Batalla de Ideas

16 enero, 2015

Festín de caranchos (I): La historia del perito Roberto Locles

Por María Paula García. Con la enorme mediatización de los casos de femicidio asistimos también en los últimos años a la aparición de los «especialistas». Alimentando el morbo y el amarillismo se forman como palabra autorizada y suman puntos de rating. En esta oportunidad analizamos el prontuario de uno de ellos: Roberto Locles.

Por María Paula García. Un femicidio es una de las formas brutales en las que una mujer puede morir. Y un femicida no destruye sólo a la víctima, porque detrás de cada una de ellas se produce una grave lesión a todo un tejido social: sus familiares más directos, sus amistades, las personas que comparten su barrio y su trabajo.

Mientras que para los seres queridos el asesinato de una mujer es una verdadera tragedia que cambia sus vidas para siempre, para otros es la ocasión de sacar algún tipo de provecho.

En los últimos años asistimos a una enorme mediatización de la violencia de género y de los femicidios: basta con la aparición de una mujer violada o asesinada para que se activen los mecanismos mediáticos, con una velocidad directamente proporcional a la juventud de la víctima. Y para legitimar dichos mecanismos, las producciones de los programas, sobre todo televisivos, recurren cada vez más a la opinión de especialistas. Criminólogos, peritos, psiquiatras, abogados penalistas, forenses, analistas de gestos, aparecen de manera continuada cada vez que un caso se mediatiza.

En medio de este fenómeno se fue consolidando un grupo de personajes que actúan como verdaderos caranchos de cuanto caso con cierto impacto sucede. Así, trajinando los sets televisivos, van constituyendo un círculo vicioso donde se los usa para ganar puntos de rating a cambio de promoción, fama y oportunidades laborales.

Al mismo tiempo que se van afirmando como “palabra autorizada en la materia”, alimentan el morbo y el amarillismo, validan las más diversas especulaciones del periodista de turno, esgrimen hipótesis de dudosa calificación u ofrecen esclarecimientos no comprobados aún por la justicia.

En esta primera entrega conoceremos a Roberto Locles, el gran “peritrucho”

A Roberto Locles el femicidio de Lola Chomnalez le dio la oportunidad de volver a tener minutos de fama. En las últimas semanas fue invitado al programa Intratables del canal América para integrar un panel de expertos: allí pudo darse el lujo de cuestionar diversos problemas en la investigación. Pero la mayor barbaridad la cometió en Nosotros al mediodía, el programa de Fabián Doman de Canal 13. Primero lanzando la hipótesis de que Lola fue asesinada por haberle mordido el pene a su agresor en medio de una felatio forzada, y luego realizando una reconstrucción del crimen con un maniquí tendido en un arenero.

Lo más increíble de todo es que a pesar de aparecer como perito criminalista en muchas causas de resonancia pública, Roberto Locles no es perito, ni idóneo en la materia: la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal lo excluyó del listado de peritos en balística por carecer de título profesional y, ante la apelación, la Corte Suprema de Justicia ratificó esa decisión en 1998.

Quién es Roberto Locles

Locles es un oficial retirado del Ejército que solamente ha podido exhibir un certificado analítico de sus estudios en el Colegio Militar de la Nación. Allí consta que aprobó Balística y Tiro, materias que se refieren a tiro de artillería o tiro parabólico y no tienen ninguna relación con la balística forense, terreno donde justamente interviene.

Él mismo reconoció que carece del título, y si bien cursó la mitad de la carrera en criminalística de la Universidad Católica de Salta, funda su “profesionalismo” en más de 50 años de pura práctica. No obstante se atribuye ser criminalista e integrar la Comisión Directiva de varias entidades profesionales de abogados, como la Asociación Criminalística de la República Argentina, la Asociación Latinoamericana de Criminalística y el Instituto para la Praxis de la Abogacía Penal.

Curiosamente tiene muy buenas relaciones con la Policía Bonaerense: decenas de policías implicados en casos de gatillo fácil en la provincia eludieron responsabilidades gracias a pericias suyas y son muchos quienes sospechan que tal vez esas relaciones le permitieron evitar la inclusión de sus propios antecedentes judiciales en la recopilación de datos profesionales y personales.

Cómo logró este apenas artillero militar y capitán retirado del Ejército, excluido en 1968 por indisciplina, intervenir sin ninguna idoneidad en casos de alta resonancia política y mediática, nunca lo sabremos. No sólo actuó en el caso de José Luis Cabezas, donde dio su veredicto sobre el arma presuntamente empleada en el crimen, sino que además Zulema Yoma lo presentó en la causa que investiga la muerte de su hijo Carlos Menem, investigación que lo llevó a estar sentado en la mesa misma de Mirtha Legrand.

En el 2011 fue convocado como perito por el abogado Oscar Igounet, defensor del hoy absuelto picaboletos de la Línea Roca, Guillermo Uño, implicado en el asesinato del militante Mariano Ferreyra. En dicha pericia, explicando su teoría de que había rebotado y que el disparo no había sido «para matar», golpeó repetidamente la bala sobre una mesa, deformándola. Por esta razón, nunca pudo comprobarse el arma de la que salió el disparo mortal. En 2012 fue procesado por el hecho y en septiembre de 2013 se lo condenó a un año de prisión en suspenso.

Nuevos casos, un mismo carancho

Además de falso criminalista y perito balístico, Locles también opina e interviene en casos de femicidios. El de Lola Chomnalez es apenas el último de una larga lista.

Fue perito de parte en el caso de Pequeña P, la travesti asesinada en Gualeguaychú. Opinó en los medios sobre diversos femicidios, como el de María Marta García Belsunce hasta del de Candela Sol Rodríguez de tan solo 11 años, ofreciendo la hipótesis sobre esta última de que los asesinos se encuentran en el entorno del padre y el móvil fue la venganza.

Intervino en el femicidio hasta ahora más mediático de nuestra historia, el de Ángeles Rawson, con 600 horas de transmisión en vivo durante 25 días consecutivos, pero en este caso como perito de parte de la defensa del portero Mangeri, convocado por su abogado Miguel Ángel Pierri. Fue consultado por el crimen de la estudiante chilena Nicole Sessarego Bórquez, ante lo cual afirmó que el acusado de asesinarla es un psicópata de doble personalidad que es imputable porque tenía noción de lo que hacía.

Roberto Locles no tiene idoneidad ni escrúpulos. Pero nada ha logrado frenarlo. A sus 74 años permanece listo para cualquiera que lo convoque, y al ya no poder evidentemente intervenir en casos como los de otrora, actualmente se dedica a sobrevolar los cuerpos de mujeres asesinadas, en complicidad con medios y abogados tan inescrupulosos como él.

En realidad complicidad es una palabra suave para calificar el accionar de quienes lo colocan como “experto” o “especialista” mientras su pestilente prontuario está completamente disponible en varios de los mismos medios que lo invitan.

 

@MariaPaula_71

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