17 febrero, 2015
Serbia y Croacia: Un poco de discordia balcánica
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) resolvió que no hubo genocidio entre Croacia y Serbia durante los años 90. El fallo fue aceptado por ambos países, pero la relación entre ellos puede complejizarse más de lo que está tras la reciente elección presidencial croata.

El 3 de febrero la CIJ se pronunció respecto a las demandas de Croacia y Serbia, y sostuvo que ningún país cometió contra el otro el delito de genocidio. El reclamo de Croacia fue rechazado por 15 votos contra 2, mientras que en el caso serbio la decisión de los jueces fue unánime.
Cabe recordar que en el año 1999 Croacia acusó a la entonces República Federal de Yugoslavia (luego Serbia y Montenegro, y finalmente el caso continuó contra Serbia) de violaciones a la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, por acciones cometidas por fuerzas serbias (paramilitares) y el Ejército Nacional Yugoslavo, en el marco del conflicto militar desatado tras la declaración de independencia de Croacia de la República Federal Socialista de Yugoslavia. El caso defendido por Zagreb apuntaba a que en la región del territorio croata controlada por las fuerzas serbias, desde 1991 a 1995, se cometieron los delitos reclamados.
A su vez, en el año 2010 Serbia inició una contra demanda aduciendo que el ejército croata había cometido un genocidio contra la minoría serbia en el país en el marco de las acciones militares, que se englobaron bajo el nombre de “Operación Tormenta”, mediante las cuales a fines de 1995 Croacia retomó el territorio que había sido ocupado.
La Corte comprobó, en ambos casos, que habían existido crímenes que encajan en parte de la Convención. Pero el delito de genocidio requiere como elemento característico el intento de destruir (en todo o en parte) al grupo señalado. En ningún caso la Corte pudo demostrar razonablemente tal intención.
El resultado del fallo no fue para nada inesperado. Por caso, ya en 2012 un profesor de leyes internacionales de Belgrado comentaba a la agencia serbia Tanjug que lo más probable era el rechazo a ambas demandas. Sin embargo, las declaraciones de los líderes regionales marcaron una mezcla de conformidad y desacuerdo respecto a la decisión.
El balance de los dirigentes políticos
Para el saliente presidente de Croacia, Ivo Josipović, “la corte ha tomado esta posición conservadora y estableció una vara muy alta para el genocidio”, pero agregó que al menos el veredicto ha servido como comprobante de los crímenes ocurridos contra los croatas durante la guerra.
El presidente de Serbia, Tomislav Nikolić, afirmó que “aunque la contra demanda serbia ha sido rechazada, la CIJ encontró que Croacia había cometido crímenes masivos contra serbios”. Y agregó que espera “sinceramente” que tanto Serbia como Croacia sean lo “suficientemente valientes para actuar de buena fe, resolver juntos todas las cuestiones, y llevar nuestra región a un período de paz duradera y prosperidad”.
En este sentido, Zoran Milanović, primer ministro croata, declaró que deseaba lo mejor para las relaciones con Serbia en el futuro, pero que su país no va a rendirse en resolver la cuestión de las personas desaparecidas y el retorno de la herencia cultural robada.
La nueva actora de importancia regional es Kolinda Grabar-Kitarović, quien en enero triunfó en las elecciones presidenciales croatas, representando a la nacionalista Unión Democrática Croata (encabezada por Franjo Tudjman, fue el partido que triunfó en las elecciones yugoslavas de 1990 y la que lideró el proceso independentista y la guerra posterior). Ella manifestó su insatisfacción con el fallo, pero respetándolo. De acuerdo a su opinión, la explicación del veredicto muestra “claramente quién fue el agresor y quién la víctima”.
Una elección que provoca tensiones
Bajo la dirección de Josipović hubo algún grado de acercamiento con Belgrado. Pero la situación política y económica croata (la agencia de estadísticas de la UE, Eurostat, en enero publicó varios índices económicos que muestran a Croacia alejada de la mayoría de los países del bloque en cuestiones como desempleo y crecimiento del PBI) contribuyó a la derrota del presidente en segunda vuelta.
El liderazgo de la comunidad serbia en Croacia no recibió de la mejor manera la elección de Grabar-Kitarović. Milorad Pupovac, presidente del Consejo Nacional Serbio y diputado en el parlamento croata, expresó que las relaciones entre ambos países “ciertamente no mejorarán por al menos otro año”, y añadió que la presidenta querrá “controlar el proceso de acceso de Serbia a la Unión Europea”.
Si bien la capacidad política real que tendrá Grabar-Kitarovic se definirá con el resultado de las elecciones legislativas que se harán en unos meses, en su campaña parece haber resaltado más la relación con la OTAN y con la UE que con sus vecinos balcánicos. Vesna Pusić, ministra de Relaciones Exteriores, felicitó a la ganadora, pero advirtió que un retorno al nacionalismo de los 90, de lo que supuestamente sería partidaria Grabar-Kitarović, “no tiene lugar en la Croacia de hoy”.
En lo que se lleva del año, ya hubo motivos para debatir. Por ejemplo, en lo que respecta a la liberación temporal por parte del Tribunal de La Haya de Vojislav Šešelj, debido a motivos de salud. El político nacionalista serbio es juzgado por crímenes de guerra, y de hecho fue relacionado por un informe de la ONU de 1994 con un grupo paramilitar. Su juicio se postergó, y debería retomarse a mediados de este año.
Un tratamiento por cáncer le permitió en noviembre retornar a Serbia, donde fue recibido por gran cantidad de simpatizantes. En este tiempo realizó declaraciones a favor de una Gran Serbia (que incluiría partes de Croacia), y anunció que no pensaba volver a la Corte. Grabar-Kitarović ha solicitado la necesidad de que se lo vuelva a poner en custodia, e incluso solicitó a Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, que tome cartas en el asunto.
A su vez, otra cuestión que deberá resolverse es la existencia de una ley serbia según la cual este país tiene jurisdicción para juzgar todos los crímenes cometidos en la ex Yugoslavia, sin importar la nacionalidad del acusado y la víctima, o el país donde ocurrió el hecho. Para Croacia, este “mini Tribunal de La Haya”, como lo llamó el ministro de Justicia, no puede funcionar, y en tanto exista, Croacia podría bloquear el acceso de Serbia a la UE.
Belgrado, que hoy ostenta la presidencia temporal de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, está en proceso de admisión a la UE, para lo cual debe resolver también la cuestión de Kosovo, en tanto no reconoce su independencia.
Si bien un juicio simbólicamente relevante finalizó, de alguna manera u otra los conflictos ex yugoslavos se reactualizan y la cooperación plena en la región dista hoy día de ser una posibilidad real.
Matías Figal
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