9 enero, 2015
Juan Eduardo Hohberg, el goleador que volvió de la muerte
En Notas comenzamos a recorrer las páginas más increíbles de la historia del fútbol. Y en ésta primera entrega compartimos la que escribió Juan Eduardo Hohberg, el goleador que volvió de la muerte.

En Notas comenzamos a recorrer las páginas más increíbles de la historia del fútbol. Y en ésta primera entrega compartimos la que escribió Juan Eduardo Hohberg, el goleador que volvió de la muerte.
Suiza 1954. Juan Eduardo Hohberg acaba de convertir el segundo gol de Uruguay en la semifinal contra Hungría. Sus compañeros lo cubren en un abrazo mortal. La celeste empata el partido luego de estar dos a cero abajo. De golpe el silencio.
Nació en Alejo Ledesma, Córdoba, en octubre de 1927. Sin embargo, en la fértil Rosario se formó como jugador. Comenzó jugando en Central Córdoba, equipo que volverá a jugar en la Primera B Nacional después de 23 largos años, y en donde brillara para siempre la magia del “Trinche” Carlovich.
Una tarde, en la que fue nuevamente suplente del arquero titular, jugó como centrodelantero. Metió dos goles y no atajó nunca más. Se dedicó a hacer goles.
Pero el del empate, luego de unos segundos de fervor, no lo gritan ni propios ni extraños. Carlos Abate, kinesiólogo del equipo charrúa, cruza el terreno de juego. Juan Eduardo Hohberg no respira. Empató el partido pero ya no lo grita. Sus compañeros tampoco.
Sus goles se tatuaron en las pupilas de los hinchas de Rosario Central. Con la camiseta del “Canalla” convirtió 33 goles en 58 partidos. Dos de ellos en la final de un torneo internacional amistoso frente a Peñarol, que lo contrató unos días después. Entre 1949 y 1960 obtuvo siete títulos nacionales y la Copa Libertadores en su primera edición. Fue dos veces el goleador de la liga. 283 tantos en 193 partidos. Casi un gol y medio por partido.
Hizo dos en 10 minutos. Hace 15 segundos que está caído sin moverse. La lluvia le da un tono dramático al escenario. Los compañeros no comprenden lo que sucede. Hohberg estaba teniendo el debut soñado en el mundial. El entrenador Juan López lo utilizó aquella tarde por las lesiones de Oscar Miguez y Julio Abbadie. Masajes en el pecho. Coramina. Respiración boca a boca.
Uruguay ya había enmudecido el Maracaná. Goles son amores y con los suyos vaya si enamoró. Se nacionalizó para poder participar de la gira previa al Mundial a disputarse en Suiza. Formó parte del plantel pero vio desde el banco de suplentes como la selección defensora del título vencía en su grupo a Checoslovaquia por 2 a 0 y a Escocia por 7 a 0. También vio, y seguramente disfrutó, del 4 a 2 sobre Inglaterra. Era el turno de enfrentar a Hungría. Campeona Olímpica en Helsinki 1952 y revolucionaria desde lo táctico con el novedoso planteo denominado la WM. Además de Puscas y Kocsis.
Hohberg vuelve a respirar. Acaba de sufrir un paro cardíaco. El partido continúa. Hungría no quiere ser la Brasil de cuatro años atrás. Uruguay quiere repetir la proeza. El ganador disputará la final con Alemania Federal. Czibor y Hidegkuti habían marcado para los magiares antes de la feroz aparición de Hohberg. El partido al tiempo extra.
Hohberg volverá al terreno de juego. Anecdótico es que Hungría ganó 4 a 2 con dos tantos de Kocsis. Y que perdió 3 a 2 la final luego de ir ganando 2 a 0 antes de los diez minutos. Alemania que parecía muerta, resucitaba. Volvía de la muerte. Como Juan Eduardo Hohberg, el “Verdugo” que tantos goles había gritado y que aquella tarde suiza hizo uno que le valió la inmortalidad.
Federico Coguzza – @Ellanzallama
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