23 febrero, 2015
«Era por abajo, Damián»: Relatos Salvajes en los Oscar
Tras la victoria de la polaca Ida en la categoría Mejor Película Extranjera de los Premios de la Academia, se acabó la ilusión de conseguir el tercer Oscar para una película argentina, al menos por ahora. Relatos Salvajes, la culpa en la industria cinematográfica y qué queda por hacer para llegar a lo más alto en el séptimo arte.

Tras la victoria de la polaca Ida en la categoría Mejor Película Extranjera de los Premios de la Academia, se acabó la ilusión de conseguir el tercer Oscar para una película argentina, al menos por ahora. Relatos Salvajes, la culpa en la industria cinematográfica y qué queda por hacer para llegar a lo más alto en el séptimo arte.
Mucho se discutió desde el estreno de Relatos Salvajes en agosto pasado hasta la noche del último domingo. Finalmente, siete meses en cartelera, casi cuatro millones de personas comprando entradas y cerca de una docena de premios ganados por la tercera película de Damián Szifron alrededor del mundo no fueron suficientes para que la Academia reconociera el último suceso cinematográfico de América Latina.
Cómo nos ven, cómo nos vemos
Cinco eran las nominadas para llevarse el premio en la categoría Mejor Película Extranjera. Temas de los más variados y directores de procedencias bien distintas: Leviathan (Andrey Zviaguinstsev, Rusia), Ida (Pawel Pawlikoski, Polonia), Tangerine (Zaza Urushadze, Estonia), Timbuktú (Abderrahman Sissako, Mauritania) completaban la grilla con la argentina Relatos Salvajes. Finalmente la polaca Ida se alzó sobre sus pares y demostró que para ganar la tradicional terna hay que armarse de tópicos que calen en lo hondo de la sensibilidad de la Academia.
Ida cuenta la historia de Anna, una novicia que vivió toda su vida en un convento. Previo a asumir sus votos conoce a su tía, único miembro de su familia, que revela su origen judío y, juntas, deciden buscar los restos de su padre muerto durante la Segunda Guerra Mundial. Relatada a un ritmo tenue y en un riguroso blanco y negro, la película de Pawlikowski reúne las características claves para llamar la atención de la Academia: una historia firme que apela a un pasado doloroso, rigurosidad visual y una narración que escapa a lo tradicionalmente masivo.
Es hora de preguntarse, entonces, si esto no es lo contrario a lo que generalmente se le acusa a la máxima premiación de la industria cinematográfica. Frente a las críticas sobre la brújula categóricamente comercial que aparentan tener quienes eligen año a año lo mejor de la industria, los premios de esta categoría siempre parecen ir dirigidos a los films que van a contramano de lo que las distribuidoras calificarían de “taquillero”. Pero, por sobre todas las cosas, se destacan películas cuyos elementos caratulen a sus historias de, por así, localistas. Construcciones argumentales que jueguen con arquetipos sociológicos que coincidan con cómo nos ven desde las grandes capitales mundiales.
Por ahora…
Y de todo ello es de lo que Relatos Salvajes se atrevió a prescindir. Adepto al cine clásico, Szifron optó, fiel a su estilo, por historias deshistorizadas. Como todos los grandes clásicos del cine, sus relatos apelan a abstraerse de un momento histórico concreto pudiendo así universalizar los sucesos. Ello, es claro, dañó la visión que la industria podría tener de nosotros.
Es necesario que cada historia, para ser considerada la mejor en su rubro, esté anclada en un tiempo y un lugar. En Relatos… no hay dictaduras latinoamericanas, no hay refugiados étnicos, no hay desamparados en la tragedia. No hay tiempos históricos precisos. Y, como si no bastara con eso, está relatada de una forma accesible para todos.
Y para siempre
Lejos de desmerecer a la ganadora, justo es decir que se mantenía como favorita inamovible para aquellos que conocen la historia de estos premios. Sin embargo, es necesario admitir que para muchos Relatos Salvajes ya ganó. Sobrados motivos la posicionaron a lo largo de estos siete meses como histórica entre los títulos locales. Nadie puede decir si es lo mejor o lo peor que se hizo en el país, pero si tiene un mérito es haber acercado, en tiempos de Netflix, a la gente al cine. Y no sólo de haberla acercado, sino de haberla hecho disfrutar de un cine que no subestima a su público y aún así es popular, masivo.
Por su parte Damián Szifron y su salvaje equipo ya ganaron. Haber llegado a la premiación le significó numerosas ofertas de trabajo y carta blanca de productoras para hacer lo que se le de la gana. El público, ante ello, es premiado junto a él.
Iván Soler – @vansoler
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