Cultura

3 febrero, 2015

Bigote falso para la juventud

Salió el segundo número de la revista Bigote Falso, una afortunada melange de periodismo, humor, rescate de fanzines marginales, historietas, experiencias autoreferenciales de gente que ya ha pasado la trágica barrera de los treinta años, nerdismo al palo, ciencia ficción tercermundista y voyeurismo urbano.

Creemos que uno de los temas de relevancia nacional más ninguneados gracias a la hipertrofia de la cobertura periodística del atentado contra Charlie Hebdo y del caso Nisman ha sido la salida del glorioso segundo número de la revista Bigote Falso.

Sus creadores afirman que no se trata ni de un blog impreso ni de una revista virtual. Pero entonces ¿qué es Bigote Falso? Una afortunada melange de periodismo, humor, resurrección de fanzines marginales, historietas, delirios varios, experiencias autoreferenciales de gente que ya ha pasado la trágica barrera de los treinta años, nerdismo al palo, cultura popera, ciencia ficción tercermundista y voyeurismo urbano.

El primer número nació gracias al financiamiento colectivo vía Ideame y en su tapa tuvo a Zambayoni. Para este segundo número (“con el número dos nace la pena”, afirmó premonitoriamente Leopoldo Marechal), la tapa es ni más ni menos que el ícono noventista Silvio Soldán, conductor del inefable programa televisivo Domingos para la Juventud, que se muestra como un tipo con gran sentido del humor en una inolvidable entrevista de cinco páginas.

Pero, como si esto fuera poco, llevará no una ni dos ni tres sino cuatro entrevistas. Además del prócer Soldán podrá beber las palabras de los fundadores de la empresa de juegos de mesa Maldón (que básicamente crean y distribuyen los juegos a los que les/nos gustaría jugar), de Jorge Mario (conocido por el documental Amateur, de Néstor Frenkel) y su pasión catalogadora de películas y de Hernán Sáez, que además de ser uno de los factótum de Farsa Producciones ha creado, programado, difundido y puesto en permanente gira nacional al videojuego arcade Nave.

Hay una sección psicología (con “Viaje al centro de la psique“ y con “Análisis de un dibujo de la infancia“) y también aportes de algunos amigos de la casa. La gran Leticia Cappellotto juega a imaginar cómo sería “Jugar a otra cosa“ (pasando revista a dos deportes del futuro: PingPongO y quidditch) y Federico Araya comparte su incombustible pasión ñoña reseñando la imprescindible novela de ciencia ficción Ready Player One, de Ernest Cline.

Algunas secciones a las que les deseamos permanencia eterna son: “Lo que se llevaron tus ex”, a cargo de Hernán Panessi (en este número la Señorita Bimbo detalla algunas de sus pérdidas divorciales más dolorosas), “Los conjeturadores” (con una entrevista a los mismísimos responsables de todas las conjeturaciones anteriores), “Espías de bibliotecas”, “Se me apagó el piloto” y “Gente extraña que he conocido”.

Hay cinefilia (con un gran top five de películas voyeuristas), melomanía (con una oda al discazo AM, de los Artick Monkeys, y una impiadosa disección psicoanalítica a «5 canciones de amor enfermo») y hasta una fotogalería casual («Visto al pasar»). Y, siendo una revista tan nerd como esta, el noveno arte no podía faltar. La delirante historieta «Puby», de Juanma Lavolpe, comparte protagonismo visual con viñetas de Brunancio, Pato Morrison y del nunca suficientemente glorificado Ayar Blasco, que entrega un Raton Disney para el bronce eterno.

Pero en las 66 proteicas páginas de esta Bigote Falso hay lugar para mucho más. Como la Tardis, BF es mucho más grande por dentro. Entre los cuentos se destacan «Bicivolador», una emocionante y patética semblanza BMX de ese gordito que quería bicivolar que supo ser Sebastián Culp, «Parecidos», de Elio Puntieri, que cumple un servicio público alertando contra el flagelo de los peluqueros que siempre te encuentran igual a alguien y «Mi padre», donde Julián Garro revela ni más ni menos que las respuestas a las tres grandes preguntas de la vida: ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos? y ¿Dios existe?

Cómo si esto fuera poco, salpicadas displicentemente en las páginas de la revista usted podrá encontrar numerosas “Ideas para salvar al mundo” que le garantizarán un lugar en el álbum de los prohombres o promujeres que el futuro venerará.

Bigote Falso, confiesa la editorial, es como “abrir las puertas de tu casa para que esos amigos -con los que podés hablar sin siquiera pensar en qué estás diciendo- vengan y apoyen los pies sobre la mesa, tiren birra en tu sofá y se sirvan de tu heladera a su caprichoso antojo”.

Es una revista al año, che, no sean pijoteros.

Pedro Perucca – @PedroP71

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