Medio Oriente

3 febrero, 2015

El «Stalingrado kurdo»: La victoria de Kobane sobre Estado Islámico

Los combates contra los yihadistas del Estado Islámico tuvieron quizás una de sus páginas más heroicas en la resistencia del pueblo kurdo en la ciudad de Kobane. Allí, al norte de Siria y en la frontera con Turquía, las autodefensas kurdas expulsaron y derrotaron al poderoso ejército del Califato.

Lunes 26 de enero. Mientras el humo aún se elevaba entre las ruinas de la ciudad, las Unidades de Protección Popular (YPG) anunciaban haber expulsado a las fuerzas del Estado Islámico (EI) de Kobane, ciudad ubicada sobre la frontera entre Siria y Turquía. 133 días y alrededor de 1800 muertos, entre civiles y combatientes de ambos bandos, fue el costo de la batalla, que llegó a ser conocida como el “Stalingrado kurdo”.

“No pasarán”

Sobre la estratégica colina de Mistanour, hoy ondea la bandera tricolor, insignia del Rojava, región autónoma kurda compuesta por tres enclaves en el norte de Siria. Desde esta colina, los observadores militares pueden garantizar un dominio completo sobre los alrededores de la ciudad, y golpear las líneas de comunicación del enemigo en retirada. Las fuerzas kurdas, compuestas en su mayoría por milicianos voluntarios, se han lanzado ahora a la recaptura de las localidades y posiciones en el resto de la zona.

Kobane Kurdos 2Este supone la primera gran derrota del EI, que empieza a sentir la presión de librar batallas en varios frentes, ralentizando su ofensiva y obligado a reorganizar sus recursos económicos y militares ante el continuo desgaste. En paralelo a esta derrota, en el vecino Irak el ejército, junto con milicias progubernamentales, ha declarado haber expulsado al EI de la provincia de Diyala. El fracaso sufrido, a pesar de la gran cantidad de tropas y recursos militares dedicados a la ofensiva, ha asestado un duro golpe a la política de propaganda del autoproclamado “Califato”.

Según informa el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ONG con base en Londres que sigue y documenta el desarrollo del conflicto en el país árabe día a día, entre 1000 y 1100 de los muertos se corresponden con combatientes abatidos del EI. Por su parte, las YPG y sus aliados contabilizaban entre 300 y 400 bajas.

Gradualmente, y a medida que las milicias despejan y desmantelan los explosivos y trampas dejados durante la batalla, comienzan a llegar algunos de los más de 300.000 refugiados sirios que escaparon al otro lado de la frontera con Turquía.

El 27 de enero, el teniente coronel James Terry, comandante estadounidense al frente de la Fuerza de Tareas Conjunta que coordina los ataques aéreos de la coalición contra el EI, confirmaba que las YPG se habían hecho con el control de más del 90% de la ciudad.

Los EEUU y sus aliados habían realizado más de 700 ataques aéreos sobre posiciones del EI dentro y fuera de la ciudad, desde que iniciaron su campaña de bombardeos a principios de agosto. Sin embargo, el mismo Pentágono ha reconocido que sin el empeño de una fuerza militar como la que comandan los kurdos en el terreno no se habrían registrado avances significativos en la campaña contra el yihadismo.

Enemigos ayer

Siguiendo los análisis del portal de noticias Al-Monitor, especializado en el Medio Oriente, la hazaña de Kobane ha abierto una nueva página en los sucesos políticos que tan aceleradamente se suceden en la región. En primer lugar, los primeros beneficiados han sido los kurdos, que han obtenido una victoria simbólica sin precedentes, consolidando el status de autogobierno sobre esta región y legitimando sus propias reivindicaciones ante la comunidad internacional.

También ha impuesto una nueva dinámica en las relaciones entre las diferentes facciones políticas kurdas, marcadas por años de rivalidad y desconfianza. Las YPG, como fuerza de autodefensa, han sido organizadas y dirigidas por el Partido de la Unión Democrática, organización kurdo-siria que tiene fuertes lazos con el más renombrado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), quizá la organización más grande dentro de la comunidad kurda, de más de 40 millones de personas.

Estas organizaciones representan el proyecto más radical de democracia secular y comunal, construido sobre las regiones en las que ejercen dominio. En contraposición, se haya su histórico rival, el Partido Democrático del Kurdistán, conservador y con fluidas relaciones con Occidente, que hegemoniza el Gobierno Autónomo del Kurdistán Iraquí, establecido tras la invasión estadounidense del 2003.

El envío de una columna de cerca de 150 peshmergas (las fuerzas regulares del Kurdistán Iraquí) a Kobane, expresa el giro hacia una nueva cooperación surgida de la necesidad de enfrentar a un enemigo común, percibido como una “amenaza existencial”.

Enemigos hoy

Kobane Kurdos 3Por otro lado, el desenlace supone un gran traspié diplomático para la política regional turca. Turquía, actor de peso tanto económico y militar en la región, es además un Estado miembro de la OTAN. Este país, abiertamente hostil al gobierno de Bashar al-Assad, ha tenido una política explicita de apoyo a las fuerzas rebeldes, canalizando recursos y armamento que a menudo ha caído en manos de las organizaciones más radicales.

Pese a las presiones por facilitar ayuda humanitaria y a las demandas de sus aliados para que integre parte de la lucha contra el EI, el gobierno turco se ha mostrado reacio a lo largo del conflicto a la idea de abrir canales de coordinación con las fuerzas kurdas.

Esto pronto incitó protestas entre la población kurda del país, de cerca de 20 millones de personas, llegando a violentos choques con las fuerzas de seguridad que dejaron decenas de muertos y detenidos.

Cabe mencionar que, si bien han confluido en la lucha contra el EI, el PPK continúa en la lista de organizaciones terroristas de la OTAN. Esto se debe en gran parte debido a la presión turca, en guerra con el partido-guerrilla kurdo desde finales de los años 80, hasta la tregua firmada en 2013. Su principal líder e ideólogo, Abdullah Ocalan, fue arrestado por la CIA en 1999 y entregado a las fuerzas de seguridad turcas para ser retenido en la isla prisión de Imrali.

Entre las razones encontradas, se halla la resistencia del gobierno y los militares turcos a asistir a un enemigo histórico, temiendo que los éxitos kurdos en Irak y Siria solo refuercen su posición tras más de 30 años de guerra.

 

Julián Aguirre – @julianlomje

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