Europa

9 febrero, 2015

Podemos y las encrucijadas de la política española

Las encuestas en España siguen ubicando primero a Podemos, marcando un estancamiento pero también una consolidación. La estrategia de los distintos partidos políticos para afrontar un cargado año electoral.

Según la encuesta de Metroscopia, si las elecciones en España fueran hoy el 27,7% de la gente votaría por Podemos, el 20,9% por el Partido Popular (PP), el 18,3% por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el 12,2% por Ciudadanos y el 6,5% por Izquierda Unida (IU).

Otra encuesta, elaborada por el Centro de Investigación Sociológica (CIS) marca, ante la misma pregunta, que Podemos lograría un 19,3%, el PP 12,9% y el PSOE 12,4%.

Estos números marcan que hay un freno en el impulso de Podemos. Pero también se demuestra el fracaso de las proyecciones que consideraban que se trataba de un fenómeno sumamente esporádico que en unos pocos meses desaparecería. Otro dato estructural es el crecimiento del partido Ciudadanos. Los principales perjudicados, sin lugar a dudas, son el PP y el PSOE.

La crisis del bipartidismo

Ante el nuevo escenario político el PP aún no define sus candidatos para las elecciones autonómicas por decisión del primer ministro y líder del partido, Mariano Rajoy. Sin embargo, a pesar de sus tensiones internas, se presenta como el partido más prolijo y con más certezas. Su base de apoyo es sólida -aún no se ve amenazada por Ciudadanos- y eso le permite especular con que el paso del tiempo le dará la victoria en las elecciones generales de fin de año ante el desgaste de las demás alternativas. El leve repunte en las encuestas muestra que esa estrategia le empiezan a dar resultados.

Por el otro lado, el PSOE continúa en caída. Su intento de apostar a un alternativa entre el conservadurismo del PP y el rupturismo de Podemos no le deja mucho margen para el éxito. Los socialdemocratas españoles le temen a caer en la marginalidad absoluta en que cayó el PASOK griego. Por esa razón apelan a apoyarse en el ejemplo de mediadores -que cumplen los gobiernos de François Hollande en Francia y el Matteo Renzi en Italia- entre la troika y Syriza.

En ese sentido su máximo dirigente, Pedro Sánchez, se intenta presentar como el sector más radical de la socialdemocracia europea (también para frenar el avance de Podemos) cuando declara en el Foro de El Mundo que «hay que poner fin a la Troika, porque el tipo de políticas que ha puesto en marcha durante todos estos años están más vinculadas con la austeridad que con las políticas de crecimiento».

Ciudadanos, es una formación que dentro del tablero político tradicional se podría encasillar en la centro-derecha. Es liderada por Albert Rivera y logró dos escaños en el Parlamento europeo en las últimas elecciones. Se trata de una organización que hace siete años se limita a hacer política en Cataluña y que recientemente ha anunciado su participación en toda España. Sus votantes son, en su mayoría, quienes en otras ocasiones eligieron al conservador PP.

A su vez Izquierda Unida, a pesar de subir en las encuestas el 1,2% en el último mes a partir del triunfo de Syriza en Grecia, su perspectiva política cada vez se disuelve más. El candidato a presidente de IU, Alberto Garzón, declaró en el programa La sexta noche: «IU no será absorbida ni fagocitada por Podemos». Pero los hechos demuestran lo contrario a las palabra de Garzón cuando IU se desangra con la ruptura liderada por Tania Sánchez que apuesta a confluir con la organización de Pablo Iglesias.

Las próximas elecciones en Andalucía el 22 de marzo serán una primera prueba de fuego de todos los partidos de cara al resto del año. El PSOE, con la candidatura de Susana Díaz, encabeza las encuestas y es la esperanza de los socialdemocratas para intentar sobrevivir a la crisis del bipartidismo.

Para Podemos es difícil llegar

Pablo Iglesias, si bien ha logrado un nivel de conocimiento igual al de Rajoy (PP) o Sánchez (PSOE) y cuenta con un nivel de desaprobación menor, también empieza a sufrir el descredito de los políticos que afecta al conjunto del régimen. El intento del PP y el PSOE de incluirlo como parte de «la casta» empieza a tener efecto en la opinión pública.

Las campañas de denuncias contra los integrantes de la nueva aplanadora política de España también es otro de los puntos a tener en cuenta. Las acusaciones obviamente son sumamente menores en comparación con los multimillonarios casos de corrupción que involucran al PP y al PSOE. Además, no han logrado demostrar ningún tipo de fraude. Pero las denuncias contra figuras como Iñigo Errejón y Juan Carlos Monedero generan un marco de desconfianza entre el electorado que Podemos necesita ganar para tener posibilidades de triunfar.

Hay dos problemas más que atraviesa esta organización. El primero de ellos tiene que ver con sus elecciones internas. Al igual que en la Asamblea Ciudadana de octubre, emergen discrepancias en torno a los espacios de dirección. En este caso, hay claras confrontaciones en Aragón y Madrid por la dirección regional que tendrá sus repercusiones en la conformación de listas de cara a las próximas elecciones. Los grupos dirigidos por Pablo Iglesias son fuertemente criticados por fundadores de Podemos como Pablo Echenique y Miguel Urbán.

El otro problema, que será más determinante y que excede en gran medida a Podemos, es el devenir de la negociación de la deuda externa griega en el continente. Si bien sus principales dirigentes convocan a que los españoles construyan su propio futuro y toman a Syriza como un ejemplo, la posibilidad (o no) del gobierno griego de renegociar la deuda con Bruselas tendrá sus consecuencias en la política de todo el continente.

Podemos se ha caracterizado desde sus comienzos en poner sobre la mesa las contradicciones del lado de los partidos tradicionales. Sus intervenciones han apelado al éxito en función de sus problemas internos y de la desconfianza que generan hacia la mayoría de la población. Ahora, esa práctica política es utilizada por sus adversarios y comienza a marcarle ciertos límites.

A partir de estos problemas inmediatos, que pueden desgastarlo como alternativa política al régimen, otra certeza es que el tiempo le juega en contra a Podemos en el escenario político actual. Caracterizando así la coyuntura, Pablo Iglesias concluyó su acto en Madrid: «Ojalá convocara a elecciones ya Mariano Rajoy, ¿por qué tienen tanto miedo a que nos midamos? Van a tratar de hacerlo todo» .

Claramente, lejos de tratarse de un camino lineal hacia las elecciones generales, nuevos desafíos y contradicciones afrontará en los próximos meses la gran novedad de la política europea.

 

Lucas Villasenin – @villaseninl

 

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