13 febrero, 2015
50 sombras de Grey: placer, dolor, amor y un montón de quilombos más
A la luz del estreno de la película basada en el primer libro de la trilogía “50 sombras de Grey”, te contamos de qué se trata y cuáles son los puntos polémicos de este best seller mundial.

Empecemos por el principio, 50 sombras de Grey es el típico combo de drama romántico compuesto por una mujer “normal” e insegura (Anastasia Steele) que conoce a un hombre poderoso, hermoso, caballero y multimillonario (Christian Grey) del que se enamora y sorprendentemente…él también se enamora de ella.
Por más cliché que sea, hay que decirlo, funciona. Sobre todo si al drama romántico se le agrega sexo por todas partes. Literalmente por todas partes y de tipos muy variados. El último condimento que se le agrega es que el señor protagonista goza de ser un dominante sexual e intenta que ella, esta inocente y virgen mujer, se adentre en los placeres del sadomasoquismo aceptando ser su “sumisa”. Es decir, entregándose por completo a él por un periodo de tiempo determinado a cambio de que le garantice su placer pleno siempre y cuando ella quiera hacer todo para complacerlo también.
Como en toda relación sado que se precie, si ella se porta mal, hay castigo. Todo esto sin poesía ni metáfora alguna, así como tampoco un lenguaje que pueda considerarse ofensivo o ilegible. El tono adecuado para leer y moverse inquietamente en el sillón a través de las páginas.
Como primer juicio, se puede afirmar que 50 sombras de Grey no es una joya literaria que quedará en el recuerdo por su prosa descolosal. Es un libro erótico, literal. Y también es, sobre todas las cosas, una historia de amor que se volverá cada vez más romántica y menos sexual a lo largo de la trilogía.
El punto es que este mix de amor, sexo, dominación y sumisión es un boom a nivel mundial que no sólo ha generado debates en torno a temas como los tabúes sexuales, las perversiones, el rol de la mujer y del hombre en el sexo, sino que tuvo un impacto muy alto en otras dimensiones que van desde el incremento de estudios académicos en torno al sexo, el placer y el dolor hasta un crecimiento notable en la venta de juguetes sexuales, principalmente en Europa y Estados Unidos. Sobre esos debates hay algunas cuestiones interesantes a destacar.
¿Liberación sexual o sumisión?
Es real que 50 sombras de Grey es un fenómeno popular y masivo que generó que muchas mujeres se atrevieran a leer y comentar en la vía pública y sin ningún tipo de vergüenza un libro prácticamente pornográfico, así como que a partir de este libro se cuestionaran su sexualidad y su propio placer -motivadas, sin ninguna duda, por el hecho de que la protagonista tiene un orgasmo en cada momento sexual que tiene en conjunto con su pareja. Inverosímil, sí.
En ese sentido, es sin duda un libro provocador. Ahora bien, el problema latente en esta provocación es los mitos sobre los que se asienta.
En primer lugar, a través de la idea de la dominación (que entre los personajes es de mutuo acuerdo) y asentada en la inexperiencia de la protagonista femenina, la novela refuerza la idea de la entrega del placer al hombre como el camino hacia el goce pleno. A tal punto es así que Anastasia declara nunca en su vida haberse masturbado ni tener interés en hacerlo y a Grey le resulta raro pero la encuentra más atractiva aún por eso. Así “todo su placer es para él”.
Quizá el punto más «peligroso», que se naturaliza durante todo el romance, es la asociación directa de la necesidad de control y los celos del hombre como muestra y reconocimiento del amor verdadero. En la inseguridad de ella y la historia de vida complicada de él, se teje esta complicada relación que encuentra todo su atractivo en el amor difícil de alcanzar. Pero la realidad es que el hombre dominante y romántico de 50 sombras de Grey es un acosador con arranques violentos, que durante toda la historia se van justificando por haber tenido una infancia muy dura.
Así, los «te quiero» de él valen el triple que los de ella porque son más difíciles de decir. Los errores que comete, los resuelve con grandes gestos de amor o supremos regalos (una Mac, un Audi, un Blackberry, vuelos en primera clase, etc). A las claras, un típico hombre violento que va y vuelve de luna de miel todo el tiempo. Hay que decirlo, también la historia refuerza de manera burda la idea de “la minita que cambia al tipo”, por supuesto con condimentos de amor, dulzura, latigos y esposas, pero en el fondo eso es lo que representa e ilusiona a millones de mujeres a lo largo y a lo ancho del planeta.
Claro está que la ficción es la ficción y la realidad es la que vivimos todos los días. Este artículo no intenta ni endilgarle a un libro los problemas sociales de género así como tampoco lo aplaude por liberador de sexualidades reprimidas.
Por lo pronto, se estrenó la película que promete ser de esas que van acompañadas de un gran balde de pochoclos y un encuentro programado para después. Porque si de otra cosa no quedan dudas es que va a calentar la pantalla.
Eva Dimopulos – @evadimo
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