Batalla de Ideas

16 febrero, 2015

18F: Salto cualitativo de la desestabilización

Por Ulises Bosia. La mayor oposición al kirchnerismo es una fuerza social reaccionaria manipulable pero incontrolable. ¿Hasta dónde puede llegar la situación? ¿Cómo reaccionará al gobierno?

Por Ulises Bosia. La mayor oposición al kirchnerismo es una fuerza social reaccionaria manipulable pero incontrolable. ¿Hasta dónde puede llegar la situación? ¿Cómo reaccionará al gobierno?

La convocatoria a la marcha del 18F por parte de un grupo de fiscales promete renovar las postales que vienen sucediéndose desde que el falso ingeniero Blumberg lideró las masivas movilizaciones de 2004.

En 2008 el lock out de las patronales agrarias lograba, a lo largo y ancho de la pampa húmeda, un eco multitudinario en las clases medias urbanas. Más adelante, después del 54 por ciento, se dieron masivos cacerolazos motivados por una infinidad de reclamos unidos por la argamasa de un rechazo ideológico al rumbo general del gobierno nacional, identificado con un “chavismo criollo”.

Fueron movilizaciones enormes que expresaron la polarización política y social vigente, con un protagonismo de una fracción -¿mayoritaria?- de las clases medias urbanas, frente a las que el gobierno reaccionó de manera diferente y que más allá de su desenlace concreto en términos de las demandas que planteaban, en todos los casos modificaron la escena nacional.

Sin forzar demasiado las cosas puede decirse que la verdadera -es decir terrenal y concreta- oposición al kirchnerismo fue en estos años esta fuerza social amorfa, caótica y motivada por la indignación y el odio, que se mueve de manera espasmódica, insatisfecha siempre, escéptica de todo y de todos, sin referentes y sin confianza, en fin, antipolítica, que hace del individualismo liberal un dogma de fe.

En todos los casos sus referentes vinieron “de afuera” de la política: un padre que sufrió el secuestro y asesinato de su hijo, líderes patronales, ONGs y “redes sociales”, periodistas y medios de comunicación, grandes empresarios y ahora fiscales de la Nación… “gente como uno”.

Habrá que ver si el nuevo embajador de Estados Unidos, Noah Mamet, decide jugar ese mismo rol, como un Braden del siglo XXI, ya lejos del recuerdo del escarmiento que le propinó nuestro pueblo en aquel 1945. Por lo pronto ya participó del sepelio de Nisman -a confesión de partes…-, se reunió con Massa y también con Scioli.

¿Cuál es el lugar de la oposición política entonces?

Los principales dirigentes de la oposición política (Macri, Massa, Carrió, Binner, Cobos, Solanas) intentaron a lo largo de estos años construir su base de apoyo en esta fuerza social opositora.

Participaron de manera entusiasta de sus iniciativas, se supeditaron a sus reclamos, los amplificaron en los medios masivos de comunicación. Se propusieron una y otra vez como sus intérpretes políticos y electorales. Incluso distintos sectores de la izquierda, inscriptos por propia vocación al interior de “la oposición”, ensayaron sus intentos para capitalizar electoralmente el descontento de una parte de esta base social, en el último tiempo es el caso del Frente de Izquierda (FIT), anteriormente de quienes marcharon junto a las patronales agrarias.

Por momentos esta fuerza social los utilizó como canal de su descontento. Respaldó a Cobos después de su histórico voto no positivo, votó a De Naváez en 2009 para darle una paliza electoral al propio Néstor en la provincia de Buenos Aires, también en 2013 apoyó a Massa. Pero, como en un amor por conveniencia, hasta ahora siempre que los dirigentes opositores despertaron en la mañana se encontraron en la cama solos, usados y descartados, sin ninguna nota que explicara el por qué de la fugaz huida.

A diferencia de la base social kirchnerista, que por sobre todas las cosas cree, la base social antikirchnerista es antes que nada incrédula. Queda recordar con Scalabrini Ortiz que “¡Creer! He allí toda la magia de la vida”.

¿Hasta dónde pretende llegar la oposición? ¿Cómo responderá el gobierno?

El actual mandato presidencial empezó con promesas de “profundizar el modelo” respaldadas por la mayoría electoral lograda, pero fueron correspondidas por una “profundización de las políticas desestabilizadoras” por parte del poder económico y del imperialismo, bajo distintas formas entre las que se destacan las corridas financieras contra el peso.

Ante este conflagración, en el contexto de crecientes contradicciones del modelo económico, de una crisis financiera internacional y de una contraofensiva norteamericana en el continente, el gobierno cedió. Puede discutirse la justeza o no de sus razones, pero lo concreto es que sin bajar sus banderas, asumió los límites que impone la decisión de no afectar los intereses del poder económico concentrado. Y después perdió las elecciones de 2013.

Pactó con Chevron, pagó en el CIADI y arregló con el Club de París. En enero de 2014 devaluó como había prometido no hacerlo. De no haber sido por los fondos buitres hubiera logrado un cambio en el acceso al financiamiento internacional. Igualmente se las arregló para buscar el ingreso de divisas vía el endeudamiento y la llegada de inversiones desde distintos destinos, especialmente China. Modificó su política de seguridad interior y puso a Berni en un lugar destacado. Scioli ganó terreno al interior del Frente para la Victoria (FPV) y se ubicó como el candidato con más chances.

¿Cómo se explica entonces la virulencia de la situación actual, en la que se cruzó el límite de imputar a la presidenta en persona? ¿No alcanzaba con una transición en la que entre Scioli, Macri o Massa se eligiera al próximo presidente? ¿Se debe al contraataque del sector de la inteligencia desplazado a fines del año pasado? ¿A la defensa corporativa de lo más reaccionario de la justicia?

Todo indica que para el poder económico concentrado y para los Estados Unidos no basta con un giro conservador del sistema político. Ese es su plan de mínima, pero aspiran a mucho más.

El gobierno nacional tiene ahora la pelota. ¿Polarizar y medir fuerzas? Los fantasmas del final del segundo gobierno peronista, del Corpus Christi, la quema de Iglesias, los bombardeos en la Plaza de Mayo y el “cinco por uno” resuenan en el aire, el peso de la historia se hace presente. ¿Esperar y dejar que se disperse el momento para más adelante contestar? La estrategia del pacto con los poderes fácticos no dio buenos resultados y nada hace prever que eso pueda cambiar. Y en cuanto a la figura presidencial no hay margen para ceder.

¿Cómo jugará esta situación en la interna del FPV? Una situación defensiva inclina a no arriesgar de más, favorece al candidato con mayores chances de ganar, es decir a Scioli. Pero a la vez una situación de mayor polarización juega en contra de su propio libreto, una variante del “diálogo” y el rechazo de la “división nacional”.

La situación está abierta. Pero la política no se reduce a un juego de palacio, entre pocos. Si se desata una dinámica de movilización la escena nacional nos puede traer nuevas sorpresas.

 

@ulibosia

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