiene menos tasa de nacimiento, Suecia y los demás países del norte europeo tienen mayor cantidad de bebés que nacen. Si bien estas realidades no son comparables con nuestra región, son datos a tener en cuenta para pensar qué tipo de modelo queremos para la crianza de la niñez en nuestras sociedades.

Desde el feminismo, estas temáticas se han debatido largamente pero, a veces, con cierto desprecio por la reivindicación de la maternidad como un acto trascendental para la vida de las mujeres. Más bien se ha instalado la idea de que “si tenés hijos perdés tu libertad pública y tu vida social se frustra”. Si bien es cierto que muchas mujeres viven la maternidad como un retiro de la actividad pública (el trabajo, el estudio, la militancia) también lo es que, con buenas garantías legales, las mujeres pueden dedicarse a la crianza de los niños –sobre todo en los primeros años de vida- y sostener (o regresar luego) a la actividad pública sin problemas. Estas últimas miradas apelan a la crianza con apego como un feminismo de la diferencia, o sea, una revalorización del rol de la mujer como madre.

El debate está abierto aunque, en Argentina, las políticas públicas están bastante lejos de estar a la altura de la equidad. Será hora de que se adapten las legislaciones a los tiempos que corren, en los que la crianza de los niños y niñas es un tema político, como todo lo personal y de gran importancia social.

Ivanna Rezano

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