Nacionales

16 enero, 2015

Nisman y la embajada de EEUU: amigos íntimos

Según revelan cables de la sede diplomática de Estados Unidos, publicados por WikiLeaks, el fiscal especial de la causa AMIA cultivó una relación amistosa con los funcionarios norteamericanos. Escuchó consejos, repartió adelantos de medidas e incluso pidió disculpar por procesar a Menem.

Según revelan cables de la sede diplomática de Estados Unidos, publicados por WikiLeaks, el fiscal especial de la causa AMIA cultivó una relación amistosa con los funcionarios norteamericanos. Escuchó consejos, repartió adelantos de medidas e incluso pidió disculpas por procesar a Menem.

Desde el año 2004, cuando Néstor Kirchner creo la Unidad Especial de Investigación de la causa AMIA y designó al frente de la misma a Alberto Nisman, la investigación del atentado contra el edificio de la mutual judía perpetrado el 18 de julio de 1994 pasa casi exclusivamente por sus manos. Luego de dos años a la sombra, desde la firma del memorándum de entendimiento con Irán, el 27 de enero de 2013, el fiscal volvió a la fama por la denuncia contra la presidenta, Cristina Fernández, el canciller, Héctor Timerman y los dirigentes de la Federación de Tierra y Vivienda, Luis D’Elía, y de Quebracho, Fernando Esteche, por supuesto encubrimiento.

Ahora bien, ¿pasaba realmente la investigación por sus manos? Lo cierto es que el nombre de Nisman aparece en 19 cables emitidos por la Embajada de Estados Unidos en Argentina entre fines de 2006 y mediados de 2009, el período en el que la misión diplomática norteamericana estuvo a cargo de Earl Anthony Wayne. En algunos de los escritos, revelados por WikiLeaks, aparece como fuente; en otros, haciendo pedidos a la diplomacia estadounidense y, en la mayoría, recibiendo consejos de la “Oficina Legal”, nombre bajo el cual se cubre al FBI.

De primera mano

La primera aparición del fiscal especial es en un cable fechado el 1 de noviembre de 2006, cuando Wayne todavía no había asumido; lo firma Michael Matera, el agregado comercial, que estaba a cargo mientras esperaba la designación del nuevo embajador. Ese miércoles, Nisman se reunió con Matera, “agradeció el apoyo de la Embajada y el Gobierno de los Estados Unidos” y adelantó que el juez Canicoba Corral podía firmar órdenes de arresto para los ocho acusados en la causa dos días después.

Ya con Wayne a cargo, el 27 de noviembre, lo llamó junto con Marcelo Martínez Burgos, en aquel entonces fiscal especial adjunto, para expresarle, claro, “el profundo aprecio por el apoyo del Gobierno de los Estados Unidos a su investigación” y asegurar que “deseaba tener un apoyo similar de parte de su propio gobierno”. La Oficina Legal, en tanto, le indicó que debían trabajar rápido con Interpol para lanzar la captura internacional de los acusados, entre ellos un ex presidente de la República Islámica de Irán, y así “evitar que los iraníes tengan la última palabra”.

Earl Anthony Wayne

El 17 de enero de 2007, la relación ya se había vuelto evidentemente aceitada. Un cable fechado el 19 de ese mes, firmado por Wayne, indica que la dichosa Oficina Legal -insistimos, cobertura del FBI-, había revisado las nueve páginas del pedido de “alerta roja” contra los acusados que Argentina debía enviar a Interpol. Lo habían recibido de manos de Nisman. Le recomendaron al fiscal especial modificar las explicaciones de los pedidos, ya que “contenían afirmaciones que eran presunciones de culpabilidad”, y prometió hacer las modificaciones pertinentes. Ya estaba en Lyon, Francia, para llevar a cabo la presentación cuando se escribió este reporte.

Las alertas rojas de Interpol se cocinaban a fuego lento, en medio del juego diplomático y Nisman desesperaba: el 4 de octubre de 2007, a horas de viajar a Marrakech, Marruecos, para la Asamblea General de la agencia internacional de policía, llamó a Wayne para expresarle su preocupación “porque el Ministerio de Relaciones Exteriores no está haciendo lo suficiente por la posición argentina”.

Los pedidos de captura finalmente fueron votados en la reunión y el fiscal se apuró en llamar, desde Marruecos, a la Oficina Legal. Según Wayne, que firma el cable fechado el 8 de noviembre de 2007, “estaba eufórico con el resultado, y lo atribuyó al apoyo y la guía brindada (por Estados Unidos) en los pasados dos años”. Lógico, teniendo en cuenta lo que opinaba del trabajo llevado a cabo por la diplomacia nacional, liderada en aquel entonces por Jorge Taiana.

Disculpas por el importunio

Una vez conseguido este triunfo diplomático-judicial, las aguas se calmaron hasta que Nisman anunció, el 22 de mayo de 2008, el pedido de arresto del ex presidente Carlos Menem, del ex juez de la causa Juan José Galeano, y de otros implicados en el encubrimiento del atentado. Esa misma noche, la Oficina Legal se comunicó con él, quien “pidió disculpas por no haber dado un adelanto (…). Dijo que no tenía intención de coincidir con la visita de (John, entonces director adjunto del FBI) Pistole”. Luego de que le expresaran su preocupación, el fiscal “ofreció reunirse con el embajador y la Oficina Legal para discutir los pasos a seguir”.

Pero la culpa del jurisconsulto no terminó ahí. Al día siguiente, levantó el teléfono para disculparse personalmente con Wayne, “especialmente por la coincidencia con la visita de Pistole”, según un cable fechado el 27 de mayo. Además, se ocupó de explicarle al diplomático que “pensaba que Estados Unidos estaba enfocado en quienes llevaron a cabo y sostuvieron económicamente el ataque, y que no les importaría demasiado”. Además dijo que esperaba, la semana siguiente, darle a la Embajada un reporte completo.

Detrás del enojo estadounidense, estaba el hecho de que, según las palabras del embajador, “los funcionarios de la Oficina Legal, por los últimos dos años, habían recomendado a Nisman que se enfocara en los responsables directos del atentado y no en el encubrimiento”. Eso, aclaran, “podría confundir a los familiares de las víctimas y distraer de la búsqueda de los principales culpables”.

En otro informe, enviado por Wayne dos días después del anterior, se comprueba que Nisman es un hombre de palabra. El 27, cuatro días después de la llamada telefónica, se reunió con la Oficina Legal y la Oficina Política para explicarles su decisión. Esta vez, a pesar de su habitual verborragia, el embajador no se extiende demasiado en los tópicos por los que transcurrió el encuentro.

Visita de camaradería

Finalmente, en el último cable revelado por WikiLeaks, fechado el 19 de mayo de 2009 y firmado, claro, por Earl Anthony Wayne, se cuenta que Nisman llamó al embajador para informarle del procesamiento de un nuevo sospechoso en la causa: Samuel Salman El Reda, un colombiano de origen libanés.

De paso, le comunica al diplomático que, entre el 15 y el 20 de junio, va a estar en Washington, “disponible para visitar el Departamento de Estado, o el Departamento de Justicia, o cualquier otra agencia del Gobierno para informar”. Wayne, gentilmente, ofrece el contacto de un miembro de la Oficina Política para acordar una reunión. Estaba cumpliendo sus últimos días en el país; luego sería nombrado por Barack Obama para el cargo en territorios “picantes”: Afganistán y México. No fueron publicados por WikiLeaks cables firmados por su sucesora, Vilma Martínez; se desconoce, también, si el fiscal especial estableció algún contacto con Noah Mamet, destinado recientemente a la Argentina.

Corrido del centro de la escena tras la decisión del Gobierno nacional de buscar el esclarecimiento por la vía diplomática, el nexo de Nisman con la Embajada quedó debilitado. Ahora, le apunta a los reflectores con una denuncia de alto impacto, con pocas posibilidades de ser llevada más allá. Es posible que busque irse por la puerta grande. O dejarles un último gesto a sus buenos amigos de la Avenida Colombia.

 

Nicolás Zyssholtz – @likasisol

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